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Pastoral americana, de Philip Roth

Philip Roth

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Quizá sea Pastoral americana la mejor novela de Philip Roth, donde su pluma recrea un segmento de la sociedad norteamericana que puede ser ilustrativo para entender y juzgar sus tópicos más emblemáticos. A partir de la caracterización detallada y minuciosa de uno de sus personajes, prototipo del joven norteamericano exitoso de post guerra, el talentoso escritor de origen judío se da maña para recrear y plantear las preguntas y denuncias que embargan su espíritu artístico. La penetración sicológica y social del mundo descrito es a tal extremo acabada, que bien podría traducirse como un examen radiológico del alma norteamericana.

A partir del clásico narrador en primera persona, focalizado en el alter ego de Roth con el nombre de Skip Zuckerman, comienza la introspección de la personalidad del joven Seymour Levov, apodado el Sueco por sus compañeros de generación, quien goza de una reputación incuestionable en su medio social. El propio Zuckerman lo admira como a un hermano mayor, ya como deportista, hijo ejemplar, empresario responsable y próspero, pero sobre todo por el recuerdo que guarda de él cuando pasaba por ser la estrella deportiva del colegio y del pueblo.

Veinte años más tarde, cuando ya toda esa generación que diera vida al condado de Nueva Jersey y particularmente a la localidad de Newark, se encuentra lejos de sus barrios porque se han acabado las fábricas levantadas a puño por sus padres, una invitación inesperada a cenar por parte del famoso Sueco Levov motivará al escritor Skip Zuckerman a indagar en la vida y en el alma de aquel prototipo ideal de muchacho norteamericano, transformado ahora en un hombre grande lleno de problemas sin solución, y muerto repentinamente de cáncer, acaso como consecuencia de la profundidad de las heridas del corazón.

“Pastoral americana”, de Philip RothLa narración poco a poco irá cercando la realidad, mostrando sus múltiples aristas, poniendo de relieve también otra de las grandes problemáticas de la sociedad norteamericana, como la diferencia entre judíos y cristianos al interior de esa nueva sociedad (otro de los ineludibles tópicos de la literatura de Roth), partiendo del Sueco y sus orígenes, tan diferentes a los de su mujer de ascendencia católica, y aunque ninguno de los dos deja entrever conflictos de orden propiamente religiosos, las costumbres que arrastran constituyen también un problema para una mejor convivencia de pareja. Así, el padre del sueco Levov, en desacuerdo desde un comienzo con el matrimonio de su hijo con una mujer de familia católica, no vacilará en culpar a la diferencia de orígenes religiosos el triste desenlace en que deviene la situación.

La novela también aborda el problema de la estigmatización de la mujer, como consecuencia de esos típicos concursos de belleza norteamericano. La mujer del sueco Levov, Mary Dawn Dwyer, fue miss New Jersey en su juventud, y ese estrellato lo cargará toda su vida, sin poder dejar de ser nunca miss New Jersey para su entorno y para quienes la conocen por primera vez. Acaso por eso esta mujer se margina socialmente en su estancia y dedica sus días a criar animales, como una forma de liberarse de la presión social, como una puerta de escape para esa carga que a medida que transcurren los años resulta cada vez más difícil de cargar. Sin embargo, este aislamiento enfermizo tendrá también consecuencias nefastas para la familia, focalizándose en la persona de su hija, quien viene a representar el resultado de esta nueva sociedad que llegó en un momento a tenerlo todo. Matrimonios estables, empleo, dinero suficiente, libertad de acción, alegría de vivir...

La vida del hermano del Sueco constituye también otro centro importante de atención, en tanto representa la antítesis de su hermano. Jerry se ha enriquecido como médico cirujano, se ha casado cuatro o cinco veces, contradiciendo todas las normas impuestas por sus padres. El dinero y sobre todo el éxito (exitismo de la vida norteamericana) lo ha llevado a vivir una vida muy distinta a la de su hermano, quien parece sobrellevar sobre sus hombros con total dignidad el peso de la carga ancestral, con todas sus reglas y formalidades. El hecho de secundar a su padre en la fábrica de guantes, que aunque inmensamente próspera en su momento, privó al Sueco de hacer su propia vida. Pudo haber sido un deportista exitoso, o bien un ilustre militar, o un hombre libre de la tutela de los padres. Aun así, todo parece perfecto en su vida, y sigue siendo la envidia de muchos, hasta que un día su hija pone una bomba en la oficina del tranquilo pueblo en donde habitan, matando a una persona. Esa bomba estallará también al interior del Sueco y su vida comenzará poco a poco a desmoronarse, a recorrer el periplo que lleva al hombre hacia el interior de sí mismo buscando respuestas incontestables. ¿En qué fallé?, ¿cuál fue mi error?, ¿por qué mi hija?

La lectura de Pastoral americana no dejará a ningún lector incólume. Es sin duda uno de esos grandes libros que agrega un nuevo lente a nuestra sesgada percepción de la realidad. La novela es una denuncia a puertas abiertas de los grandes vicios de la sociedad norteamericana de post guerra, inmensamente próspera en lo material, pero pobre en lo espiritual. El exceso de riqueza de una sociedad conlleva a la destrucción de la misma, o, las grandes libertades engendran hijos endemoniados. Ambas proposiciones han sido sutilmente esbozadas y tal vez sea deber del lector desarrollar.