Entrevistas
Adán Echeverría, compilador del Mapa Poético de México
Hay que romper con las antologías que sólo se hacen para cultivar egos

Adán Echeverría

Comparte este contenido con tus amigos

A finales de este mes estarán listos los CDs en los que se distribuirán los nueve volúmenes que conforman la monumental antología Del silencio hacia la luz: Mapa Poético de México, poetas nacidos en el período 1960-1989, que congrega en unas 1.600 páginas muestras de la producción poética de 650 autores de toda la nación azteca.

El alma de este proyecto es el narrador y poeta Adán Echeverría (Mérida, Yucatán, 1975), quien lleva cerca de un año construyendo el Mapa con la intención de que se constituya en “un documento en el cual, con una sola mirada, el lector pueda recorrer las visiones poéticas que se desarrollan en México en la actualidad” y en el que sea posible localizar y comparar “algunas búsquedas literarias, intenciones, capacidades, novedades del lenguaje entre los autores nacidos en tres diferentes décadas”.

—¿De dónde nace la idea?

—El proyecto ante todo es producto del interés por la inclusión. Es sabido que cada año en México, como en muchas partes del mundo, las muestras o antologías de poetas aparecen unas tras otras, y siempre el comentario será que se ha dejado fuera algunos autores de amplia valía para los lectores. Esto tiene un motivo principal que es la falta de presupuesto para incluir a todas las voces poéticas que se requieran. Pero también tiene que ver que cada antologador quiere aparecer como el “sabio responsable” que dicte qué es o qué no es poesía. El Mapa Poético quiere romper con eso de un solo golpe: al reducir al máximo los límites para esta muestra, se pretende que sean los lectores los únicos jueces de la poesía que se publica en México. Hemos visto cantidad de libros publicados por el Conaculta, por el Fondo Editorial Tierra Adentro, o adquiriendo las becas de la Fundación para las Letras Mexicanas, o del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, o en diferentes revistas impresas o electrónicas a lo largo y ancho del país, y muchos lectores, en los que me incluyo, pueden darse cuenta de que sólo se trata del cultivo de egos. Maestros poetas tratando de poner su pie en la historia, crecen el trabajo de ciertos autores, lo crecen sobre peldaños de humo. Esto hace que los lectores se pregunten ¿es esta la poesía de valor en México? ¿son estos autores los que marcan la tradición poética de un país? Y todo por el pequeño panorama que podemos encontrar. Este proyecto intenta mostrar un panorama mayor que permita que esos peldaños de humo desaparezcan, incluyendo autores de valía que han sido cotidianamente ignorados, por mala leche, por falta de conocimiento de su obra, por falta de distribución, pero que ahora, en este documento, pueden ser sopesados nuevamente y en conjunto con los otros, aquellos que sí han recibido apoyo.

—¿Cuánto tiempo tomó todo el trabajo?

—El trabajo fue convocado en junio de 2007. La idea venía en mi mente desde enero de 2007. Es ahora en agosto de 2008, cuando estoy a punto de terminarlo y lanzarlo al mundo. Ha sido un arduo trabajo de más de un año.

—¿Cuántas personas colaboraron en la producción del Mapa Poético?

—Podría decirse que el trabajo lo he realizado completamente solo, pero sería faltar a la verdad. Debido a que cada autor que me ha enviado su trabajo, así como aquellos que fueron convenciendo a otros de sumarse a este proyecto, son parte fundamental del mismo. El trabajo de edición es el que puede decirse que ha sido hecho únicamente por mí. Sin embargo, Armando Pacheco se ha encargado de darlo a conocer a los colaboradores de su revista Letras en Rebeldía.

—¿Bajo qué criterio fueron incluidos los autores?

—El criterio de inclusión fue muy sencillo. La idea fue ordenar a los autores de acuerdo a su lugar de nacimiento. Es decir, estado por estado, aunque muchos autores, es sabido, han destacado literariamente en otro estado al que han ido a residir. Los límites fueron claros, haber nacido entre 1960 y 1989, haber publicado al menos una plaquette de poesía o haber ganado un premio del mismo género, y haber publicado en revistas indexadas en el Sistema de Información Cultural del Conaculta (SIC). Cada uno de los siguientes criterios fueron definidos con el fin de que ni Armando Pacheco ni yo nos asumiéramos como los dictaminadores de qué es o qué no es poesía. Han sido los editores, los jurados o los consejos editoriales de las revistas quienes han permitido que tal o cual autor sea considerado poeta al haberles publicado o al haberles dictaminado ganadores en el género de poesía.

—Noto que en algunos estados (Aguascalientes, Coahuila, por ejemplo) sólo se ha incluido autores de los 60 y 70. ¿Qué pasa en esos estados con los jóvenes?

—A pesar de que este es el primer documento mexicano que reúne a más de 650 autores en una muestra, me quedo con la idea de que faltó mucho por hacer. Ya sea por no haberse enterado, ya porque no tuve a la mano ni revistas, ni documento alguno que me hablara de su trabajo, algunos estados no tuvieron representación de alguna década. En particular te puedo compartir que para Aguascalientes, me escribió Claudia Santa-Ana, como representante de la década de los 80, pero al revisar su ficha biobibliográfica, ella es nacida en el Distrito Federal, aunque su trabajo literario lo ha hecho siempre en Aguascalientes. Así que tuve que ponerla entre los autores nacidos en el Distrito Federal, para mantener el mismo esquema a lo largo de todo el documento.

—Recopilar material de todo un país ha de ser un trabajo enorme. ¿Qué dificultades especiales tuvieron que afrontar?

—El principal fue la falta de distribución del material impreso de los autores, muchos de los cuales fueron publicados por editoriales independientes o por los institutos de cultura de sus estados, y la distribución es demasiado localista. Esta fue la principal dificultad.

—¿Recibió el proyecto algún tipo de apoyo económico de fuentes privadas o públicas?

—En principio ninguna. Más adelante, el Ayuntamiento de Mérida me donó los CDs en los que quemaré toda la información para hacérsela llegar a los autores. Posteriormente la Editorial Homo Scriptum, de Monterrey Nuevo León, por medio de Alexandra Botto, me entregó un dinerito para comprar tintas con las cuales imprimir las portadas de los CDs. Este ha sido el único apoyo hasta ahora.

—¿Qué vías de difusión tendrá el Mapa Poético?

—En primer lugar entregaré, de acuerdo a lo estipulado en la convocatoria, dos CDs a cada autor. Posteriormente pienso entregar CDs al mayor número de bibliotecas del país. Estoy pensando en involucrar a los autores de cada uno de los estados de México, que así lo deseen, a reproducir los CDs que les entrego, para que ellos mismos sigan distribuyendo el proyecto. Los derechos de las obras son de cada uno de los autores; a mí sólo me pertenecen los derechos de la compilación. Se pretende que el documento llegue de mano en mano, entre conocidos, hacia cada uno de los rincones del país, y más allá de sus fronteras.