Letras
Poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Hojas secas

Sospecho cuando el tiempo se detiene
entre nosotros, sospecho de tus ojos
porque mido las palabras
y un salto en el vacío
no es peor que urdir otra mentira.

Las horas son paisaje
que se escapa y ya no duelen,
es sólo tiempo
que mide el aire de un adiós
aunque la piel dibuje primaveras
en surcos del otoño.

Las manos no saben la verdad,
amores de ida y vuelta, desencanto
y supongo que no nos queda nada
más que el miedo de pronunciar un nombre
que ya nos sabe a poco.

Amor que no atraviesa
las puertas que cerramos cada día.

 

Tacto en invierno

La lógica del tiempo clausurada,
las fotos en la mano que miramos
por mirar,
el álbum es sólo una disculpa,
entretener el tiempo, luego hablar
de nosotros en diez minutos breves,
o en una tarde entera
como un pulso. Un mal combate
entre dos nombres sin ceñirse
al argumento que está escrito.
El fuego se agita
cuando esquivas el guión.

Vuela el jersey sobre la calma,
un viaje con destino sospechado
y miras a las llamas de reojo.
En eso consiste una velada,
dos vasos de vino en el invierno.

Después la armonía
que se refugia
entre el calor de una manta,
plenitud sin murallas.
Se ofrece la bandeja de sabores.

Afuera cae la nieve,
morosa, sólo un rasguño
que avisa campanadas de silencio
y el tacto se hace cuerpo,
como el pincel dibuja el cuadro,
lo único tangible, el tacto en la piel.

Tu piel a fuego lento.

 

Me llegará el veneno

Me llegará el veneno
de tardes que han perdido su misterio
y no son nada.

Del silencio de las horas
me llegará el sonido,
la memoria de tu piel,
el tacto del frío entre las manos
y el cielo en soledad
que apunta directo al corazón.

Me llegarán los ecos
de los pájaros que huyen
y ahora que no estás,
del sabor de caricias.
Del ruido de oleaje que se anuncia.

 

El sol avanza

Aleteo de caricias en la carne,
ceremonias de sabor en el abrazo
que mueren en los labios.

Hierve la piel bajo el vestido,
no sólo una, hierven las manos.
Juegan las partes a buscarse,
se encuentran en el punto convenido.
Cruzan de norte a sur,
con la respiración del alborozo.

Sabor de luz entre tinieblas
en las cuevas del tesoro.

Manos de ciego sobre pliegues
de la luna. No dejan resquicio
a la medida de las sombras.

Cadencia de sabores que se arquean.
Después, el sol avanza.