Letras
El tío Manuel

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El demonio está comiendo de mí. Se alimenta de mi angustia. Camino con el odio bullendo en mi corazón, me sacude el cuerpo. El frío de la noche me carcome la piel de las manos y de mi rostro, me llega hasta los huesos. Avanzo. Mi mamá dice que mi abuela lo crió como si fuera su hijo, pero en realidad era su cuñado. El abuelo se lo llevó niño, era su medio hermano.

A lo largo de su vida, estuvo básicamente en dos lugares: en la mina y en la cárcel. Entró a trabajar a la mina a los dieciséis años. A la cárcel ingresó a los treinta y cinco años y salió cumplidos los sesenta. Su primera mujer se llamaba Juana. La señora le dio dos hijos. Luego se dejaron, no sé por qué. La señora se fue, según dicen, para Toluca, y nunca se supo más de ella ni de los hijos.

Luego se hizo de otra mujer, se llamaba Sara. Vivían en la colonia El Arbolito. Dice mi mamá que en la misma vecindad donde moraban había una señora que engañaba a su marido. La mujer de mi tío Manuel era su tapadera. Le prestaba a la adúltera ropa para que se disfrazara cuando iba al encuentro con su amante, y no sospechara el marido. Pero el que pagó el pecado fue mi tío. Los conocidos le dijeron que su mujer lo engañaba. Entonces la espió. Le dijo que se iba a trabajar, pero en realidad se quedó a vigilarla para ver si los rumores eran ciertos. De lejos miró a la señora que iba con la ropa de su mujer, pensó que era Sara. La siguió hasta donde se encontró con el amante. Sin titubear mató a cuchilladas a los dos, a la mujer y al fulano. Dice mi mamá que luego levantó el cuerpo de la que creía que era su mujer y se dio cuenta de que se había equivocado. Quiso huir, pero enseguida lo atraparon y lo llevaron a la cárcel. Sara, su mujer, se fue, jamás regresó.

Llego a una casa de la colonia Vista Hermosa, donde sé que se reúnen. Me paro frente a la vivienda. Miro las luces apagadas. El viento parece que presagia lo que va a suceder. Lanza su lamento que se va enredar en mi corazón. Me estremezco. Me ubico detrás de unos arbustos donde pueda ver sin que me veas, cuando llegues con él. De tiempo atrás, sé que tu cuerpo y emociones, las hace vibrar alguien más. A mí no me lo dijeron, fui descubriendo sistemáticamente tu cuidadosa mentira. Entonces hice como mi tío Manuel, te dije que iba a trabajar, pero no fue verdad. Te estoy esperando para terminar con todo esto. El demonio se carcajea en mi rostro. No lo puedo soportar. Hurgo entre mis ropas. La saco. Miro el destello de luz de luna en su filo. Dejo salir una sonrisa crispada.

Luego que mi tío cumplió su condena y salió de la cárcel, compró una casa a un lado del mercado Primero de Mayo. Dice mi mamá que se juntó con una señora que se llamaba Guadalupe. Ella fue su acabose. Le vendió la casa y se fue con su amante. Mi tío la buscó para matarla pero nunca la encontró. Viejo y amargado, se fue a arrimar a casa de una hermana de mi mamá, mi tía Natalia. No más se la pasaba acostado en su catre. Dice mi mamá que un día fueron por él para que desayunara, pero lo encontraron muerto. Cuando lo levantaron, se dieron cuenta de que tenía agusanada la espalda. Pobre de mi tío, le tocó la de malas con las mujeres.

El demonio susurra en mi oído izquierdo. Los miro llegar. Bajan del auto. Se besan amorosos, ríen. No puedo soportarlo. Siento como si una polvareda de diminutos vidrios se incrustara en mi cara. El odio me enciende el alma. No quiero que me pase como a mi tío Manuel. No quiero llegar a ser un viejo amargado, y amanecer muerto y agusanado. Tengo que finalizar lo que me he propuesto. Me acerco parsimoniosamente a ustedes. Escuchan mis pasos, voltean, miran estupefactos mi figura desgarbada que avanza lentamente. Saco la navaja. La hundo con todas mis fuerzas. Siento un líquido tibio y viscoso en mis manos. Escuchó el tronido de tu rostro descompuesto. El frio abraza mi alma. No escucho el corazón. La noche me engulle en su gélido silencio. El demonio se esfuma. Todo acabó.