He visitado
He visitado la miseria
—nuestra miseria— en un viejo rostro
que puede ser igual al de los gallos estrujando el entusiasmo
espejismos haciendo filigranas de luz
rosas de torpe leche escaparate de caricaturas blanquecinas
durante la algarabía de los fusiles
por una feria de máscaras ceguedad gris y vigilancia de ratas
Ha latido
Azul el país ha latido
aunque al bisbiseo de gusanos plausible
en burbujas inmobiliarias y cansinos desencarcelados
por espátulas de alcohol cocainómano
y putas para la Corte
bueno es algo para traducir a pedradas
decir que la amnesia se hace con hielo
y el corazón pide noches más noches
mientras la impuesta serenidad da la lata
con su nuevo versículo de la bondad
en días de acantilado señoreo
a pruritos necios por doquier
y a políticos en apuros o en desarreglos anales
De la vida nos preguntan siempre
De la vida nos preguntan siempre,
de ese corral de lágrimas,
de esa ventaja de morir;
¿hace buen tiempo en la vida?,
¿qué cansancio hay?,
¿cómo se van, cómo... los sueños?
De la vida nos preguntan
siempre.
Las palabras
En las palabras morimos
escuchando sus sueños,
sigilosos lucimientos
del amor.
En ellas que habíamos
dado lealtad amigablemente honrosa
y lo de azul
nos mueve.
Pero de ellas nos alejamos un día
con los ojos cruzando el aire...,
y en eso nos vamos
c-r-e-y-e-n-d-o
cómo nos durmieron
—tan dulce y ligeramente—
para que escucháramos —¡tanta belleza!— sus sueños.