Sala de ensayo
Reinaldo ArenasCarnavalizar el mundo: Bajtín y cuestión gay en Antes que anochezca de Reinaldo Arenas

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Reinaldo Arenas1 (1943-1990) es un nombre insustituible dentro del estudio de la literatura latinoamericana contemporánea de tema gay. A lo largo de su trabajo literario existe un énfasis permanente en torno a la disidencia sexual y política. Aparece dentro de diversas antologías como la de Literatura gay internacional (The Penguin Book of International Gay Writing) editada por Mark Mitchell en 1995, también lo encontramos ocupando un lugar preponderante en la obra del colombiano Jaime Manrique, Maricones eminentes (2000), que incluye exclusivamente a Arenas, a Lorca y a Puig. De la misma manera, el reconocido crítico de literatura gay y lésbica, David William Foster, le otorga un espacio relevante dentro de sus diversos estudios y artículos sobre literatura latinoamericana del mismo tema.

En el presente trabajo analizaremos la última obra de Arenas, Antes que anochezca, que no vería la luz sino hasta dos años después de su muerte en 1992, originalmente en España. En 1993, con la publicación en inglés, la recepción de la obra por parte de la crítica norteamericana fue extraordinaria. Causó polémica en diversos medios escritos como son: The New York Times Book Review, Chicago Tribune, USA Today, San Francisco Chronicle y The Miami Herald. Esta magnífica obra narrativa dio origen a la película homónima del año 2000, dirigida por Julian Schnabel y protagonizada por Javier Bardem en el papel de Reinaldo Arenas. Esta cinta de arte recibió, entre otros 11 premios, el Gran Premio del Jurado y el Premio al Mejor Actor en el Festival de Venecia, asimismo el Premio al Mejor Actor otorgado por la Sociedad Nacional de Críticos de EUA. De igual forma, la película tuvo 15 nominaciones;2 Javier Bardem fue nominado al Globo de Oro como Mejor Actor Dramático y al Oscar como Mejor Actor.

La ficción inherente a Antes que anochezca, como obra afectada por la memoria, es la que nos permitirá analizarla como novela. Antes que anochezca es una radiografía desgarrada no sólo de la experiencia personal del autor, sino de la situación sociopolítica de la Cuba castrista. Esta obra autobiográfica está cargada de la necesidad de gritar, denunciar, una verdad atroz, aparentemente oculta por el encanto de la isla caribeña y la versión oficial de la realidad que siempre se ha manejado hacia el exterior. De cualquier manera, como lo menciona precisamente D. W. Foster en la revista española Reverso (revista de estudios sobre diversidad), esta obra constituye una sublime celebración de homoerotismo:

La opinión general sobre Antes que anochezca es al final, a pesar del enorme fondo opresivo de persecución política que el autor muestra, una celebración jubilosa y triunfante de homoerotismo desatado (85).

A este respecto coincide Jaime Manrique en Maricones eminentes:

...fue en Nueva York donde Reinaldo Arenas [...] dictó, en un ataque de rabia, una autobiografía que es una de las obras más liberadoras nunca escritas y un documento que sirve de acusación de lo que las fuerzas latinoamericanas estalinistas y Fidel Castro hicieron, no sólo a los homosexuales sino a todos los que se atrevían a ser distintos, a disentir (198).

Y es esta lectura, en un sentido positivo, la que inspira al presente trabajo, a partir de la búsqueda desesperada, pero al fin gozosa, por parte del autor y protagonista, a través de la diferencia, hacia la autonomía en todo sentido y en cualquier espacio. Veremos cómo esta búsqueda de libertad parece estar orientada a partir del sentido en que Mijail Bajtín la concibe dentro del ámbito carnavalesco, de acuerdo con su obra La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento (1999). Así, este análisis viene a confirmar y a extender las ideas de Bajtín en torno al carnaval. Asimismo, observaremos que se amplía el concepto del espacio gay carnavalesco limitado hacia un espacio universalizador, es decir, se propone la idea de que cualquier espacio pueda ser susceptible de transformación en un ámbito ideal de inclusión gay.

Antes que anochezca es una obra fundamental por el hecho de presentar una historia que supera la ficción por medio de la descripción de situaciones y experiencias pertenecientes a la vida real. Así, podríamos situar al fenómeno literario del carnaval en la frontera de un fenómeno social y político de la realidad cotidiana. Aquí cabe la invitación a la discusión y a la investigación de si el fenómeno bajtiniano del espacio carnavalesco lo podemos hallar en los círculos gay de nuestras sociedades, discusión que por el momento sólo queda planteada, pudiendo ser motivo de análisis dentro de otro tipo de estudio que vaya más allá de lo literario.

Entrando a la obra nos encontramos con una narración perfectamente estructurada y en orden cronológico. Después de la nota introductoria donde Arenas anuncia su despedida, firmada en agosto de 1990, debido a su avanzado padecimiento a causa del sida, desarrolla la historia de su experiencia en Cuba a partir de su infancia en un pueblo cerca de Holguín. Reinaldo creció en una familia campesina de pocos recursos en el tiempo de la dictadura de Batista y fue huérfano de padre. Toda su familia —que era numerosa— forma parte importante en su época de niño: su madre, su abuela, su abuelo y sus innumerables tíos y primos. La miseria nunca sería un motivo para desalentarlo en la búsqueda de creatividad y aventuras:

Aunque en la casa había siempre mucha gente, yo me las arreglaba para escaparme solo al monte, a la arboleda o al arroyo. Creo que la época más fecunda de mi creación fue la infancia; mi infancia fue el mundo de la creatividad. Para llenar aquella soledad tan profunda que sentía en medio del ruido, poblé todo aquel campo, bastante raquítico por cierto, de personajes y apariciones casi míticos y sobrenaturales (Arenas, 23).

Fue durante la misma infancia de Arenas donde se despierta su erotismo, y en su caso, el homoerotismo. Esto se da a una edad temprana en medio del ambiente estimulante de la naturaleza, donde todo parece ser una provocación a los sentidos, la vegetación, el sonido del agua corriendo en el río:

Ver aquellos cuerpos, aquellos sexos, fue para mí una revelación: indiscutiblemente, me gustaban los hombres; me gustaba verlos salir del agua, correr por entre los troncos, subir a las piedras y lanzarse [...].

Aquellos jóvenes retozaban en el agua y volvían a emerger y se lanzaban despreocupados al río. Con mis seis años, yo los contemplaba embelesado y permanecía extático ante el misterio glorioso de la belleza (Arenas, 25).

Poco después, siendo un niño aún, las primeras experiencias de intimidad de Reinaldo serían con los animales y con dos de sus primos:

Mis relaciones sexuales de por entonces fueron con los animales [...].

Sin embargo, mi primera relación sexual con otra persona no fue con uno de aquellos muchachos, sino con Dulce Ofelia, mi prima, que también comía tierra igual que yo [...].

El acto consumado, en este caso, la penetración recíproca, se realizó con mi primo Orlando. Yo tenía ocho años y él tenía doce (Arenas, 28-29).

Tal como el propio Arenas lo explica, en el medio campesino resulta de lo más natural para cualquier muchacho tener este tipo de prácticas como introductorias a cualquier tipo de erotismo:

Es falsa esa teoría sostenida por algunos acerca de la inocencia sexual de los campesinos; en los medios campesinos hay una fuerza erótica que, generalmente, supera todos los prejuicios, represiones y castigos. Esa fuerza, la fuerza de la naturaleza, se impone. Creo que en el campo son pocos los hombres que no han tenido relaciones con otros hombres; en ellos los deseos del cuerpo están por encima de todos los sentimientos machistas que nuestros padres se encargaron de inculcarnos (Arenas, 40).

En este espacio abierto, el campo, hallamos un ámbito no urbano donde de forma común las reglas que rigen entre hombres son las de la libertad de satisfacer el deseo del cuerpo, impulsados por la fuerza erótica de la naturaleza, sin el miedo a la represión y al castigo sociales. Sin embargo, este espacio parece no ser de características típicamente carnavalescas, puesto que se encuentra fuera del ámbito citadino que nos remite al espacio de la razón y de la norma, y no presenta un cambio o alteración de las reglas prevalecientes. Aquí, en medio de la naturaleza donde domina la fuerza del instinto o de la libido, la norma es liberar el deseo, sin importar su objeto. Este espacio en el campo no sólo lo hallaremos como marco de las primeras experiencias de Reinaldo, sino también más adelante, en su edad adulta.

“Antes que anochezca”, de Reinaldo ArenasPor otra parte, el mayor ámbito de libertad, con reglas propias, que siempre acompañó al autor y protagonista de Antes que anochezca, fue el de la creación literaria. Fue su madre quien debajo del quinqué, en sus primeros años, lo enseñaría a escribir. Y más adelante, cuando se trasladó junto con su familia a la ciudad de Holguín, el cine sería la mayor ventana hacia otros mundos alternativos al suyo, e influido por las películas norteamericanas y mexicanas, comenzaría a escribir novelas siendo un adolescente; las novelas radiales también lo inspirarían. Reinaldo Arenas a lo largo de toda su vida, en medio de cualquier situación, en prisión o en el exilio, siempre se mantendría escribiendo. Las páginas blancas serían receptoras, en todo momento, de sus más profundos deseos de libertad, defendiendo su posición como disidente político y sexual.

Siendo todavía un adolescente, Arenas decide unirse a las filas de la Revolución, más como un medio de escape a la monotonía de la ciudad de Holguín que por convicción política:

Hacia 1958 la vida en Holguín se fue haciendo cada vez más insoportable; casi sin comida, sin electricidad; si antes vivir allí era aburrido, ahora era sencillamente imposible. Yo, desde hacía algún tiempo, tenía deseos de irme de la casa, alzarme, unirme a los rebeldes; tenía catorce años y no tenía otra solución (Arenas, 64).

Llevando a cabo su intención de alzarse contra el régimen, después de una serie de peripecias, Arenas llegó hasta la Sierra de Gibara donde estaban los rebeldes. Este sería su primer gran viaje. Finalmente, como él lo expone, la guerra fue más bien de palabras, puesto que al poco tiempo, sin enfrentamientos, Batista se marchó de la isla en diciembre de 1958, dejándole el camino libre a Castro. A partir de 1959, cuando inició la Revolución castrista, comenzaría el nuevo terror en la isla, en específico para nuestro autor y protagonista. Castro y su sistema se convertirían en el enemigo permanente de Arenas a lo largo de toda su vida, por su condición de escritor, homosexual y disidente político. La persecución directa del gobierno de Castro a la subcultura homosexual fue consecuencia de la aplicación de una serie de ideas marxistas tradicionales, tal como lo expone D. W. Foster en su libro Gay and Lesbian Themes in Latin American Writing (Temas gay y lésbicos en la literatura latinoamericana):

Yet, the much-maligned Victorian morality has not been the exclusive province of a sexually stern bourgeoisie, and the notions of healthy anerotic genitalism play an integral role in programs in defense of the working class. Such programs whether associated with bourgeois morality or with Stalinized Marxism, in addition to being generally antierotic as a consequence of viewing unproductive sex as of a whole with antisocial degeneracy, have had no problem in viewing homosexuality as an unspeakable perversion of reproductive sexuality. Fidel Castro’s persecution of the extensive homosexual subculture in Cuba is as much an application of this traditional Marxist wisdom as it is a confirmation of the exemplification in that subculture, and in the whole fabric of sexual mores in prerevolutionary Havana, of the bourgeois corruption the revolution was obliged to eradicate in order to ensure a healthy socialist body3 [24].

A lo largo de las líneas de Antes que anochezca se ventila la propia interpretación de Arenas de esta persecución:

Toda dictadura es casta y antivital; toda manifestación de vida es en sí un enemigo de cualquier régimen dogmático. Era lógico que Fidel Castro nos persiguiera, no nos dejara fornicar y tratara de eliminar cualquier ostentación pública de vida (119).

La narración de la vida del autor en Cuba nos muestra que este acoso sin tregua sólo tendría fin hasta el momento del exilio en los Estados Unidos.

A los dieciséis años, ya dentro del gobierno castrista, Reinaldo comienza a estudiar en una escuela politécnica para graduarse como contador agrícola. En este tipo de escuelas se adoctrinaba a todo un ejército de jóvenes y se les instruía militarmente. (Mientras tanto, de acuerdo con Arenas, Castro le aseguraba al mundo que no era comunista). En estas instituciones también era fuertemente castigado el homosexualismo:

No era fácil sobrevivir a todas aquellas depuraciones que tenían un carácter moral, político, religioso y hasta físico, además de tener que pasar todos los exámenes técnicos. De los dos mil alumnos quedamos menos de mil; desde luego, no fui yo solo quien supo ocultar su homosexualidad y su rechazo al comunismo [...]. Los anticomunistas, como yo mismo, recitábamos de carretilla los manuales de marxismo; tuvimos desde temprano que aprender a ocultar nuestros deseos y tragarnos cualquier tipo de protesta (Arenas, 73).

En 1960 Arenas por primera vez viaja a La Habana para asistir a un discurso de Fidel Castro. Este sería el primer contacto con el mundo de la ciudad para el autor. Con este viaje se iniciarían algunos otros donde podemos localizar un primer espacio de subversión en la novela, apropiado para la libre socialización gay: los medios de transporte públicos.

A nosotros, más de mil jóvenes, nos metieron en un tren cañero y llegamos a La Habana después de un viaje que duró más de tres días. Casi todos íbamos erotizados en aquel tren; los cuerpos sudorosos y pegados unos a otros (Arenas, 75).

Los fines de semana Reinaldo salía de la granja agrícola donde comenzó a trabajar a finales de 1961, después de su preparación en la escuela politécnica, y se dirigía a Holguín con su familia. De la misma manera, en uno de esos regresos a casa, después de una serie de transbordos tomó un “bote”, que eran unos taxis particulares y ahí, en medio de la noche, tendría una experiencia erótica con el que después sería su primer amante:

Pero cuando ya íbamos llegando a Holguín, yo mismo le tomé la mano a Raúl y la llevé hasta mi sexo. Creo que él se sintió un poco sorprendido; yo estaba absolutamente erotizado y él empezó a frotarme el sexo, allí en medio del auto lleno de gente (Arenas, 88).

En Antes que anochezca es interesante observar cómo se van moldeando los espacios de subversión, de rasgos carnavalescos, favorables para el libre desenvolvimiento gay. Llegará un momento en que la propia vida de Arenas sugiriere carnavalizar por completo a la vida cotidiana. Su propuesta es, de esta manera, de lo más revolucionaria, puesto que el autor y protagonista no limitará sus acciones a ciertos espacios, sino que prácticamente nos presentará la alternativa de que todo espacio, abierto o cerrado (yendo de lo rural hacia lo urbano) pudiera ser también un espacio gay, que liberara, en el ámbito reglamentado de los otros, una sexualidad diferente.

Continuando con la novela, Reinaldo y Raúl, su primer amante, conocieron un bar para homosexuales en el propio pueblo de Holguín. Estos lugares que todavía existían en esa época, poco después desaparecerían a lo largo de toda la Isla:

[...] me invitó a tomar un trago en un bar que estaba allí cerca, en la calle Libertad. Para mí fue un descubrimiento aquel bar, que en realidad era un bar para homosexuales. Había allí una gran cantidad de hombres; unos muy machos, otros extremadamente femeninos, pero el ambiente y la camaradería eran de absoluta complicidad. Aún en aquel momento existían esos sitios en Holguín y en todas partes de la Isla. Luego desaparecieron (Arenas, 89).

Evidentemente este tipo de bar se perfilaría como el sitio ideal, de características carnavalescas, para la abierta socialización gay. Incluso es de llamar la atención que se encontrara localizado en la calle Libertad, como anticipando el tipo de ambiente que se experimentaría en el interior, libre de las normas del resto de la Isla. Y el hecho de que estos lugares todavía existieran en la juventud de Arenas, nos habla de la apertura y la tolerancia sociales que llegaron a vivirse en Cuba antes del gobierno de Castro (apertura que nuevamente parece presentarse en nuestros días).

En 1963 la Biblioteca Nacional convocó a un concurso para narradores de cuentos. Reinaldo Arenas decidió escribir uno de su propia autoría y participar. Causó gran impresión al jurado y de ahí fue invitado para trabajar en la propia Biblioteca. Este hecho sería decisivo para su formación literaria, puesto que ahí leyó gran cantidad de libros y empezó su producción literaria con las novelas Celestino antes del alba y El mundo alucinante.

A partir de su experiencia en la Biblioteca Nacional, y de sus primeros trabajos creativos, Arenas entró en el círculo cultural y literario de la Isla. Llegó a conocer y a convivir en amistad con escritores como Virgilio Piñera (1914-1979) y Lezama Lima (1912-1976), quienes también sufrieron marginación y censura, por su condición homosexual, por parte del sistema. Arenas les dedica un capítulo a cada uno en Antes que anochezca.

Como ya se vio en la cita del crítico D. W. Foster al principio de este estudio, Antes que anochezca, a pesar del fondo opresivo de persecución que muestra, es finalmente una celebración de homoerotismo desatado. Esto lo podemos confirmar a cada momento porque, no obstante la persecución directa que ejerció el Estado cubano hacia los homosexuales, Reinaldo y sus compañeros nunca le pusieron freno a su deseo. A sabiendas de que les podrían esperar los campos de concentración, la cárcel o la propia muerte, siempre vivieron al límite del peligro su erotismo. De este modo, juegan un papel importante los sitios donde se presenta la oportunidad ideal para el encuentro entre varones y el amor anónimo y casual, es decir, los espacios suspendidos en el tiempo con características y reglas propias, diferentes a las impuestas en esa época, los espacios que hemos denominado como “carnavalescos”, puesto que constituyen una parte medular de la propuesta innovadora de Arenas de convertir cualquier espacio cotidiano en ámbito también gay o de cualquier sexualidad diferente.

Antes que anochezca presenta una diversidad de este tipo de espacios de subversión. En el campo: entre los matorrales, los platanales y los manglares; en los medios de transporte: en trenes, en “botes” y en guaguas; en la ciudad: en los bares y prostíbulos, al principio del régimen castrista, y más adelante en los baños o urinarios públicos y debajo de los puentes; junto al mar: en las casetas de la playa. Por momentos podría parecer un exceso la aparición de tantos encuentros eróticos en sitios como estos (y podemos llegar a cuestionar hasta dónde es ficción o no lo que se nos presenta a este respecto). Sin embargo, esto nos conduce a observar que finalmente la prohibición y la persecución fomentaron en los jóvenes gay la firme convicción de romper las reglas a cada instante y en cualquier lugar, y que todo esto también formó parte de una gran manifestación subterránea en contra del régimen autoritario de la dictadura:

Creo que si una cosa desarrolló la represión sexual en Cuba fue, precisamente, la liberación sexual. Quizá como una protesta contra el régimen, las prácticas homosexuales empezaron a proliferar cada vez con mayor desenfado. Por otra parte, como la dictadura era considerada como el mal, todo lo que por ella fuera condenado se veía como una actitud positiva por los inconformes, que eran ya en los años sesenta casi la mayoría. Creo, francamente, que los campos de concentración homosexuales y los policías disfrazados como si fueran jóvenes obsequiosos, para descubrir y arrestar a los homosexuales, sólo trajeron como resultado un desarrollo de la actividad homosexual (Arenas, 132-133).

Asimismo, la aparición de tantos sitios convertidos en espacios de subversión nos traslada directamente a la idea revolucionaria de que cualquier lugar puede ser trastocado para convertirse en espacio de inclusión gay. Esta alternativa que nos presenta Reinaldo Arenas parece ser, entonces, producto de la más fuerte y extendida opresión de un poder omnímodo, absoluto, que no deja resquicios de vida pública o privada sin penetrar. Así, prácticamente cualquier lugar se torna en un espacio propicio para subvertir, en este caso a través de la sexualidad, el orden represivo establecido. Si todo espacio, público o privado, estaba recorrido por ese poder avasallador, entonces todo espacio habría que subvertirlo en un orden diferente, más libre.

Abundando sobre la transgresión de los límites del homoerotismo, D. W. Foster concluye su comentario sobre Antes que anochezca en Reverso de la siguiente manera:

Lo personal es realmente político para Arenas, y el hecho de que lo personal está concentrado en las transgresiones de los límites del homoerotismo, particularmente, es lo que hace que sus memorias sean ejemplares [y estén] destinadas a servir, virtualmente, como una narrativa maestra de homoerotismo en Latinoamérica (85-86).

Desafortunadamente para el autor, estas frecuentes transgresiones de los límites del homoerotismo, en innumerables lugares, fueron las que más adelante lo conducirían al presidio. En Antes que anochezca lo encontramos, por ejemplo, como ya mencionamos, en los medios de transporte:

El tren iba lleno de reclutas; todo el mundo iba erotizado y los actos sexuales se realizaban en los baños, debajo de los asientos, en cualquier sitio (Arenas, 118).

En la ciudad, debajo de los puentes:

Nuestra juventud tenía una especie de rebeldía erótica. Me veo completamente desnudo debajo de un puente de Santiago con un joven recluta, también absolutamente desnudo, mientras pasan a toda velocidad vehículos que nos iluminan (118).

Y entre los matorrales o en las casetas de la playa:

Llegar a una playa entonces era como llegar a una especie de sitio paradisíaco; todos los jóvenes allí querían hacer el amor, siempre había decenas de ellos dispuestos a irse con uno a los matorrales. En las casetas de la playa de La Concha, cuántos jóvenes me poseyeron con esa especie de desesperación del que sabe que ese minuto será tal vez irrepetible y hay que disfrutarlo al máximo, porque de un momento a otro podía llegar un policía a arrestarnos. Después de todo, los que no estábamos todavía en un campo de concentración éramos privilegiados y teníamos que aprovechar nuestra libertad al máximo [...] (119).

Ahora observemos cuáles son las características de estos espacios factibles de subversión. De acuerdo con Bajtín (1999), básicamente presentan elementos distintivos de los espacios típicamente carnavalescos: por ejemplo, los medios de transporte interprovinciales y las casetas de la playa, comparten, dentro de un límite de tiempo, el ambiente de libertad, la subversión de reglas, la ausencia de tabúes y, finalmente, la abolición provisional de las relaciones jerárquicas, es decir, una igualdad transitoria, socialmente hablando.

Reinaldo Arenas. Foto: Lázaro Gómez CarrilesSin embargo, cabe hacer un apunte en torno al tema de la igualdad. Conviene aclarar que efectivamente se habla de una igualdad entre hombres en el sentido político y social. Pero habría que observar más detenidamente si esta igualdad también se da en el plano sexual, es decir, si las relaciones homoeróticas que se presentan son entre hombres con la misma identidad (rol) y orientación (preferencia) sexuales. Esto es, por ejemplo, entre hombres activos, entre hombres pasivos, entre las llamadas “locas”, etc. Al parecer, en los espacios mencionados de Antes que anochezca encontramos que los integrantes de las relaciones homoeróticas toman una postura definida y distinta entre sí: activo con pasivo, activo con loca, bugarrón (hombre que normalmente sostiene una relación con una mujer y eventualmente asume el rol activo con otro hombre) con pasivo, bugarrón con loca, etc. De alguna manera, en estos encuentros podríamos hablar de una especie de heterosexualización de la homosexualidad. En el fondo los participantes de la relación homoerótica parecen vivir dentro de la ley dominante, asumiendo roles heterosexuales. Es decir, después de todo, íntimamente prevalece la diferencia sexual, aunque no la social ni la política.

No obstante, parece que la tendencia actual en el mundo homosexual es precisamente alcanzar un estado de mayor igualdad en la pareja homoerótica, “la búsqueda de uno mismo”, como mencionaría Leo Bersani.4 En este esquema se intercambia temporalmente la identidad (rol) sexual, de pasivo a activo o viceversa, y se busca como objeto de deseo a otro con esa misma identidad, es decir, se forman parejas entre activos o entre locas. Esta tendencia contemporánea, donde la identidad y la orientación sexuales son la misma, salta a los ojos de Arenas:

Después, al llegar al exilio, he visto que las relaciones sexuales pueden ser tediosas e insatisfechas. Existe como una especie de categoría o división en el mundo homosexual; la loca se reúne con la loca y todo el mundo hace de todo [...]. ¿Cómo puede haber satisfacción así? Si, precisamente, lo que uno busca es su contrario. La belleza de las relaciones de entonces era que encontrábamos a nuestros contrarios; encontrábamos a aquel hombre, a aquel recluta poderoso que quería, desesperadamente, templarnos [...]. Aquí no es así o es difícil que sea así; todo se ha regularizado de tal modo que han creado grupos y sociedades donde es muy difícil para un homosexual encontrar un hombre; es decir, el verdadero objeto de su deseo (132).

Y confirma más adelante:

Lo ideal en toda relación sexual es la búsqueda de lo opuesto y por eso el mundo homosexual actual es algo siniestro y desolado; porque casi nunca se encuentra lo deseado (133).

De la misma manera, parece, de acuerdo con Arenas, que la aparición del espacio o ámbito gay fuera una creación moderna, de las sociedades actuales, lo que constituye un hallazgo en nuestra investigación:

En Cuba, cuando uno iba a un club o a una playa, no había una zona específica para homosexuales; todo el mundo compartía junto, sin que existiera una división que situara al homosexual en una posición militante. Esto se ha perdido en las sociedades más civilizadas, donde el homosexual ha tenido que convertirse en una especie de monje de la actividad sexual y ha tenido que separarse de esa parte de la sociedad, supuestamente no homosexual que, indiscutiblemente, también lo excluye. Al no existir estas divisiones, lo interesante del homosexualismo en Cuba consistía en que no había que ser un homosexual para tener relaciones con un hombre; un hombre podía tener relaciones con otro como un acto normal (Arenas, 133).

Aquí encontramos, concordando con Arenas, que el homosexual de ahora, en el ámbito urbano, parece asumir la norma social y aceptar su exclusión en ghettos o en espacios como los que hemos analizado (podemos mencionar, como ejemplos, el área de Castro en San Francisco, las zonas de Chelsea y de la calle Christopher5 en Nueva York o el barrio de Chueca en Madrid). Contrario a esto, Reinaldo Arenas propone que la sociedad acepte no sólo al homosexual, sino al disidente, en todos sus espacios.

Más adelante en la narración de la novela, entre 1973 y 1974, cuando ya se vivía un total ambiente de persecución en la Isla por parte del sistema, Arenas fue arrestado después de ser denunciado por unos muchachos con los que había tenido un encuentro erótico. Esto dio pie a que también se le acusara de contrarrevolucionario y de publicar sin permiso fuera de Cuba. La condena sería de al menos ocho años de cárcel. Reinaldo con un golpe de suerte logra escapar del arresto, atravesando una serie de obstáculos increíbles dignos de una película de acción. Se fugó rumbo al mar, pasó días flotando atrás de una boya e intentó escapar del país con una goma de automóvil. Después de ver que el esfuerzo era en vano volvió a la costa e intentó por primera vez el suicidio, sin resultado. Entonces, con ayuda de un amigo intentó llegar hasta la base naval norteamericana en Guantánamo, pasando entre caimanes, minas explosivas, balas de ametralladora y perros de búsqueda. Sin éxito, volvió a La Habana y estuvo escondido en el Parque Lenin por varios días, donde también comenzó la redacción de Antes que anochezca. Finalmente un día fue sorprendido y lo condujeron a prisión, en El Castillo del Morro. La experiencia de Reinaldo Arenas en el Morro sobrepasa toda ficción en la narración de innumerables atrocidades y barbaries hacia los reclusos. Esta experiencia es relevante en este estudio porque podemos observar cómo para el autor la realidad puede contrastar grandemente con la ficción. Para Reinaldo la propia prisión del Morro había sido escenario en su novela El mundo alucinante, imaginando un mundo que todavía le era ajeno y que más tarde se quedaría corto ante su propia vivencia. Por otro lado, para Arenas la prisión y sus celdas nunca fueron un sitio en el que pudiera libremente desenvolver su existencia homoerótica, la cárcel le parecía un lugar en extremo arriesgado, peligroso y carente de motivación:

[...] me negaba a las proposiciones eróticas de los presos. No era lo mismo hacer el amor con alguien libre que hacerlo con un cuerpo esclavizado en una reja, que tal vez lo escogía a uno como objeto erótico porque no existía algo mejor a su alcance [...] Además era muy peligroso [...] (Arenas, 205).

Más adelante continúa:

Yo no tuve relaciones sexuales en la prisión; no solamente por precaución, sino porque no tenía sentido; el amor es algo libre y la prisión es algo monstruoso, donde el amor se convierte en algo bestial (Arenas, 212).

La prisión y su redoblado ambiente de opresión en ningún momento le permitieron a nuestro autor una libre expresión homoerótica, en contraste con los sitios abiertos en el campo o la playa, acompañados por la fuerza erótica de la naturaleza, donde siempre encontró la antítesis ideal para relacionarse más libremente.

Sin embargo, lo que para él fue imposible en el Morro, liberarse temporalmente, para otros reclusos no. En este caso, para las locas en presidio sí se llegó a conformar el denominado espacio carnavalesco en determinadas ocasiones de fiesta:

Aquella galera de las locas era, realmente, el último círculo del Infierno [...]. Sin embargo, no habían perdido el sentido del humor y con las propias sábanas se hacían faldas, encargaban betún a sus familiares y con él se maquillaban y se hacían grandes ojeras; hasta con la propia cal de las paredes se maquillaban. A veces, cuando salían a tomar el sol en la azotea del Morro, era un verdadero espectáculo [...]. Las locas asistían a este evento como si fuera uno de los más extraordinarios de sus vidas [...]. Para aquellas salidas las locas se engalanaban, se ponían los trapos más insólitos y se fabricaban pelucas con sogas conseguidas quién sabe cómo, se maquillaban y se ponían tacones hechos con pedazos de madera [...] (Arenas, 206-207).

O en tiempo de carnaval:

Afuera se celebraba el carnaval de 1974 a lo largo del Malecón de La Habana [...].

Dentro de la celda de las locas se organizaba un pequeño carnaval, con música de tambores confeccionados con pedazos de madera o de hierro. Rumbeaban dentro de aquella celda calenturienta y una de ellas remataba el espectáculo cantando [...] (Arenas, 220).

Finalmente, y continuando con el transcurso de la novela, Reinaldo Arenas después de una serie de torturas y de ser presionado a firmar una confesión de retractación de todas sus presuntas acciones contra el régimen, recibió una condena por 2 años. Ya puesto en libertad, en 1976, aunque siempre vigilado por la Seguridad del Estado, Arenas trató de rehacer su vida con muchas dificultades, ya que le era muy difícil tener acceso al trabajo por su condición de ex presidiario. Sin embargo, nunca dejó de escribir, y al mismo tiempo confiesa amargamente que nunca fue libre:

Así transcurría mi vida a principios del año 1980; rodeado de espías y viendo cómo mi juventud se escapaba sin haber podido nunca ser una persona libre. Mi infancia y mi adolescencia habían transcurrido bajo la dictadura de Batista y el resto de mi vida bajo la aun más férrea dictadura de Fidel Castro; jamás había sido un verdadero ser humano en todo el sentido de la palabra (Arenas, 295).

Siguiendo con la historia, en el tiempo en que los acontecimientos de la Embajada del Perú, en 1980, constituyeron la primera rebelión masiva del pueblo cubano contra la dictadura castrista, originando que se abriera el puerto del Mariel hacia Florida, Reinaldo Arenas vio por primera vez una oportunidad clara para abandonar la Isla hacia los Estados Unidos. De acuerdo con nuestro autor, en realidad Castro sólo le permitió la salida a los que él autorizó, que en general fueron prisioneros, enfermos mentales, homosexuales pasivos (un homosexual activo no era considerado homosexual) y espías cubanos. Sin embargo, Arenas aunque fuera homosexual no tenía resuelta su salida por su condición de escritor y disidente político, de modo que, una vez más, atravesando una serie de tropiezos y finalmente alterando su nombre en el pasaporte, logró embarcarse rumbo a Cayo Hueso, hacia la libertad.

En el exilio Arenas vivió en un inicio en Miami, para trasladarse finalmente a Nueva York. Fue reconocido por el medio intelectual y literario internacional y fue invitado a dar diversas conferencias en Europa y en más de cuarenta universidades americanas. También continuó publicando y fundó una revista literaria.

Aunque para Arenas los Estados Unidos y sus ciudades no constituían precisamente el paraíso, finalmente fue el lugar donde alcanzó una libertad más plena en todo sentido. Fue libre de escribir lo que quiso sin sentirse perseguido y siguió viviendo al límite su homoerotismo. De modo que Central Park, Harlem, la Calle 42, las playas y los lugares más alucinantes de Manhattan continuaron siendo escenario, ámbito ideal, de sus inagotables aventuras eróticas.

Antes que anochezca finalmente constituye una pieza fundamental en el estudio del espacio carnavalesco como ámbito de libre socialización gay dentro de la narrativa latinoamericana. La propuesta de Arenas, no sólo a través de su obra sino de su propia vida, resulta de lo más revolucionaria, puesto que busca abrir y extender los espacios que se moldean favorablemente para el libre desenvolvimiento gay, hacia cualquier ámbito social. Es una invitación extrema a subvertir el mundo en pro de la expansión del espacio carnavalesco.

Se propone, a través de la repetida subversión de un sin número de lugares, originada en la represión e intromisión de un poder omnímodo, la creación, o bien el reconocimiento de un espacio globalizador que incluya a todos, haciendo énfasis en el disidente político y sexual. Antes que anochezca es un testimonio exitoso de la búsqueda desesperada de este sitio no sólo de inclusión globalizadora, sino también propicio para toda expresión de libertad. Arenas no descansa en esta búsqueda, a través de la disidencia en todo sentido, y la llevará hasta el extremo sublimándola con su propia muerte.

Como muestra de la celebración por el triunfo de la libertad política y homoerótica, quedan las últimas líneas de Arenas en su carta de despedida:

Les dejo pues como legado todos mis terrores, pero también la esperanza de que pronto Cuba será libre. Me siento satisfecho con haber podido contribuir aunque modestamente al triunfo de esa libertad [...].

Al pueblo cubano tanto en el exilio como en la Isla los exhorto a que sigan luchando por la libertad. Mi mensaje no es un mensaje de derrota, sino de lucha y esperanza.

Cuba será libre. Yo ya lo soy (Arenas, 343).

 

Notas

  1. Reinaldo Arenas (1943-1990) nació en la Cuba precastrista y pasó sus últimos días en la ciudad de Nueva York como exiliado. Su obra abarca diversos géneros literarios, destacando en la narrativa. Entre sus novelas están El mundo alucinante, su célebre Pentagonía (compuesta por: Celestino antes del alba, El palacio de las blanquísimas mofetas, Otra vez el mar, El color del verano y El asalto), Arturo, la estrella más brillante (1984), El portero (1988) y Viaje a La Habana. Dentro de su narrativa sobresale la obra Antes que anochezca (autobiografía) (1992). Asimismo, Arenas desarrolló el cuento, Con los ojos cerrados; el ensayo, Necesidad de libertad; el teatro, Persecución (seis piezas) y la poesía, Leprosorio (trilogía poética). En 1964 Celestino antes del alba recibió el premio literario otorgado por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y fue el único libro de Arenas publicado en la isla. En 1966 El mundo alucinante recibió la primera mención del mismo premio de la Uneac, y al ser traducida y publicada en Francia tuvo un gran éxito y fue considerada como la mejor novela extranjera junto con Cien años de soledad de García Márquez. De la misma manera, la novela El portero, en 1988, fue finalista, junto con otras dos, en el Premio Médicis de Francia como la mejor novela extranjera.
  2. Para una referencia más detallada a los premios y nominaciones de la película (Before night falls) se sugiere consultar The Internet Movie Database.
  3. Todavía, la moralidad victoriana más perniciosa no ha sido campo exclusivo de una burguesía sexualmente estricta, y las nociones de un genitalismo no erótico saludable juegan un papel integral dentro de programas en defensa de la clase trabajadora. Tales programas, ya sea asociados con la moralidad burguesa, o con el marxismo stalinizado, además de ser generalmente antieróticos como una consecuencia de ver el sexo improductivo como un todo con la degeneración antisocial, no han tenido problema en ver a la homosexualidad como una perversión incalificable de la sexualidad reproductiva. La persecución de Fidel Castro de la amplia subcultura homosexual en Cuba es tanto una aplicación de este pensamiento marxista tradicional como una confirmación de la demostración en esa subcultura, y en la gama completa de las costumbres sexuales en La Habana prerrevolucionaria, de la corrupción burguesa a la que la revolución estaba obligada a erradicar con la finalidad de asegurar un cuerpo socialista saludable.
  4. Leo Bersani, La sociabilidad y el ligue: psicoanálisis y sexualidad gay, conferencia impartida el 28 de abril de 2001 en la Universidad Nacional Autónoma de México, jornada organizada por el Programa Universitario de Estudios de Género y la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis.
  5. Perpetuando el hecho ocurrido en el Stonewall Inn, un bar gay en el número 53 de Christopher Street en Greenwich Village, que al ser invadido por la policía de la ciudad de Nueva York el 28 de junio de 1969, propició un enfrentamiento entre los casi 200 asistentes gay y la policía. El inicio del activismo gay existente, prácticamente se puede situar a partir de este conflicto que tuvo un resultado a favor de la diversidad. Y por lo mismo, el festival o carnaval gay se celebra actualmente en diversas capitales del mundo a finales del mes de junio, dentro de la Semana del Orgullo Gay.

 

Bibliografía

  • Arenas, Reinaldo. Antes que anochezca. Barcelona: Tusquets Editores, Colección Andanzas, 2001.
  • Bajtín, Mijail. La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. Madrid: Alianza Editorial, 1999.
  • Foster, David William. Gay and Lesbian Themes in Latin American Writing. Austin: University of Texas Press, 1991.
    —. “Un apunte para el panorama de la literatura homoerótica en América Latina”. Reverso, Nº 1 (2000).
  • Manrique, Jaime. Maricones eminentes: Arenas, Lorca, Puig y yo. Madrid: Editorial Síntesis, 2000.
  • Mitchell, Mark, ed. The Penguin Book of International Gay Writing. New York: Penguin Books, 1995.