Letras
A cualquier madre podría pasarle

Comparte este contenido con tus amigos

No, señor. Si usted quiere, se lo repito todo desde el principio. Mire: cuando yo llegué a verlo, mi niño ya estaba muerto. Sí. En su camita. No. Pues no sé. Yo estaba acostada junto a mi marido, tratando de dormirme aunque fuera un rato, pero se me hizo bien raro que el nene no llorara, para variar. Me levanté nomás a ver si el monitor estaba encendido... Aún no lo entiendo. El pediatra alguna vez me lo advirtió, dijo que estas cosas suceden así, nomás, sin motivo alguno; por eso corrí al otro cuarto y escuché que no había ni un solo ruido... Sí, señor. Mi marido es testigo. Bueno, Sebastián ya estaba dormido, pero mis gritos lo despertaron cuando vi que mi hijito no respiraba. No. No respiraba. Ay. Estaba todo blanco. El lunes iba a cumplir su primer añito... ¿Disculpe? ¡Pero cómo se le ocurre, señor! Me ofende que se me acuse de algo tan sucio. Puede usted estar seguro de que yo amaba a mi niño. Todavía era un bebé. Mi bebé. Siempre lo dormía bocabajo... ¿Los moretones? ¡Pues intenté darle respiración! Estaba desesperada, simplemente lo jalé, y ya, no lo pensé, señor, póngase en mi lugar, por favor... ¿Sebastián? Ash. Él seguía dormido. No: creo que ya se había levantado. O algo así, carajo, no sé, no recuerdo bien, yo sólo pensaba en revivir a mi nene... ¿Qué?, ¿mi psiquiatra declaró? ¡Por favor, señor!, ¿mitómana yo?, ¡por Dios! ¿Rasguños?, ¿cuáles..? ¡Ah!, ésos... Pues... nada. Sebastián llegó muy borracho el sábado. Como siempre. O creo que fue el viernes. ¿Fue el viernes? Sí, señor. Se lo juro. Fue mi marido. Ay. Pues que mi niño estaba llorando, y Sebastián llegó bien borracho. Yo ya no sabía cómo callar al mocoso antes de que nos madrearan a los dos... No, señor. Fue Sebastián. Sí. El fin de semana pasado... ¿Qué?, ¿cicatrices de hace un mes? No, no, no; ya le dije que Sebastián llegó borracho el sábado. Sí, este sábado... ¡Ah! ¿No me cree? ¡Mire! ¡Mire cómo me dejó el cabrón! ¿Ve esta quemada? ¡Mírela bien, señor! ¡Mire! Mh. Pues por defender a mi hijo... ¡Porque es mi marido! ¡Por eso! Cómo iba yo a denunciarlo... ¡Ah!, ¡eso! Nada grave, señor. Lo senté en el carrito del súper, y de pronto el escuincle ya estaba en el piso. Ay. Sí. Y otra vez a correr con el médico... Digo, a cualquier madre podría pasarle, ¿o no? No, señor. ¿Qué dice? ¡Que no, señor! ¿Por qué insiste tanto? ¡No le haga caso! Mi psiquiatra está loco. Yo jamás me haría daño. Que me la hizo mi marido; mire esta otra. Que yo ya no fumo, señor, ¿o qué no me ve? Otra vez tuve que dejar el cigarro. No. Que no. Que yo no dañaría a nadie. No. A nadie. Y mucho menos a mis hijos... ¿Munchausen?, ¿qué es eso? No, no, no, a ver, a ver, espéreme tantito. Yo no lo asfixié. Ese niño ya estaba muerto cuando yo llegué a verlo. Pero, ¡señor!, ¡cómo se le ocurre que una madre..! Ay. Por favor. Ya déjeme ir, ¿sí? Se lo suplico. Me siento muy mal. Me mandaron reposo absoluto. Pues porque es de alto riesgo. Sí. Queremos tener tres. Ésta va ser niña...