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Poemas

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De carne y hueso

“Dos sombras me acompañan:
Una es mala, otra es buena;
Una es negra, otra es blanca”.

José Bergamín. La claridad desierta.

Deben de creerse que soy de acero,
hecho al golpe y al enfrentamiento
sin miedo, diciendo siempre qué siento,
qué me lleva, qué vivo, qué no quiero.

Deben de creerse que nunca muero,
que no sé del vacío, que no miento
nunca a mis sueños, al pensamiento
del hombre que en mí habita sincero.

Que sepan que soy de carne y hueso,
que también encierro luz y sombra
y que no de todo salí ileso.

Que sepan que mi voz no siempre nombra
el dolor que en mi corazón sopeso,
que a veces enmudece lo que asombra.

 

Todo mi patrimonio es ahora

“¡Y de pronto la tarde
acordó de sí misma
me quitó su amparo!”.

Pedro Salinas. Largo lamento.

Todo mi patrimonio es ahora
esta tarde de voces y de ecos
entre el piar loco de los gorriones,
mientras el sol salta por los tejados
y mis perros somnolientos me miran.

Todo mi patrimonio es ahora,
en esta lenta tarde que transcurre
y en la que nada puedo hacer,
prisionero del dolor de mi cuerpo,
doméstico de mi convalecencia.

Todo mi patrimonio es ahora
esta tarde en que la luz se va.
Todo mi patrimonio es ahora,
en esta tarde que se obscurece.

 

Para ti, escribo

El agua corre libre;
la vida, mientras vibre.
Los sueños siempre fluyen
y las palabras huyen.
Mi voluntad alcanza
la luz o su semblanza.
Ponga punto la muerte,
si se quiebra mi suerte.
A borbotones, vivo
y, para ti, escribo.