Letras
Naturalezas muertas

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La hoja

La hoja, tremolante y veleidosa,
se viste con colores de otoño.

                                                           Es el tiempo, que todo lo cambia, quien le dice:
                                                           —Acuérdate de que yo existo.

La hoja seca, curiosa como todas,
se libera de la rama.

                                                           Es la rama la que expulsa
                                                           ese cuerpo inútil.

Se desliza por el aire
enamorada de la brisa.

                                                           Es un aire violento que la arrastra
                                                           contra su inútil resistencia.

La hoja cae lentamente
para posarse serena en la tierra.

                                                           Es la tierra furiosa
                                                           que con gravedad la aprisiona.

Se amodorra entre la hierba,
para contemplar a sus hermanas, las hojas verdes.

                                                           Es la tierra hambrienta que le va abriendo un espacio,
                                                           en el panteón de sus entrañas.

 

La piedra

Aquel que se sintió libre de pecado,
arrojó con odio la primera piedra,
que pasó de esas furibundas y acusadoras manos
a girar por el aire, buscando la cara del pecador.

Pero en su recorrido de lance certero
rememoró la piedra sus inmemoriales culpas.
Recordó que en el camino de una vida
fue ella la perenne piedra de tropiezo,
y siempre tuvo el anhelo recóndito
de ocupar en el hombre su trono vital.
Recordó ser la delatora bulliciosa del río
y el arma suicida en las manos de un niño.

Al rememorar todo esto,
la piedra se sintió pecadora
y desvió su camino en el momento preciso
para pasarse de largo por aquella cara espantada.

 

Sentimientos interiores

I

En la garganta tengo pena
que no madura lamento.
En los ojos tengo lluvia
que no quiere lucimiento.

 

II

Me tocó la vida
con las manos vacías de amor.
Me tocó esta vida
que en vano silencio vivo.

 

III

Mi furia se hace viento,
y como viento se disipa.
Mi arrebato se hace polvo,
y como polvo se alisa.

 

Vida

Vida que no detendrás tus bríos
para llorar mi ausencia.
Aminora tu prisa cuando lleguemos
a la sima que ya avizoro.
Apresuradamente y sin perturbarte,
daré un salto ligero para dejarte.
No aspiro solemnidades ante mi ausencia,
pero bienquisto será el dolor que me celebre
...y me cante (maestro Whitman),
porque orgullosa ostento el desierto de mis pesares.

 

El adiós

Si la vida se acaba
...diré gracias.
Si la vida al fin se acaba
...diré adiós.

 

Acaricio los dulces recuerdos

Acaricio los dulces recuerdos,
mientras escucho el lamento del viento
que golpea impetuoso
las hojas del tiempo.

 

Desde mi rincón de tinieblas

Desde mi rincón de tinieblas he contemplado tu caída.
He visto derrumbarse como arena el ego que te edifica
y diluirse con tu llanto el néctar almibarado de tu existencia.

Desde mi rincón de tinieblas ha reposado mi alma
en la modorra maligna de mi existencia,
y he reído con tu llanto y he gozado con tu angustia.

Desde mi rincón de tinieblas he visto que te has levantado.
Has sacudido tu noche y te has erguido con el Sol,
mientras que yo he seguido viviendo, en mi rincón de tinieblas.

 

Inmortalidad

Ha empezado a contraerse mi inmortalidad.
Y me deja al pendiente,
del que va y del que viene,
...del tiempo
que antes me ignoraba.
Ha empezado a quebrarse mi eternidad.

 

Duda

Quiero las palabras llanas
y los ritmos como montañas.
Quiero la luna centelleante
y el Sol mortecino y vacilante.

Hace cuatro versos que espero la alborada.
Que la claridad remoce esta musa nocherniega
de erráticas palabras que desafían la cadencia.

Una palabra cae en mi vacío
y por un instante agita mi sopor sombrío.
Pero pronto se descubre vana y desolada,
se abandona a mi abismo y se extravía derrotada.

Hojas marchitas de tinta me pueblan
cortadas en el vuelo fugaz de la musa.
Hojas infamadas por una polución precoz.

Duda, pájaro insomne
que aleteas sobre mi lecho.
Es la voz del vate un eco palpitante,
¿tendrá ese eco mi voz?