Letras
Dos poemas

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Navidad

Es un invierno crudo; días cortos y fríos,
noches demás de largas, muy oscuras y blancas.
Fuertes vientos arrecian, y soplan con más bríos;
heladas nocherniegas cuidan de aguas estancas.

Dos niños por el bosque forman haces de leñas;
hinchados han sus dedos llenos de sabañones,
sus pies se desorientan en grandes almadreñas,
la brisa libre pasa entre tantos jirones.

El celaje plomizo nieve suelta con gana,
el viento se encapricha, y forma la ventisca.
Se suceden las horas, transcurre la mañana,
y nuestros mozalbetes soportan la cellisca.

La leña atan a prisa, cargan al hombro el haz,
cual hormigas obreras a casa se encaminan.
La tan pesada carga permite ver su faz,
el cansancio y la hambruna su mirada dominan.

Llegan a un medio muro, del aire es abrigaño,
sostiene un falso techo que al agua brinda paso,
la chimenea es amplia, el fuego más tacaño;
la techumbre elegante, cálido el cielo raso.

En el rincón más seco se ubican los hermanos,
cerca montan la hoguera, mas les falta la llama;
cerillas que tenían, huyeron de sus manos;
sin mixtos, lumbre o fuego fría será la cama.

Pedir lumbre deciden por la calle cercana.
La gente lleva prisa, esquiva las nevadas,
la noche se avecina con llegada temprana;
los varones se abrigan con sus boinas caladas;

los niños corren, juegan, en pobres no reparan;
las señoritas dicen: “Nosotras no fumamos”.
Las damas pasan rápido, las señoras no paran.
Nadie les da cerillas... “Sin fuego nos quedamos”.

Las gentes escasean, quedan calles desiertas,
a casa acuden presto honrar la Noche Buena.
Los hermanos regresan, dejan puertas abiertas.
Las décimas descienden en la noche serena.

Los dos hermanos juntos, los dos acurrucados,
las estrellas contemplan, observan las ventanas,
contra el frío se estrechan, están los dos helados;
por leña hoy no comieron, de cenar tienen ganas.

Abren una ventana, escápase el calor,
al suelo se desprende un dulce de maicena.
Los dos muchachos saltan, cazan al volador;
los dos lo saborean, loan la Noche Buena.

Oyendo villancicos que por los aires llegan,
examinan la hoguera, sin llamas y sin brasas,
mutuamente se abrazan, al letargo se entregan.
Dormidos ambos sueñan con quimeras escasas.

Su madre ven llegar en una nube blanca,
una bandeja trae llena de cosas buenas,
comida les reparte y una sonrisa franca.
Son alimentos sanos para suplir sus cenas.

Ambos tienden sus brazos. La madre con cariño
a sus dos hijos besa, con mimo los arrulla,
los pega a su regazo, a su bata de armiño;
calor de madre sienten, su amor los aturulla.

Los tres juntos se marchan, se encaminan sin prisa,
en una nube envueltos, una nube muy blanca,
los cuerpos se caldean, trazan leve sonrisa.
La noche pasa rápido, el día presto arranca.

En un lugar aislado cubiertos por la nieve,
dos niños abrazados, de frío congelados,
nos muestran su semblante con alegre relieve.
Muertos, de frío helados junto al fuego apagado.

(Este poema recibió un accésit en el concurso “Amanecer Literario”, organizado por el Círculo de Castilla y León en Barcelona el 30 de junio de 2007).

 

Aurora

En una pendiente
dos cuevas cercanas
mirando al oriente
dos casas hermanas.

Vive una doncella
muy trabajadora,
muy guapa y muy bella
su nombre es Aurora

Vive en la otra casa
un ser muy osado,
a distancia escasa
siempre está asomado.

Madrugó la Aurora,
saltó el sol en pos,
el sol la decora,
se miran los dos.

Aurora enrojece,
el sol se acicala,
a la Aurora mece
en traje de gala.

Casarse el sol quiere,
Aurora es su amada,
mas Aurora muere
ante su llegada.

(Publicado en la antología Poemas para un minuto; Editorial Hipálage, septiembre de 2007).