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Se investiga

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Fue como en los cuentos de hadas que me leía los fines de semana el abuelo Pancho en la posada de Paucarpata, el único lugar donde nadie me señalaba con el pulgar ni me miraba de reojo.

Hoy, al despertar, yo era otro... o era nadie (pero algo en mí había cambiado abruptamente). Presumí que en el lomo de mi almohada persistían mis manías más tenaces y perniciosas. Y debajo de ella dejé, deliberadamente, el último papelito que anoche pasaron por debajo de la puerta antes de tocarla tres veces.

El remitente firmó con la palabra PROTERVO, y el texto en mención dice así:

1+2=3
3+SANDRITA=POLUCIONES NOCTURNAS
POLUCIONES NOCTURNAS+(PARÉNTESIS)=TÚ

No hay que ser muy entendido en estos menesteres para deducir que se trata, desde luego, de un mensaje cifrado que, antes que exaltarme, busca enquistarme un inaudito temor al futuro... o al pasado que ambos tuvimos en común (hablo, pues, de PROTERVO y de mí).

La primera línea contiene una operación aritmética elemental y cumple una función ornamental. El segundo renglón es sintomático —y es el más enigmático de los tres—, porque viene con el nombre de mi primera hija: Sandra. La poluciones nocturnas son el resultado de un juego aleatorio que no llego a vislumbrar sin ayuda del tercer cálculo que trae un paréntesis que abarca mi mundo y el de los demás. La operación falla, pues ese TÚ debiera ser un NOSOTROS. Es justamente ahí en donde tengo que meter la mano (o el falo).

Hasta donde sé, sólo dos personas hemos tenido intimidad con Sandrita: su primo Melchor y yo. No tengo ningún temor en abordar este tema, pues no oculto nada sórdido ni ruin. En mi caso, siempre fue un sexo consentido, el goce de la piel, una límpida celebración de la vida. El abuso nunca se dio: ella misma lo puede corroborar.

El caso de Melchor, en cambio, tiene otro panorama. Su primo la penetró contranatura y le provocó grandes hemorragias debido a la dimensión de su miembro (así lo indicó el médico legista apellidado, creo, Mazeyra). Fue por ese suceso que mi muchacha quedó traumatizada y empezó a contar cosas que debían quedarse en casa.

Si mal no recuerdo todo empezó en el Festival Anual del Arroz, en Camaná. Cuando cayó la noche, la cogí de la mano y nos alejamos del bullicio y el jolgorio. Me la llevé a la playa y la desvirgué en esa oscuridad plagada de estrellas desalineadas y fulgurantes. Todavía puedo sentir esa selva virgen en la que me pude abrir paso con un jadeo contenido. Fue el sexo más sobrio y edificante que tuve en mi vida. Cuando le dije al juez que me sentenció que el sexo con la hija es algo que todos los padres debemos probar, se armó un caos en la Corte.

Me envidian o no me comprenden, ¡qué sé yo! No están listos para entender.

Pero yo, en cambio, a ti sí te comprendo, PROTERVO.

¡PROTERVO!
PROnóstico
TERminal
VO

 

Nota del editor. Este texto, aparentemente inacabado, fue encontrado junto al cuerpo de Ángel Rama Marroquín. Se trata, según investigaciones policiales, de una supuesta carta de despedida. El sujeto, de sesenta y tres años, había salido libre hace un mes, luego de cumplir sentencia por violación sistemática de su hija.

Fueron tres disparos los que se autoendilgó: uno en la pierna derecha, otro en el pecho y el último en la sien izquierda. Al consultársele a su sobrino Melchor (quien sigue cumpliendo sentencia) sobre los móviles del suicidio, sólo alcanzó a decir: “¡quería descansar, ya déjenlo en paz al tío!”.

Junto al suicida se encontró, también, un paquete que envolvía una Biblia con el Nuevo Testamento arrancado y, a su lado, una fotocopia de un libro en donde luce resaltado el siguiente fragmento:

“Ahora que todos los negros son buenos y todos los maricones unos seres muy simpáticos, a ver si la sociedad ésta se reúne y decide de una vez que no todos los violadores somos mala gente... Siempre será mejor violar a una mujer y dejarla viva, que no violarla y matarla. Yo no sería capaz de matar a una mujer, no tendría estómago para ello. Pero violarlas, les aseguro que no me produce ningún remordimiento”. El autor de la obra sería un tal Hernán Migoya de nacionalidad española, pero esto todavía no ha sido confirmado por los peritos de criminalística, quienes —según broma desubicada de un periodista que sigue el caso— deben leer muy poco.

Cuando preguntamos sobre el destino que corrió el papelito con las tres operaciones, todos se amoscan y se muestran muy cortantes. A veces, nos responden: SE INVESTIGA.