Letras
Cuatro poemas
Alma Rosa Tapia
Ilustraciones: Javier Ramírez

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Máscaras

Los coyotes huelen a una hembra que baila
con fantasmas errabundos.
Llegó en la madrugada,
                  justo cuando nadie le aulló.

Experiencia lobuna con amoroso disfraz.
Presa conquistada, sin luz, ni huecos.
Cinco lunas llenas fallecen en el calendario.

Ella finge dormir mientras desgrana
esperanzas en los rincones de la habitación,
Con débil suspiro domestica cabellos
                              desteñidos en la almohada.

A veces hiena feroz y otras, dócil muñeca
                                       de robóticos teclados.

Él, atento coyote a negros boxeadores
de pantalla, en medio de fúnebres eructos
                                                        de coca-cola.
A veces, noctámbulo televidente
                              evasor del oscuro pasado.
Otras, perro viejo, indiferente y enfermo.

No es tedio, sólo tristeza
Insatisfacción de falsedad.

Monstruos sin máscara bajo la luna.
Irremediables bestias que entre mordidas
                              y rasguños culminan el acto.

(de Surcos en la mirada).

 

Estallido cerebral

Un puntapié sin freno se impacta en un portón de madera comprimida.
En el pecho retumba un proyectil cargado con dolores que en cruel bombazo desploma la existencia.
Un bulto repleto de cucarachas hambrientas rasca la cabeza en busca de una salida.
Sonríe para todos, menos para él mismo.
Vive la mirada como el frío de un metal filoso en la garganta.
Mientras el cuerpo yerto olvida dar cuerda a los latidos de tiempo atrás cansados.

(de Surcos en la mirada).

 

Ilustración: Javier RamírezMiedo

Con dilatadas pupilas la observo,
                        me asusta, me alejo.

Ella a su vez me mira, sonríe
                                  quizás se burla.

Espalda que no tiene frente, que
                     por su revés me mira.

Estoy arrinconada en este espanto.
Confundo su mirada con la mía.

¿Me atrapa o la atrapo?
No sé si soy de ella o ella mía

¡Qué turba de imágenes!
¿Es una rata o es mi madre?
¿Es la cruz o es la rabia?

Salta, me muerde, escapa.
Pero estoy sola, encogida
                            Apenas nada.

(de Surcos en la mirada).

 

Ilustración: Javier RamírezVeneno a mi medida

Ella se acomoda en mis manos como
hecha a la medida, en estas manos,
secas de años, teñidas con manchas.

Derrama dulce veneno de amargo
sabor nocturno, sin reparo
vertido a mi agónico insomnio,
hambreado siempre de café.

Ella a veces fría, de frío material
Templado al contacto de la piel.

Ella en quien mis ojos perdidos
descansan cuando mi letanía llega.
En ella mil besos pintados de carmín
se alojan. Incautos besos desterrados
de parcas bocas.
Ella mi taza de cerámica, taza envenenada,
de amargoso café.

Ella, pobre sin salida, atrapada por negras
manos en un ataque dolorido de cabeza,
contra la pared en cien pedazos estalla.

(de Poesía del absurdo cotidiano).