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Más de setecientas imágenes cuentan la vida de Juan Ramón Jiménez
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La vida del escritor español Juan Ramón Jiménez ha sido recogida en un solo volumen, Álbum, a través de 731 imágenes, entre las que, además de numerosos retratos del poeta, se reproducen también manuscritos y portadas de sus primeras ediciones.

Editada por la Residencia de Estudiantes y la caja de ahorros Cajasol dentro de la colección “Álbumes de Plata”, esta iconografía juanramoniana, que se acompaña de una biografía de Javier Blasco, ha sido compilada por José Antonio Expósito, y cuenta con una introducción del escritor Andrés Trapiello.

El Álbum, que fue presentado el pasado 30 de junio en la Residencia, en Madrid, cuenta con la última fotografía que se le hizo al poeta, el 30 de mayo de 1958, una curiosa instantánea tomada en el hospital, en la que, en silla de ruedas y en bata, Jiménez acaricia con ambas manos la cabeza de “Platero”, un burrito de alambre de tamaño casi natural, confeccionado por alumnos de sexto de primaria con alambra y paja. Siete niños de sexto curso y su maestra rodean al burrito y al poeta, quien aparece en numerosas fotografías de este volumen rodeado por escolares y jóvenes, sobre todo en la última etapa de su vida.

Otra de las fotos más curiosas, editada a doble página, muestra a su esposa, Zenobia Camprubí, en Washington, al volante del vehículo Chevrolet que el matrimonio compró en 1950.

Sobre Camprubí escribe Trapiello que “a ella le tocó sacar adelante a un hombre que parecía vivir en un perpetuo frenesí que lo levantaba desde el decaimiento hasta los estados de exaltación, de la ataraxia a los periodos de trabajo febril”.

También hay imágenes tomadas en el patio de su casa de Moguer, en la calle Obispo Infante, posando junto a su madre, Purificación Mantecón López-Parejo, en 1922, y en el mismo lugar y el mismo año posando con sus sobrinos Pepe y Blanca, y con su ahijado, Juan Ramón Jiménez Bayo, hijo de su hermano Eustaquio.

Precisamente, Álbum se abre con una foto de época de la torre mudéjar de la Iglesia de Nuestra Señora de la Granada, de Moguer, de la que el poeta dejó escrito: “La torre de Moguer, de cerca, parece una Giralda vista de lejos”.

El más antiguo de todos los retratos es uno de 1885 que muestra a un grupo de niños, entre los que se encuentra un Juan Ramón que puede no haber cumplido los cuatro años, ataviado con gorra y pajarita, con las manos entrelazadas y mirando al fotógrafo con seriedad.

También se conserva otro retrato de sus cinco años, vestido de marinero, y sus biógrafos gráficos han seleccionado reproducciones fotográficas de un dibujo escolar del globo terráqueo, hecho por el poeta cuando contaba entre ocho y nueve años y hasta la etiqueta de los vinos “Eustaquio Jiménez”, ya que fue su hermano quien se encargó del negocio vinícola familiar desde 1908.

De cuanto estaba en los jesuitas de El Puerto de Santa María (Cádiz), se reproduce en el Álbum el diploma del “Primer Premio en Conducta” que obtuvo con catorce años, edad de la que también se reproducen páginas del Álbum de poesía manuscrito —sobre las páginas de un libro de contabilidad— por el poeta, que copiaba poemas de autores del siglo XIX y él mismo ilustraba con dibujos.

En esta galería no faltan la práctica totalidad de los escritores del 98 y de la Generación del 27, muchos en compañía de Juan Ramón Jiménez, quien sobre estos últimos ejerció un magisterio decisivo, y en un solo retrato dos premios Nobel, Benavente y el poeta de Moguer, en compañía de Ortega y Gasset, Valle-Inclán, Azorín, Amadeo Vives, Luis Bello, Gabriel Alomar y Luis de Zulueta.

Pese a esta colección gráfica, Andrés Trapiello afirma, en su introducción a este volumen, que “menos que de nadie, jamás se tendrá una imagen completa de Juan Ramón Jiménez. Ni como persona ni como poeta”, en alusión a la “complejidad de su legado”.

Fuente: EFE