Artículos y reportajes
Ilustración: Suk-Heui ParkEstrellas

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Quién puede resistirse a la promesa de que le bajarán las estrellas.

Este ofrecimiento nos lo hacen el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Embajada de Francia en México, la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional, entre otras instituciones y asociaciones.

Se trata de “La Noche de las Estrellas 2009. El Cielo de Nuestros Antepasados”, un evento científico y cultural, para todo el público, programado para el próximo treinta y uno de enero (sábado), en antiguos centros prehispánicos, para observar el cielo a simple vista y, a través de telescopios, asesorados por cientos de astrónomos aficionados y profesionales. Se escucharán conferencias, leyendas y mitos sobre la astronomía.

El centro prehispánico elegido, de Michoacán, es Tzintzuntzan.

2009 ha sido declarado, por la ONU, el Año Internacional de la Astronomía; también del Gorila. Así como 2008 fue el de los Idiomas; y el 2003, del Agua Dulce.

Sus razones, básicamente porque se busca estimular el interés general sobre la disciplina de la astronomía y de la ciencia en general; ponderando el trabajo de la familia internacional de astrónomos, que trabajan por encontrar respuestas a preguntas fundamentales de la humanidad. Se intenta trasmitir, también, la emoción del descubrimiento personal en el universo, así como de nuestro lugar en él.

El IYA2009 celebra, igualmente, los avances fundamentales de Galileo, hace 400 años, al usar en 1609 el telescopio, por primera vez, para observaciones astronómicas.

Galileo Galilei, de quien nuevas investigaciones refieren que no pronunció aquella frase que se le atribuye (Eppur si muove, “y sin embargo se mueve”), cuando fue convocado por el Santo Oficio en 1633, obligado a abjurar su teoría del movimiento de la Tierra, construyó en 1609 su primer telescopio, que aumentaba los objetos seis veces sin deformarlos.

Más tarde desarrolla otros instrumentos que amplían la posibilidad de la imagen, descubriendo la naturaleza de la Vía Láctea, los anillos de Saturno y los satélites de Júpiter.

Con la cabeza llena de estrellas, Galileo, en honor de Cosme II de Médicis, su antiguo alumno y mecenas, gran duque de Toscana, no duda en hacer el juego de palabras “cósmica”, para denominar parte de sus descubrimientos.

Una vez que “el padre de la astronomía moderna”, sentó las bases para el descubrimiento del universo, científicos de todo el mundo han continuado develando sus misterios. Hace unos días, por ejemplo, revelan que la Vía Láctea es 15 por ciento más grande y 50 por ciento más densa que Andrómeda. Ello representa que la Vía Láctea deje de ser considerada hermana menor de Andrómeda, sino casi su gemela.

Los cuerpos celestes revelados en el cielo han servido también como negocio. Una empresa que se anuncia como Registro Internacional de Estrellas, supuestamente vende estos cuerpos luminosos. El kit —básico—, que contiene un mapa con los datos de la estrella, determinándose la constelación a la que pertenece, sus coordenadas, magnitud y número científico, una carta de felicitación a la persona homenajeada y un libro referido a cómo reconocer las estrellas, tiene un costo de mil doscientos setenta y cinco pesos mexicanos.

Esta fundación, que dice no tener fines de lucro, y no manejar perpetuidad, reconoce que no es legal comprar o vender estrellas, por lo que se manejan en los límites protocolares de la Unión Astronómica Internacional.

Puede ser romántica esta idea, como fraudulenta, porque el cielo es nuestro; es decir, de la humanidad, de ahí que no deba pagarse ningún precio por sentir una estrella propia. Además, la UAI es la única organización facultada para poner nombres a los cuerpos celestes, con criterios científicos internacionales, no comerciales.

Ver estrellas, pensar en estrellas, soñar con estrellas, en este año, dedicado a la ciencia que las nombra, las ubica y las comparte, hará que el tiempo difícil sea más llevadero.

Si miramos siempre en horizonte, veremos, tristemente, las zaheridas calles de Gaza, a Ucrania sin gas, a los ejecutados de México, la pérdida de empleos en el planeta entero; si miramos hacia el cielo, y en una estrella, que no lleve nuestro nombre en un falso bautismo, encontramos un titileo, sabremos que seguimos vivos para hacer algo.