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La Habana y los absurdos coletazos a la chilensis
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Después de 24 horas de viaje que incluyen dos escalas que suman 12, vengo llegando de La Habana, de la Feria Internacional del Libro (FILH), que impacta de principio a fin, tanto por la portentosa escenografía en la que se desarrolla, la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, como por la magnitud del evento, desbordante en actividades, que anuncia a diario el matutino del evento, El Cañonazo, y que van tentando al lector a cada paso.

Por sus calles empedradas transitaron, cada día, miles de personas que acudieron al morro en busca de las novedades, escritores que encontramos por sus callejones y especie de bóvedas; venidos de todos los rincones del mundo, y donde finalmente participaron, por diferentes medios, con o sin apoyo de nuestra Cancillería, más de treinta escritores chilenos que si me apuran llegamos a los cuarenta —oficiales y no oficiales—, de las más diversas generaciones y trayectoria, que darían para llenar varias páginas.

En medio de esta fiesta literaria, a cada rato nos encontramos con el Ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto, que viene a presentar el libro de algún amigo o a integrar alguna mesa de conversación. Allí nos reconocemos los chilenos, en las alturas de La Habana y en la confluencia de editores, escritores y políticos, con Arrate, Navarro, Teillier y Hirsch; los dos últimos presentando sus libros De academias y subterráneos y El fin de la prehistoria: un camino hacia la libertad, respectivamente.

Considerando las dificultades para editar en nuestro país, destacable se hace los más de veinte títulos que presentaron, en honor a Chile, las editoriales cubanas: Casa de las Américas, Arte y Literatura y la colección de la Uneac. Se realizó un extenso programa, de gran diversidad, además de las presentaciones de libros que hicieron las editoriales chilenas, varias que conformaron con amplia y significativa presencia el pabellón de Chile; las mesas redondas en torno a la literatura chilena; los encuentros con los premios nacionales, los de editores; lecturas de poesía y narrativa, conversatorios. Los homenajes tampoco faltaron, con un libro bajo el brazo, a Pablo de Rokha, a Gabriela Mistral, Enrique Lihn, Violeta Parra, Víctor Jara y Volodia Teitelboim.

La narrativa tuvo sus días notables, uno de ellos el foro en el que participaron Poli Délano, presentando un exhaustivo panorama generacional; Nona Fernández, quien se refiere al papel que desea juegue su generación, dijo: “Mi generación está tratando de hacer algo visible”, y Pablo Azocar. Roberto Fernández Retamar presentó el número 253 de la revista Casa de las Américas dedicado a Ideas y letras de Chile, junto a la presentación de la antología Grandes cuentos chilenos del siglo XX, de Camilo Marxs, editada también por Casa. Otro, días antes se presentaba Lumpérica, de Diamela Eltit, con notoria lucidez, y tuve la ocasión de escuchar el magnífico encuentro de José Miguel Varas con la periodista cubana Magda Resik en el espacio “Conversando con...”, donde nos relata su sorprendente trayecto por la vida, la literatura y el periodismo, su relación con Cuba, con Neruda, el escenario cultural, en fin, nos sitúa con sus cuentos en nuestro Chile. La ocasión sirvió como marco de la presentación del libro El seductor, editado por LOM.

También la poesía destacó y en la primera avanzada de la delegación estuvieron los poetas Raúl Zurita, Elicura Chuhuailaf, Omar Lara, Reynaldo Lacámara y Carmen Berenguer en la mesa en torno a la poesía chilena contemporánea y las presentaciones de sus libros editados en la isla: De sueños azules, Naciste pintada, Travesías y Fértil provincia, antología que hicieran nuestros compatriotas, poetas Lacámara y Morales, para Casa, y luego Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte, selección de Damaris Calderón para Arte y Literatura.

Pero eso no es todo y no se agota en este artículo, los recambios se hacían notar a medida que avanzaba la feria, con más y nueva presencia chilena que descubría en el programa diario. Lamujer en la literatura chilena no dio tregua en la mesa “Mujeres y literatura” y la presentación del libro de Lina Vera Lamperein. Los más jóvenes también tuvieron su espacio y cumplieron, la dramaturgia con Marco Antonio de la Parra, la literatura infantil con Manuel Peña, la ciencia y el cine. Las editoriales LOM, Cuarto Propio y Ventana Abierta hicieron un loable esfuerzo con su activa participación y presencia de sus directores.

A modo de registro, estuvieron en la FILH representando a nuestro país: Raúl Zurita, José Miguel Varas, Carmen Berenguer, Elicura Chuihuailaf, Reynaldo Lacámara, Omar Lara, Diamela Eltit, Marco Antonio de la Parra con la antología La dramaturgia como sacrificio, Pedro Lemebel, Thomás Harris, Poli Délano, Faride Zerán, Nona Fernández, Pablo Azocar, Jorge Montealegre, Humberto Giannini, Isabel Gómez con El lugar de la memoria, Cristina Larco, Ximena Troncoso, Luisa Eguiluz, Guillermo García con En fin de modo que, Dinko Pavlov, Luis Aguilera, Jorge Navarro, Claudina Figueroa, Radomiro Spotorno, Teodoro Elssaca, Claudia Apablaza, Grinor Rojo, Miguel del Campo, Héctor Hernández Montecinos, Manuel Peña, Roxana Miranda, Gustavo Barrera, Julio Carrasco, Pavela Coppola, Sergio Ojeda, entre otros que pude observar, iban llegaban a mi regreso. Mi lista no terminaba nunca y cada día anexaba nuevos nombres, una suerte de juego que entretenía mis extraños momentos de ocio, pocos.

Allá, durante mi estadía, pude constatar el interés y amplia cobertura de prensa en los medios locales y por mi parte ayudé a promocionar, aunque sobre la marcha —porque esta vez no era motivo de mi viaje—, en la prensa escrita y radial, a nuestros escritores, que advierto se me hizo fácil, por la calidez y el interés y porque hasta mi llegada no había un interlocutor chileno para la prensa cubana que fuera informando de cada uno de los literatos que iban concurriendo a la feria. Con todo, mi impresión es que Chile y sus embajadores en esta jornada, obviando las dificultades y ausencias, hicieron un gran papel que no cubrieron en su real magnitud los medios nacionales.

 

“Fértil provincia”, antología de poetas chilenos“El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”

Siempre parece haber más de un punto negro que viene a empañar lo que se hace y logra con entusiasmo. Me pregunto qué está pasando, qué hace que las descalificaciones afloren cada cierto tiempo en el mundo literario nacional, como un antídoto carente de todo discernimiento. La ira desmedida que se arroja da miedo y a mi humilde entender busca ponernos en un peligroso inmovilismo, en una forma de autoexclusión y ese es el absurdo: mejor no hacer nada para no exponernos a la crítica, al glorioso horror desplegado por los nuestros. Así, llegando me sorprendo con la farándula de mails e insensata publicación que hiciera el diario La Segunda en la sección denominada “Top Secret” el pasado 16 de febrero. Nota titulada “Poeta bajado del avión a Cuba”, que contiene lamentables citas del poeta Andrés Morales, aseveraciones del diario que faltan a la verdad en cada uno de sus párrafos, y la tónica, confusas acusaciones en contra del presidente de la SECH, por supuesto sin molestarse el medio en corroborar, pero eso ya lo sabemos; recientes años atrás la prensa escrita publicó hasta anónimos. Todo lo cual es necesario desmentir a cabalidad, que es lo que se ha solicitado, en igual espacio y considerando fuentes fidedignas, porque los imputados tienen derecho a defenderse, como parece no otorgárseles el derecho a la duda, ni al respeto.

¿Es así entonces nuestra “Fértil provincia”?, me pregunto; nombre de la antología a que se hace mención, que por cierto, se gesta de manera totalmente contraria a lo que declara, porque es Lacámara el conminado a hacerla, luego de sus activos lazos con las instituciones de la cultura cubana, e invita a Morales a sumarse en este interesante proyecto literario como coautor y desarrollarlo en conjunto. Ambos entusiasmados por hacer una muestra centrada principalmente en los años 80 y 90 convocan a varios poetas. Como sea se edita el volumen de 245 páginas, que reúne a 28 autores contemporáneos, con prólogo de Andrés Morales, donde se detalla de manera magistral cómo se hizo este trabajo y que se presenta, atribuyéndole todos los créditos que corresponden a los dos coautores de esta selección, siendo la mejor prueba de ello el libro publicado por Casa (que naturalmente compré en la feria). Así lo informa el programa diario, el de Casa y las notas de prensa en la isla, y podrán constatar los que allí estuvieron porque la presentación fue colectiva e incluía, además de la antología, los libros de Carmen Berenguer y Elicura Chihuailaf.

Difícilmente La Segunda y el propio Andrés puede dar testimonio o decir cómo se desarrolló el programa, si fue mencionado o no como autor, si finalmente no viajó a La Habana o la falacia que se construye en la nota donde finalmente, afirma el diario, luego de referirse al incidente en el aeropuerto: “Pero eso no fue todo: su obra fue impresa en La Habana y leída en la Feria de Cuba”. Y remata: “Mas él no la leyó y no figuró como autor, sino sólo en segundo lugar. Primero estaba el nombre del Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile...”. Cabe decir que la obra no fue leída propiamente tal, se refirieron a ella los presentadores que asistieron, Roberto Zurbano y Reynaldo Lacámara, donde también estaba confirmada la participación de Morales y se contó con la presencia de Miguel Barnett.

Desconozco hasta ahora las motivaciones profundas del poeta y amigo Andrés Morales, posiblemente tergiversado por La Segunda o, por qué no decirlo, cayó en la trampa que obnubila la sabiduría de algunos escritores faltos del reconocimiento esperado y merecido en nuestro país. Conversé con él, minutos antes de que saliera rumbo al aeropuerto, y me quedé preocupada. Estaba perturbado, porque no se había encontrado en el programa ferial, el que todos buscamos por Google. Comprendí y traté de llamarlo a la calma, no lo logré.

La línea aérea Copa, también aludida, hace un informe de los hechos que le impidieron el viaje a La Habana y niega además que haya sido encañonado, menos con una metralleta como cita el periódico. Como sea, respecto de ese hecho, nada menor, debiera pronunciarse Policía Internacional. En estos tiempos, nadie quiere volver a ver fusiles por la espalda.

No he podido obviar estos tristes acontecimientos —de otros no aporta escribir—, tampoco pretendo husmear en la tragedia, ni menos encender más aun la seguidilla de descalificaciones, pero como dijo mi tía de 90 sabios años: “Nunca falta un roto para un descosido”. Por favor, no den tregua a los oportunistas, desalmados que se aparecen como paladines de la justicia, en vez de cumplir con ellos mismos. Se tiró la primera piedra, ahora párenla, por el bien de la obra, del gremio. Queremos ver esa antología, por cierto ya difundida por todas las librerías cubanas, presentada pronto en nuestro país, que al final del mundo, no es el edén en relaciones humanas.

Definitivamente hay que superar estos episodios que circundan el espacio literario, rechazar el lodo que nos salpica, evitar ser presa de los medios tan polarizados en nuestro país y que tanto mal hacen sobre todo a los escritores y escritoras de nuestro Chile que tiene mucho que entregar y mostrar. Una obra digna de ser difundida, promocionada y por cierto leída. Hay mucho trabajo por hacer, reivindicaciones pendientes y cada uno tiene un rol en ello, al que no están ajenos las editoriales, los mismos escritores, el Estado y el potencial lector.

Un día un amigo de la academia me decía: “es el peso de la noche lo que nos afecta”, pienso en ello ahora, la oscuridad de la noche tiene múltiples formas, nos fracciona, pero para volver a vivir nuevas décadas de oro necesitamos sacar la cabeza de ese cascarón trasnochado y contaminado. Ese humo nos ha cegado por sobre todo la solidaridad, la lealtad, la amistad, la confianza.

 

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