Sala de ensayo
Jorge Luis Borges. Foto: Rodolfo RiveraUna de las lecturas posibles acerca del cuento “Pierre Menard, autor del Quijote”, de Jorge Luis Borges

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Una cuestión a considerar en el cuento “Pierre Menard, autor del Quijote” es la autoridad de su narrador. Él dice lo siguiente:

“Me consta que es muy fácil recusar mi pobre autoridad”.

No obstante, más adelante, en el cuento, revela signos o indicios de su posición social o status. Este narrador nos da pistas acerca de su nivel social. No sabemos cómo él se llama pero sí quién es. El susodicho narrador se apoya en dos testimonios que lo legitiman como miembro de la aristocracia: el primer testimonio es de una condesa y el segundo es de una baronesa. Por ejemplo, este narrador dice en el texto del cuento:

“La condesa de Bagnoregio, uno de los espíritus más finos del principado de Mónaco ha sacrificado ‘a la veracidad y a la muerte’ la señoril reserva que la distingue... Me concede asimismo su beneplácito”.

Sin embargo, su aparente nobleza habría que ponerla en entredicho.

La siguiente cuestión es aclarar un tanto quién es el narrador del cuento. Al menos, demuestra una familiaridad y una confianza ciertamente amplias con Pierre Menard (este último, parece que existió en la realidad, como un personaje histórico de la vida real), por lo que podríamos inferir que se trata de un allegado de Menard.

A sabiendas de que Menard ha decidido no dejar rastros sobre sus procedimientos de trabajo, el narrador se toma la libertad de revisar su archivo personal o particular. Dice el narrador y habla acerca de que “Menard... no permitió que fueran examinadas por nadie (miles de páginas manuscritas) y cuidó que no le sobrevivieran. En vano he procurado reconstruirlas”.

La idea del narrador de este cuento es clara acerca de Menard. Éste no escribe un Quijote contemporáneo. La idea de Menard es reescribirlo desde las experiencias propias y particulares suyas. Para ello, Menard se plantea dos estrategias:

  1. La idea de la total identificación con el autor.
  2. La otra estrategia es descontextualizar la obra en el tiempo o en el espacio; según “uno de esos libros parasitarios que sitúan a Cristo en un bulevar... o a don Quijote en Wall Street” (cita directa del cuento).

Menard parece alguien un poco antiheroico, ya que “el método inicial que imaginó era relativamente sencillo. Conocer bien el español, recuperar la fe católica, guerrear contra los moros o contra el turco, olvidar la historia de Europa entre los años de 1602 y de 1918, ser Miguel de Cervantes”. Y parece antiheroico porque descarta por fácil este camino... O sea, que el camino de identificación total con Miguel de Cervantes “era de antemano imposible...”. Es decir, el camino del héroe es desechado.

Ante esta objeción que hacemos a la persona de Menard, “Madame Bachelier ha visto en ellas (en las sofisterías) una admirable y típica subordinación del autor a la psicología del héroe”. Sin embargo, Menard, al rechazar la vía de conocer el español, recuperar la fe católica, luchar contra los moros, etc., se nos muestra como alguien que no les da importancia, por fácil (¡qué ironía!) a tales cosas, y en el fondo subyace el juicio implícito de que él las considera como indignas de repetirlas.

Pero el narrador del cuento nos sigue diciendo, ahora, una frase que cobra mayor importancia para nosotros, que es la siguiente: “Menard declaraba que censurar y alabar son operaciones sentimentales que nada tienen que ver con la crítica”. El texto de Borges sobre Pierre Menard no sólo nos habla de crítica sino que habla de apartarnos del texto; separarnos de él así como de saber diferenciar el sentimiento de la razón.

El narrador de Jorge Luis Borges nos dice sobre Menard que éste último propone la historia como origen de la realidad. No como lo que creemos que haya sucedido sino como su misma fuente, pues dice en el cuento por medio de una cita del Quijote la siguiente frase: “La verdad, cuya madre es la historia...”. Es decir, la historia que es madre de la verdad en cuanto nos cuenta lo que realmente sucedió, y no lo que recordamos de ella ni lo que a veces convertimos en leyendas que trastocan todo el sentido histórico de la vida.

Borges mediante el narrador nos dice todo aquello que necesitamos saber. Su narrador constantemente está abriéndole el entendimiento al lector mediante claves, algunas de ellas implícitas, otras explícitas. Borges nos está hablando en su cuento de la responsabilidad del crítico literario en torno a la veracidad y a la historia. La crítica literaria despojada de sentimientos; no loar al autor literario, ni tampoco señalarle con el dedo.

Están por un lado las influencias literarias que tienen lugar en un autor; por el otro, los hechos históricos acaecidos entre el tiempo de la obra y el del crítico. Por lo tanto, para lograr ser crítico es necesario tomar en cuenta estos importantes aspectos y juzgar de acuerdo con ellos. Resulta un cometido dificilísimo hacer esto; vale decir, olvidar un tanto las influencias literarias que impregnan nuestro espíritu así como también situarnos en el propio escenario donde surge la obra literaria. Sin embargo, es lo justo que hay que hacer; ya que como hombres y mujeres de letras sabemos que nosotros somos un Pierre Menard rescribiendo constantemente el Quijote, descontextualizándolo de sus particulares circunstancias e influencias históricas. Es una tarea que nos corresponde a los críticos hacer; es decir, que tomemos conciencia de este hecho. Ya que cada obra literaria está rescribiendo la anterior, y la siguiente será una rescritura de la presente. Tal es el carácter de la literatura.

Otra idea que aparece en el cuento sobre Menard es la siguiente. Al parecer, él inventa una nueva técnica de leer. Esta concepción desconocida del acto de la lectura aportada por Menard también es importante. Por medio del “anacronismo deliberado y de las atribuciones erróneas” él nos invita de una manera muy especial a ubicar la obra literaria desde su contexto histórico y sin caer en falsas atribuciones que pervierten un tanto la autoría de obras, sobre todo si éstas son de las mejores de un determinado autor, ya que le niegan a este último los créditos que merece y se le otorgan a otro, que los desmerece.

Es decir, lo que denuncia precisamente el narrador es aquello que debiéramos evitar nosotros, los críticos literarios. Este asunto es bastante atractivo como para dejarlo en el aire. La ironía de Menard está en quedar en el olvido por la historia, justamente por tratar de descontextualizar una obra existente de la historia.

En resumen, a nuestro criterio, Borges hace crítica a través del narrador de su cuento. Aconseja, estimula y motiva a los lectores y escritores a hacer del mundo literario un mundo justo. ¿Será quizá Jorge Luis Borges víctima o, peor aun, habrá cometido tales yerros como la descontextualización y la atribución errónea de alguna obra, como para que nos enseñe lo que hubiere aprendido por su propia experiencia?