Jardín
A la orilla de un grito
amanece la flor última
devorando el cielo
mis dioses
mis estrellas.
En el rocío permanece
apenas un principio:
la cola diminuta del tiempo escurriéndose en los dedos
un viejo perfume en busca de piel.
Tanteo en mi almohada un aliento
pero sólo quedan huellas de mi sueño
—o el nuestro.
Y cuando al fin creo
tenerte cerca, a punto de tomarte entre mis párpados
amanece un sol ciego
y vuelvo a dormir, como siempre
entre ojos abiertos.
Etát second
La lámpara gotea imperceptible
mariposas que se detienen a beber
la delatan.
La noche
callada tras la ventana
guardándose toda en una sola estrella
Los astros son playas
y mi cara la orilla en que despierto
entre paredes con sabor a luz
El único testimonio es el sueño
La única historia