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Juez Garzón ordenó apertura de la fosa de García Lorca
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El pasado jueves 16 de octubre el juez Baltasar Garzón, de la Audiencia Nacional de España, decidió ordenar, “a la mayor urgencia”, la apertura de la fosa donde podrían hallarse los restos mortales del poeta español Federico García Lorca junto con dos banderilleros y un maestro. La exhumación, que se llevará a cabo siguiendo indicaciones del auto judicial, podría realizarse en noviembre próximo, y será parte de un proceso en el que se abrirán, en total, 19 fosas diseminadas en toda España, en las que se estima se encuentran restos de desaparecidos durante la Guerra Civil y la dictadura franquista (1936-1975), entre ellas la del poeta.

Al conocerse la noticia, el antropólogo Miguel Botella, director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada y designado para coordinar los trabajos de exhumación, garantizó que “la privacidad y el rigor” marcarán el proceso de identificación y excavación. “Todo está listo y preparado”, dijo Botella, para que un equipo integrado por miembros del Instituto Andaluz de Geofísica y de los departamentos de Arqueología y Antropología de la universidad inicien los trabajos.

Si la fosa está “bien delimitada”, la excavación y el análisis antropológico “in situ” podría prolongarse un par de semanas, según Botella, que advierte no obstante de la posibilidad de que en la zona haya más enterramientos, lo que dificultaría las labores.

Francisco Galadí, nieto de uno de los banderilleros —de quien heredó, a la sazón, su nombre—, dijo haber esperado toda la vida por la apertura de la fosa. “Hasta que no la vea abierta, no me lo creo. Son muchos años y muchas decepciones”, explica. “Antes de morir, mi padre me pidió que lo siguiera intentando. Ojalá consigamos devolverles la dignidad”.

Nieves García, nieta de Dióscoro Galindo, el llamado maestro rojo de Pulianas (Granada), también enterrado con García Lorca, recibió la noticia con euforia: “¿Ha dicho que sí? ¡Llevo 10 años esperando que llegue este momento! Me parece un sueño. Sólo siento que mi padre se lo pierda. Se murió con mucho miedo. Nunca quiso acercarse a la fosa”.

A Ian Gibson, el hispanista que señaló hace treinta años el lugar donde está enterrado el poeta, sencillamente le temblaron las piernas. “Me tiembla el cuerpo, tengo escalofríos. Es el día más importante de mi vida”, explicó emocionado.

Gibson tenía 27 años el día que Manuel Castilla le llevó donde le habían obligado a enterrar los cuerpos de los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, el maestro Galindo y Federico García Lorca. “Fue en 1966, es decir, que todavía era muy peligroso husmear por allí y te podía detener la Guardia Civil. Para mí no, porque tenía pasaporte extranjero, pero para Manuel sí lo era y le estaré eternamente agradecido por llevarme allí. Después, investigué durante años hasta que el puzle encajó. Confirmar que está ahí es toda mi vida”, explicó.

Tras la orden de la Audiencia Nacional de abrir la fosa en la que reposan los restos del poeta granadino Federico García Lorca, ahora toca esperar a que se formalice de manera definitiva dicha orden, y después aguardar a que el gobierno termine de redactar el protocolo que establece la Ley de Memoria Histórica.

Una vez puesta en marcha la maquinaria de la Audiencia Nacional, el comisario para la Recuperación de la Memoria Histórica de la Junta, Francisco José Salazar, advirtió que el primer paso debe darlo el gobierno antes de que la Consejería de Justicia aborde la posibilidad de colaborar económicamente en la apertura de la fosa de Lorca.

“Desde diciembre del año pasado tenemos una ley estatal de Memoria Histórica que establece la redacción de un protocolo que dirá cómo, cuándo y dónde se actuará. Mis colegas del gobierno me dicen que ya están ultimándolo y que probablemente estará listo a finales de año. Habrá que esperar hasta entonces”, asegura.

El responsable explica que las exhumaciones realizadas hasta ahora, como las del cementerio de San Rafael de Málaga, se realizan en base a convenios. En este caso, la universidad, el ayuntamiento malagueño y la junta colaboran a tres bandas. Pero esta labor —según advierte— fue “previa” a la Ley de la Memoria Histórica.

Salazar, que aseguró que “aún no hay una cuestión jurídica firme sobre la exhumación de la fosa del poeta”, explicó que “una vez esté hecho el protocolo, habrá que ver cada caso, no sólo el de Víznar, y ver si se cumplen todos los requisitos jurídicos y legales” ya que “hace falta un equipo interdisciplinar muy completo y hay que trabajar en el marco de la ley”, indicó. A partir de ahí, y con el mapa de fosas que está pendiente de los informes preceptivos de las universidades andaluzas, el comisario asegura que analizará “toda la información de cada provincia para ver cada caso individualizado”.

La fosa que será abierta próximamente está ubicada en el camino que une Alfacar y Víznar, al lado de un olivo junto a la fuente de Aynadamar, el lugar donde todos coinciden que fueron acribilladas las víctimas. El juez Garzón ha acogido una segunda indicación, provista por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, de manera que, de no hallarse los restos en la primera ubicación, se buscarán en el paraje conocido como El Caracolar, ubicado a unos 400 metros en dirección a Víznar.

Gibson anunció que no estará durante la exhumación para comprobar si sus conclusiones son ciertas. “Mi corazón no me lo permitiría. Me daría un infarto. Quizá sea difícil de comprender, pero sería algo muy duro para mí. Quiero que se exhumen los restos, que se cumpla la voluntad de las familias, y confirmar que están allí para sentirme en paz. Pero sé que no podría resistir ver cómo extraen el cráneo de Lorca”.

Si los restos se encuentran en el lugar señalado por el investigador, hoy convertido en Parque García Lorca, o en el lugar alternativo indicado por los directivos de la ARMH, identificarlos será muy fácil. Dióscoro Galindo había perdido una pierna en un accidente. También era cojo uno de los banderilleros enterrados junto al poeta.

La familia del maestro Dióscoro Galindo aún no ha decidido qué hacer con sus restos, si finalmente consigue rescatarle del lugar donde lo arrojaron sus asesinos. “Quizá lo dejemos en el mismo lugar, pero con una placa en la que se lea bien claro su nombre y apellidos. También estamos pensando en enterrarle en el cementerio de Pulianas, el pueblo donde pasó sus últimos días como maestro”, explica Nieves aún muy nerviosa. Galadí tampoco ha decidido qué hará si recupera los restos de su abuelo. “Hasta que no lo vea...”.

Sin embargo, este domingo se supo que durante la construcción del parque de Alfacar, en los años 80 del siglo pasado, obreros de la Diputación de Granada se toparon con cadáveres justo al lado del citado olivo, y los trasladaron en sacos a otro lugar. Esta circunstancia podría alterar todas las teorías actuales, pues abre la posibilidad de que la fosa de Lorca esté vacía o, simplemente, que ya no exista.

La Diputación, presidida en aquel entonces por José Sánchez Faba, promovió la construcción del parque Federico García Lorca en Alfacar como muestra de homenaje al poeta. Dadas las circunstancias singulares de la muerte del escritor de Fuente Vaqueros, la corporación provincial tomó dos decisiones: de un lado, crear una especie de comisión de expertos para intentar determinar dónde podía yacer Lorca; y de otro, convocar un concurso de ideas sobre el citado proyecto. El criterio adoptado fue el de apostar por un parque sencillo que respetara en lo máximo posible las características del lugar, es decir, una intervención blanda que no supusiera una agresión al paisaje ni a las miles de personas que fueron acribilladas y enterradas en aquella zona.

En marzo de 1981 fue dado a conocer el fallo del jurado nombrado al efecto: el proyecto premiado fue el llamado “Ainadamar”, que seguía la orientación que había sido trazada: construir un parque sencillo apoyándose en todo lo posible en la flora y las condiciones naturales del lugar. Cinco años después, en abril de 1986, el parque fue inaugurado y “entregado al pueblo de Granada”, según palabras de entonces. La inauguración corrió a cargo del sucesor de Sánchez Faba, Juan Hurtado. Las obras se habían desarrollado bajo el mandato de éste y duraron aproximadamente un año y medio.

El entonces vicepresidente segundo de la Diputación, Ernesto Molina, explicó que “la decisión que se tomó fue la de trasladar los huesos a otro lugar”. Según él, “se sabía que al hacer allí el parque era posible que a lo largo de las obras aparecieran restos, y así ocurrió”. Los huesos fueron llevados a otro lugar, dentro de los límites del mismo parque —de manera que fueran preservados en el interior del recinto—, para poder seguir las obras.

José Antonio Rodríguez, actualmente alcalde de Jun y quien durante dieciocho años fuera la mano derecha de Juan de Loxa en el Patronato Provincial Federico García Lorca, confirmó que los huesos “aparecieron junto al olivo donde fue fusilado Federico, por lo que la fosa podría ser la suya, pero eso por ahora no se puede asegurar”, dice.

La aparición de los restos fue como consecuencia de la apertura de zanjas para construir el muro perimetral del parque, situado justo al lado del olivo. Rodríguez indica que el hecho movió a los responsables de la obra a replantearse la continuación del muro ante la posibilidad de que se toparan todavía con más restos. Por ese motivo, y así se puede apreciar a simple vista en el lugar de los hechos, se interrumpió la obra del muro y en su lugar se colocó una alambrada.

“Hay una orden de Garzón de exhumar la fosa y perfectamente podemos encontrarnos con que ahí no aparezca nadie. Eso me preocupa, porque hay levantada una expectación muy grande con esta exhumación y nos podemos encontrar con que no haya nada”, dice Rodríguez, quien apunta que no obstante los restos están dentro del parque.

Pese al inconveniente que esto podría suponer, Molina indicó que la ubicación que se le dio a los restos fue suficientemente documentada, por lo que, llegado el caso, podría exhumarse esa fosa en caso de que los restos de los fusilados con Lorca no aparezcan en alguna de las otras dos.

Rodríguez, por su parte, explica que tuvo conocimiento de los hechos, mucho tiempo después de que ocurrieran, precisamente a través de Antonio García, apodado “El Matapelos”, quien vivía muy cerca del lugar y que gustaba de frecuentar la obra para seguir su evolución. Esta misma persona, recientemente fallecida, mantuvo a lo largo de toda su vida que, siendo todavía adolescente, presenció el fusilamiento de Lorca, por lo que estuvo a punto de ser acribillado a balazos él mismo.

“El Matapelos” también defendía que Lorca habría sido desenterrado a los pocos días de su muerte por los franquistas y trasladado una fosa cercana, situada en la Avenida de los Mártires, a algo más de cien metros de la fosa original. Este lugar es hoy una parcela privada en la que no se ha edificado.

Otro obstáculo que podría hallar el proceso de exhumación e identificación de los restos es el monto del mismo. La excavación costará más de 30.000 euros, aunque la identificación de cada desaparecido asciende aproximadamente a unos 6.000 euros. La recuperación de los cuerpos de Dióscoro Galindo y Francisco Galadí, fusilados y enterrados junto al poeta en una fosa común, sería mucho más costosa por la estructura de privacidad y seguridad que la operación requerirá.

Entre tanto, la decisión del juez Garzón produjo una reacción de rechazo en uno de los sobrinos del autor de Poeta en Nueva York, Manuel Fernández-Montesinos, quien calificó la apertura de la fosa como una “profanación” y anunció que estudia utilizar recursos legales para impedirlo, pese a que el 18 de septiembre pasado Laura García Lorca, presidenta de la Fundación García Lorca y portavoz de la familia, asegurara que los Lorca no se opondrían a la decisión ni a las acciones que Garzón emprendiera.

Este viernes, aquella posición conjunta, pensada, debatida y acordada por todos los herederos en largas reuniones familiares antes de salir a la luz, quedó resquebrajada por las declaraciones de Fernández-Montesinos, hijo de Concha, la hermana de Federico, y de Manuel Fernández-Montesinos Lustau, que fue el último alcalde socialista de Granada durante la República, y también fue asesinado por los sublevados. “Abrir la fosa sería una profanación”, decía. “No tiene que venir un juez a decirnos que Franco o Queipo de Llano eran unos asesinos”, añadió. “Estudiaremos acciones legales para impedirlo”, anunciaba en la Cadena SER.

Esta última afirmación sorprendió a Laura García Lorca, también sobrina carnal del poeta, hija de Francisco y Laura de los Ríos, que mostraba su sorpresa ante las declaraciones de su primo y se ceñía a lo expuesto semanas antes. “No ha cambiado nada mi posición ni la de la familia de no obstaculizar las acciones de Garzón. Acabo de hablar con mi primo Manuel y tengo que decir que las declaraciones que ha hecho son a título personal”, aseguró.

El 21 de septiembre, Fernández-Montesinos había declarado a la prensa su disposición a no obstaculizar la exhumación. “Creemos que cada uno puede hacer lo que estime más conveniente. Por supuesto respetaremos todas las decisiones judiciales”. Fernández-Montesinos siempre se mostró preocupado por la repercusión mediática de la supuesta excavación y reclamaba entonces respeto. “Exigimos privacidad absoluta, que no se convierta aquello en un tenderete con cámaras. Para nosotros, aquel lugar es un santuario civil, nos resultará molesto, incluso vejatorio, remover, pero no nos opondremos”, recalcó.

La nueva postura del que fuera presidente de la Fundación García Lorca antes de pasar este puesto a Laura pone de manifiesto una división entre sus herederos más directos. Son seis sobrinos carnales del poeta los que fijaron la posición anterior. Tres hijas de Francisco y Laura de los Ríos: Isabel, Gloria y Laura, y otros tres hijos de Concha y Fernández-Montesinos: Manuel, Conchita y Vicenta.

Fuentes: Diario de SevillaEl PaísIdeal