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“Gringo Viejo”, de Carlos FuentesEl regreso del Gringo Viejo

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En el marco de un homenaje, que incluye la reedición completa de la obra del escritor mexicano Carlos Fuentes, la editorial Alfaguara editó recientemente la novela Gringo Viejo.

Esta novela fue editada por primera vez en 1985; desde entonces se ha traducido a varios idiomas y fue adaptada para el cine. El personaje central de la historia emprende un viaje que lo lleva de norte a sur, a cruzar la frontera entre Estados Unidos y México. El viaje es mucho más largo, mucho más definitivo, el límite que se propone cruzar es entre la vida y la muerte. Una historia surgida de un hecho real: Ambrose Bierce, periodista americano, se despide de sus amigos con cartas en las que se declara viejo y cansado. Quería morir y elegir cómo. La enfermedad y los accidentes le parecían indignos. Morir ante un paredón mexicano, ser un gringo en México, eso sí es eutanasia. El viejo se niega a la decrepitud, y huye al encuentro con una muerte digna, heroica. Un cadáver bien parecido, es también una decisión de vida.

Partió a la revolución y nunca se volvió a saber de él. Este es el punto de partida que elige el autor para esta gran novela. Desde allí Carlos Fuentes teje la trama a través de la cual se describe la crudeza de un conflicto que marcó a sangre y fuego a la sociedad mexicana en las primeras décadas del siglo XX.

Para Fuentes las fronteras son una obsesión, su narrativa tiene este tópico de forma recurrente pero siempre renovado por un estilo y creatividad particulares.

El autor escribió sobre los límites y el tiempo, también como una frontera en movimiento; desde el pasado de la conquista, el choque de civilizaciones, las guerras y revoluciones; su presente de contemporáneas injusticias y, sobre todo, escribió sabiendo que el futuro seguirá marcado por profundas grietas, no siempre naturales, los límites que marcan las grandes desigualdades.

Este relato, pura ficción nacida de un hecho real, casi anecdótico, cuenta la historia de una revolución, una guerra. También muestra la oposición de mundos, de religiones y concepciones del orden. Una distancia inconmensurable entre países vecinos, muy cercanos y sin embargo tan lejanos; separados por un límite que parece una cicatriz pero que es la herida abierta de un río con dos nombres. Los personajes representan a fuertes y débiles, sometidos y sometedores; actores en acción en un desierto alguna vez ocupado por el mar, hoy, en la novela, ocupado por la lucha, bañado por la sangre y el apasionado sudor de estos personajes que alguna vez fueron reales. Luego de recorrer un largo camino llegan a un abismo desconocido desde donde cuestionan su pasado y reflexionan sobre lo que son. Otro tópico de Fuentes que se reitera es esta lucha en que los personajes intentan definir su identidad, la identidad de sus pueblos. Todos bailan en el onírico salón de los espejos, se ven, toman conciencia de sí y del otro; se exigen, se reclaman y se intentan entender.

La violencia de la guerra, la sangre de hombres y mujeres como una semilla estéril metiéndose en la tierra del árido desierto. Carlos Fuentes escribió este trabajo con un lenguaje cuidado, incisivo y poético. La historia parece darle la razón, él no se equivocó cuando desde otra de sus obras se atrevió a sentenciar:

“Las revoluciones están hechas por los hombres (...) y de todas las revoluciones surge una nueva casta privilegiada”.

Gringo Viejo puede ser leída como una historia de amor, de guerra, de búsqueda de identidades; pero sobre todo es una historia profunda, que emerge y se sumerge como un delfín en el mar, entre las olas del alma humana, con su memoria, sus percepciones del tiempo y del espacio, con su conciencia individual, a veces dividida.

La frontera secreta de cada uno, esa es, sin duda, la frontera más difícil de cruzar.