No es que me haya molestado que la ventana se haya roto y que ese sol se me plante directo a la cara cuando estoy jugando ajedrez con Luis, lo que realmente me molesta es que no me hayas avisado antes, así como tampoco me dijiste que tu viaje duraría más de un mes, sé que quizás dirás que me diste alguna pista, pero tú comprenderás que una palabra tuya significa media vocal, por ponerlo más claro; yo pensé que tu mes sólo duraría una semana, pero no, veo que por primera vez en tu vida has hecho lo que dijiste y ahora este ingenuo de porquería anda patas arriba porque no hay nadie quien me diga lo que hay que hacer en esta casa que por primera vez me doy cuenta de que también es mía, pero no, tú disfruta de tu viaje que yo aquí veré con Luis cómo no morirnos enterrados de tantas cosas que hay por hacer, no creas que soy un trágico, simplemente estoy siendo sincero, por ejemplo, el primer día que te fuiste llegaron los recibos de luz y de agua y no supe entenderlos, es por eso que se los di a Luis y él muy inquieto se puso a hacer barquitos de colores, quizás digas que eso no es tan grave, que aún hay muchos días para pagarlos y que hay cosas más importantes que eso, pero no, eso no es todo, porque cuando intenté hacer la cena no me salió nada, primero pensé en hacer un pollo hervido con verduras pero entonces el agua se me evaporó llevándose el sabor del pollo y las verduras nunca pudieron cocinarse, quise tener calma, entonces podría pedir una pizza o decirle a Luis que hoy comeríamos en la calle, pero no sé por qué me entró una amargura lenta, cómo explicártelo, fue como si todo me hubiese rodeado y me aplastara y yo no supiera qué hacer, cómo reaccionar, me sentí acorralado sin moverme, y entonces fue ahí donde por primera vez te extrañé con mucha cólera, fue un resentimiento por así decirlo infinito, es por eso que abrí una lata de atún y le di a Luis para que pudiera comer algo, luego de eso nos fuimos a dormir y al apagar la luz sentí un fantasma desordenándome las sábanas, no, no creas que estoy siendo paranoico, no te lo permito, es que tuve miedo de muchas cosas, y no creas que fue por la oscuridad, más bien fue porque sabía que no podría dormir y tendría que estar soportando mis pensamientos por muchas horas más en silencio, es por eso que prendí las luces y puse música a poco volumen para que Luis no se despertase. Los pensamientos eran un ir y venir, la soledad se aplastaba fuertemente en el cuarto con un aroma a insuficiente, ahora todos los objetos tenían un rostro que se desfiguraba con sus mismas sombras y esa casa tan inmensa se volvía un refugio que en el fondo no me protegía en nada.
Cuando amaneció al día siguiente lo primero que hice fue despertar a Luis abriendo sus cortinas para que la luz lo molestase un poco, él se dio media vuelta y fingió que nada había pasado, así que comencé a llamarlo y nada, el chico no despertaba, entonces lo moví de un lado a otro y él se cubría con la frazada ignorándome, realmente que es muy difícil despertar a un niño, creo que estuvimos en ese juego como media hora hasta que mi molestia se hizo evidente y él no tuvo más remedio que despertarse como es debido. Así que mientras se aseaba yo tuve que prepararle el desayuno, pero si en la cena todo fue un caos ahora se había vuelto mucho peor, no había leche y el café se había acabado, el pan estaba duro y entonces recordé que había olvidado hacer las compras de la semana, dios santo mujer, ¿no podías haberme dejado provisto de eso antes de irte? No pudiste prever que me iba a pasar esto, sí, porque debo admitir mi fracaso casero, no le atinaba a una y por primera vez me sentí un inútil, no sabes lo insoportable que es sentirse así y peor aun teniendo a Luis a quien supuestamente debo de cuidar, pero, ¿cuidarlo así dentro de ese desorden que corría por segundo dentro de esa casa? Estaba siendo un fiasco mi cuidado y lo peor es que todo iba a empeorar, es por eso que lo único que me quedó fue decirle a Luis que desayunaríamos en la calle y que luego iría a estudiar, él me miró con sorpresa, como queriéndome hacer muchas preguntas y yo lo único que quería era disimular mi nerviosismo, así que entre mirada y mirada, él cogió su mochila y me dijo que estaba bien. Así que salimos y en el camino él me iba contando muchas historias que había aprendido en el colegio y yo lo único que hacía como repuesta era reírme y mover la cara diciendo un no o un sí, había cosas que no las entendía, pero Luis tan niño, tan pequeño no se merecía tener un oyente tan ignorante, así que no quise desilusionarlo con mi falta de entusiasmo y me hacía siempre el sorprendido, realmente no entiendo cómo puedes tener una comunicación tan buena con él o es que quizás usas este mismo método también, pero no creo, tú eres mala fingiendo y yo a eso lo llamo siempre una de tus cualidades, no sabes mentir y eso sólo puede significar que no hay mentira que puedas ocultar, por eso siempre fuiste sincera conmigo a pesar de que yo pocas veces lo fui, en especial a la hora en que tú me pedías ayuda con el hogar y yo te respondía que estaba atiborrado de papeles en la oficina cuando la verdad era que me divertía con los compañeros tomando un buen café, pero ahora estoy siendo sincero y si quieres me puedes culpar de lo que quieras pero lo que realmente me preocupa ahora es el desorden que se ha implantado en nuestras vidas, cada día que pasa es un caos más, un revolotearse lentamente por la casa, una casa que la veo inmensa con unas paredes que no terminan nunca.
Pero bueno, luego de dejar a Luis en el colegio me dispuse a ir al trabajo, realmente estaba agotado por no haber dormido y lo único que hice al llegar a la oficina fue tomarme un café muy cargado sin azúcar, los compañeros me miraban y me preguntaban burlonamente si es que había sido mi cumpleaños, otro por ahí me dijo que cambiara de colchón y creo que hasta escuché algo de una pastilla milagrosa, yo sólo reía diciéndoles a todos que si no se largaban yo los obligaría a patadas y todos se reían y yo en lo único que podía pensar era en el desorden que se tragaba mi vida. Al mediodía salí a almorzar pero preferí volver a casa y tratar de ordenar un poco todo, así lo hice comenzando por nuestro cuarto, realmente todo era un caos, los cajones abiertos con la ropa saliendo, la sábana en el suelo, los zapatos mezclados formando una pequeña frontera entre la cama y el ropero. Cuando por fin pude poner todo en su lugar me di con la sorpresa de que ya había acabado mi hora de refrigerio, entonces maldije el tiempo y los trabajos de oficina, maldije el estúpido cuarto y cuando estuve a punto de maldecirte (lo siento) el teléfono sonó, yo dudé en contestar, dudé por la pequeña esperanza que se levantaba enormemente bajo los puentes de mi cariño, sí, porque esa llamada podía ser tuya, podía ser tu voz que llegaba a salvarme, realmente fue un segundo enorme, fue como haber vivido en un pequeño mundo con deformaciones en el tiempo, por eso es que no pude moverme, me detenía algo mientras el teléfono seguía sonando, pero por fin pude reaccionar y al contestar escuché que había recibido un mensaje en la contestadora, así que colgué y tecleé la clave de nuestro buzón de voz y al marcar la opción uno, escuché tu voz, era tu voz, realmente todo llegaba a tener sentido para mí, ya no me sentí indefenso y menos inútil, pero tu voz...
Toda la tarde en la oficina llené papeles, números de oficina, no contesté las llamadas, no podía, hasta que un compañero de al lado me preguntó qué era lo que me pasaba, no pasa nada, contesté, porque realmente todo era una nada, solamente esperaba que llegase las cuatro de la tarde y salir de ahí a recoger a Luis, me sentí tonto, yo era su padre y ese niño dependía de mí, dependía de mi cuidado y yo lo único que podía sentir era un miedo que se alzaba revoloteando hasta dejarme las manos con una tembladera. Cuando por fin llegó la hora de salir, me dirigí lentamente al colegio. Al llegar me detuve en la puerta viendo cómo cada niño salía, cada niño iba y se marchaba, mientras los padres a lado mío no parecían preocupados, ¿preocupados de qué? Pero eso no me consolaba en nada, yo no podía detener el miedo que me echaba a un lado, esperaba a Luis y lo veía tan contento, su voz de gallito me conmovía y yo al cerrar los ojos lo escuchaba mejor, y todo se volvía más claro cuando al llegar al parque lo podía ver jugar de un lado a otro, los helados, las hojitas desarmándolo para que él fuera un héroe valiente... Se reía, se reía tanto que yo lo imitaba con la mano en la boca, tú estabas a mi lado, estabas porque era lo único que al cerrar los ojos pude saber, era todo tan cálido pero a la vez tan triste, era como si me hubiese tapado una manta blanca y yo la podía sentir tan cálida a pesar de que la respiración me faltaba...
Y Luis tan alegre, tan niño con sus ojos chinitos y el cabello despeinado, yo le gritaba que tuviera cuidado, eso no se toca y yo esperaba que tú dijeras algo pero estabas muda, así que yo insistí en decirle a Luis que si no soltaba eso no tendría postre, pero Luis sólo se reía, Luis conmoviéndome pero a la vez tan lejos, creo que se alejaba cada vez más pero yo aún podía verlo, lo sentía, así como yo podía sentirte a ti, era tan fresco el momento, era una repetición constante uno a uno, era un círculo sin paréntesis, por eso Luis estuvo llamándome, sí, por fin me llamaba, yo me levanté y sentí que tú me detuviste, ¿pero acaso no querías que estuviera con él? Pero tú ni palabras, tú sólo mirada, sólo unas manos sosteniéndome como suplicando, ¿pero acaso debes suplicar algo?, por eso yo gritaba para que Luis me escuchase, Luis sí lo hacía, puedo jurarlo, porque me llamaba papá, y yo en esa palabra era una lágrima, esa palabra podía resultar más fuerte que un matrimonio y un trabajo, más fuerte que una casa y un desorden sin cena, sin ropa limpia, sin alimento, esa palabra era tan poderosa que pude soltarme de ti. Ven, Luis, le gritaba, ya nos vamos a casa, y de nuevo él se acercaba lentamente como bailando en cada paso, era Luis, siempre fue Luis y siempre revoloteando como si todo el mundo fuera un jardín para él, yo quería decirte que te calmaras y que dejases de mirarme con esos ojos, quería decirte muchas cosas pero todo se me nublaba, parecía como si de la nada la tarde se hubiera oscurecido sin pronunciar palabra, ¿acaso un atardecer puede ser muerto así de pronto? Pero no había respuesta porque responder sería inútil, Luis qué iba a saber del tiempo y tú menos aun con ese silencio agonizante, con esa melancolía que me contagiaba sin saber por qué estabas de ese modo, ¿acaso es una pregunta? No, no lo es, por eso me senté, no era ni siquiera una respuesta para fingir, porque la casa seguía con el desorden que se filtraba por la ventana e iba arrastrándose hasta aquí, mientras tú realmente no estabas, eras sólo una llamada, una llamada perdida, una llamada dejada en el buzón de voz, era una llamada tuya llorando, ¿pero acaso deberías llorar por eso? Pero tú sólo llorabas y yo sentado en la cama escuchando tu voz tan necesaria, una voz que te pedía auxilio y tú no podías responderme porque era un simple mensaje, un mensaje que venía para irse nuevamente, ¿acaso no eras tú la que me iba salvar del caos que se había creado? Pero no, no ibas a salvar nada, no lo ibas a hacer porque tú voz se entreveraba con lo salado de tus lágrimas diciéndome adiós, ¿adiós? ¿Pero acaso un adiós es igual a un hola cómo estás? Por qué el adiós, por qué repites esa palabra juntando eso de un abandono, acaso no te fuiste de paseo a visitar a una tía, pero entonces por qué me dices que ya no me amas, eso del adiós no entra en mí, no consigo ubicarlo, pero adiós...
De pronto todo se aclaró cuando busqué los cajones y tus ropas no estaban, la mitad de la casa había desaparecido para siempre y yo no supe qué decir, la mitad de la conversación no era más que puras contradicciones... Por eso no estás en este parque, por eso Luis me mira y yo no sé qué decirle, me mira, lo sé, es su mirada, la conozco tan bien, es como si me estuviera juzgando porque mami se marchó, porque así no es como en el colegio le enseñaron, yo quiero cubrirme pero es peor porque esa mirada es más fuerte cuando cierro los ojos, quiero decirle a Luis que por favor me deje explicarle que papi y mami se separaron por decisión de ella, no, eso no sería justo a pesar de que sea verdad, así que Luis, papi y mami se separaron para que puedas ser feliz doblemente, pero es tan estúpido todo argumento y más cuando Luis sigue con la misma mirada, con el mismo gesto de hace un rato y se detiene como si alguien en mi cabeza hubiera puesto pause, sí, porque el frío volvió en la noche que destapó una tarde de la nada...
Ya que la verdad era la mitad del mensaje, la otra mitad del mensaje fue tan infinita y aplastante que hasta ahora siento esas palabras, “Me estoy llevando a Luis”, ¿acaso dijo Luis? Por eso salir corriendo, no podía ser, salir corriendo esperando en la puerta del colegio, viendo a esos niños correr hacia sus padres, pero Luis nada, quizás es el último en salir, pero no, Luis no aparecía hasta que todo el mundo se fue y su profesora me avisó que el niño había sido recogido en la mañana por su madre, ¿acaso estaba hablando de ti? ¿Acaso el mensaje podía ser tan feroz y de verdad? Por eso en el parque anocheció de repente y no estabas y Luis con esa mirada, era una mirada en mi mente, era una mirada que no me reconocía pero a la vez me culpaba de que me quedaría solo para siempre, ¿siempre?
Sigo sentado y Luis que da vueltas, la casa se ha expandido por kilómetros, no quiero volver allá, no podría pisar el suelo y perderme en sus paredes que se han vuelto inmensas, el desorden, el teléfono, los zapatos entreverados y tú despidiéndote y Luis dando vueltas, vueltas y vueltas fingiendo de que fuiste de paseo y que no hubo nunca una llamada.