Artículos y reportajes
La voz del pueblo en la voz del poeta Morgado

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No nos sorprende encontrar a José Manuel Morgado sentado frente a su vieja máquina de escribir; aunque ya no está en su viejo taller de tipografía de la calle Páez, sino en casa de un sobrino suyo, en la calle Isaías Medina de Villa de Cura. A sus 84 años lo sostiene el misterio de la palabra y su inquieto pensamiento político comprometido con lo que él llama “las luchas del pueblo”. Esta praxis lo acompaña desde las aulas de la antigua escuela Arístides Rojas, dirigida entonces por Sady Rodríguez (a quien califica como excelente persona y muy profesional), donde colabora con el periódico El Villacurano, el cual vendían en las calles de Villa de Cura por una “locha” (12 céntimos y medio de bolívar). Por su cuenta edita El Villano (1941), con la coletilla: “derivado de Villa por si acaso”, un periódico escrito a máquina donde se destacan los incipientes elementos de humor y sátira que se irán desarrollando en posteriores órganos informativos impresos: El Unitario, del cual es redactor y director, a la caída del perezjimenismo; El Cotejo Mocho, ocasionario humorístico fundado con la colaboración de Pedro Ezequiel González y Víctor Hernández Ramos, ya fallecidos; este periodiquito tamaño octavo, que lleva a cuestas 50 años de vida reptílica, tratando de que los villacuranos sonrían en medio de la amargura presente o pasada, sin dejar a un lado el pensamiento comunista y revolucionario de su creador, antiimperialista hasta el tuétano a la manera de Aquiles y Aníbal Nazoa y muchos amigos, “camaradas”, que le acompañaron en aquellos tiempos de lucha.

Con Andrés Pasquier llegó a repartir propaganda clandestina del PCV. Recuerda que en 1946 ocupó el cargo de secretario de la Junta Electoral de los valles de Tucutunemo; mientras leía asiduamente literatura marxista-leninista. Es un gran admirador de Fidel Castro y del pueblo cubano, uno de sus folletos se titula: Una flor para Cuba, versos sencillos dedicados a la perla caribeña. También admira al presidente Hugo Chávez y comparte la idea de construir el socialismo del siglo XXI.

Este villacurano de nacimiento (8 de agosto de 1924), José Manuel Morgado, es tipógrafo de chivalete, oficio que aprendió de su tío Inocencio Adames Barrios, tipógrafo y fundador de la Editorial Miranda. Oficio que ejerció por 54 años y le permitió levantar y mantener, junto a Elena Oropeza, una nutrida familia integrada además por sus hijos: Bladimir, el mayor de los varones, Miguel, Oscar, Yadira, Ivanova, Beryeni y Bersi Flor.

Ahora rememora recuerdos de la infancia: “Me crié con mi tía Ana Josefa, aunque siempre iba a la solariega casa de El Pozote, frente a la placita Ayacucho, a pedirle la bendición a mis padres: Martín Adames Barrios, el “viejo Martín” y Mama Ua... María Eugenia Morgado. Soy el mayor de seis hermanos, tres hembras y tres varones”.

También de esos años evoca a Yolanda Paradisi, al bachiller Rodríguez, quienes de alguna manera orientaron su creación poética; éste último, poeta, compositor y bohemio. Rememora también a Hugo Oliveros, cuya vida y obra fue dispersa, un poeta oscuro y siempre bohemio y beodo. No se puede negar esta influencia temprana en el alma lírica de JM; aunque a él no se le conoce como bohemio le gusta compartir con sus selectos amigos, el tango y los versos recitados por Teobaldo Parra, otro antiguo integrante de la “Peña Morgado”. Muchos “camaradas” como Teobaldo hoy ya no están o se han alejado, lo cual lamenta el poeta.

Poco amigo de las disciplinas partidistas, aún considera que el PCV es un partido internacional y que nadie debe meterlo en el mismo saco con los otros partidos que dicen apoyar “el proceso”. De pensamiento lúcido, sigue siendo, y probablemente morirá siendo, un hombre de izquierda. Pero sobre todo, Jotaeme, como lo llaman sus amigos, es poeta. Comienza a escribir desde los 12 años de edad. De una poesía telúrica, vegetal, para algunos comprometida y social. “Mi poesía está orientada a expresar los sentimientos de mi gente y mi tierra”, dice.

—La más pura manifestación del hombre, porque lo involucra en los buenos sentimientos ajenos, es la poesía —expresa JM, y añade—: yo pertenezco a la escuela de Aquiles, quien, cuando aún no había cumplido los veinte años y sus brazos parecían “las ramas de un añoso ciprés”, comienza a comprometer su poesía con la gente sencilla y empieza a nacer su credo en el “gran poder” del pueblo.

JM ha publicado varios libros y folletos que recogen sus poemas, epígrafes, crónicas, sátiras y añoranzas, al igual que su humor. Destacan: Sangre, mi madre roja (primera edición, 1952; segunda edición, 1993); Palabras para la patria y el amor (1962); Prosa y poesía (1981); Jazmín y cariaquito (1986), un libro dedicado al recuerdo imborrable de Aquiles Nazoa. Prosa: Vuelva a sonreír (con El Cotejo Mocho), Villa de Cura, 1996.

La poesía de JM no sólo abarca lo social y lo telúrico, sino también lo erótico; la mujer venezolana está presente en sus versos, llenos de amor y justicia social. Una vez dijo José Aloise Abreu: “El mundo de José Manuel Morgado debe abrirse al entendimiento de más gente, para que sirva de alivio y abrevadero en este centro de discordias que nos sumerge”.