Dos gotas de agua
Marzo es un gorrión revoloteando
Un charco de lluvia
Una niña jugando
Abril es una bicicleta tendida en la hierba
Un libro expeliendo aroma en la terraza
Una intensa noche de amor arañando el alba
Esto es el tiempo
Como un río fluyendo, fluyendo
Y yo
Nadando, nadando
Como un pez o una tortuga
Pero siempre nadando, nadando
A veces
Me dejo arrastrar a las profundidades
Estrellándome contra las piedras
Contra las rocas filudas
Sangrando
Haciéndome jirones
Y el tiempo, como un río fluyendo, fluyendo
Marzo, Abril
Dos gotas de agua
Salpicando
La aurora
Aroma de leña
El aroma de la leña
Despierta en mí fogonazos
En forma de álamos
Cerros desolados
Rostros emocionalmente cercanos
Son milésimas de segundos
Que como flechas surcan velozmente
El tiempo, los recuerdos
El viento, el aroma, imágenes revoloteando
Voces creciendo en una esquina de barrio
Un sol haciéndose playa, un niño caminando
Un nido de palomas, una banca, un río
La leña es el árbol decapitado
Mi vida, nuestra vida hecha pedazos
Este mundo instantáneamente palpitado
Y el fuego
Pintado a brochazos
Una niña camina
(En una cafetería)
Llueve a cántaros
En esta tarde de Mayo
Dos relámpagos
Se estrellan en el lomo encorvado
De los lagos
A lo lejos
Una niña, apresurada
Camina
A su muñeca abrazada
Camina
Temblando y mojada
Camina
Guerra, estrés
Estrés, guerra
Que arda la pluma
Paseos, picnics, fogatas
Diluyen mi mano
Convierten la pluma
En liebre
En gorrión
En árbol
En agua
Soy hoja blanca
Meciéndose bajo el sol
De Julio
Me olvido del diario
Lanzo sus hojas al viento
Que arda la pluma
Que se haga antorcha, humo
Ceniza
Sólo respiro
Y transpiro el poema
Que es para mí
La vida misma
Foto
Para aquella foto que duerme en el álbum de Tía Maxi
Sonrisas en blanco y negro
A orillas de la playa
En el ocaso de Enero
O tal vez, Febrero
Lente laborioso
Carrizos abrazados
El tiempo arrastrándose
en la arena
Crecimos y nuestras huellas
Se esculpieron
En las peñas
El tiempo se transformó
En marea
En viento
En odisea
Se fueron las barcas
Las tardes de fogata
Los girasoles de la infancia
Por eso trato
De escribir estos versos
Que huelen a mar y saben a sal, a pez
A resaca
Sonrisas en blanco y negro
Majestuoso faro
Iluminando
Mis pasos
Como el agua
A mi hija Andrea
Para qué quiero
Un cielo de frambuesas
Una copa de oro
O cientos de unicornios
Aleteando en las mañanas
Si tú, estrellita de mi vida
Te escurres de mis manos
Como el agua
Hundiéndose en la arena
Sueño
A veces
Echado en la cama
Y en silencio
Imagino
Un rostro de voces
Acariciando mi frente
Calentando mis manos
Abrazándome intensamente
Y yo, allí, sumergido
En el mar, en el bosque
En el río
De pronto
Desde cerca, desde lejos
Escucho un coro de niños
Quienes entre quenas, guitarras
Y charangos
Me alientan
Me acompañan
En este sueño
Sin retorno
He venido aquí
A mi abuela Genoveva
acompañándola en su sueño
He venido aquí para evocar
Tu mirada de agua
Tu sonrisa de barca
Tu conversar de cielo
A pesar de los años todavía siento
Tu voz cobijando la mía, paseando
Por alguna callejuela ferreñafana
Con olor a leña y tamarindo
He venido aquí y me duele.
Te confieso que no es el frío del invierno
Ni esta tarde gris ahogándose
En la nieve.
No, Mamita Genoveva, es este desconsuelo
De hijo, de nieto
Aullando como un lobo ensombrecido
Contra el firmamento
Perdóname
Si esta hoja de geranio, que creció en tu huerto,
Voló, una noche de mayo, con el viento.
Perdóname, pero jamás olvides que esta hoja lleva
Tu canto, tu cariño, tu consejo
He venido aquí y supe que tu salud
Se fue desmenuzando con el tiempo
En otra calle, en otro mundo
Y que hablabas con fantasmas
En tu lecho
Sin embargo, tú sigues siendo para mí:
Un atardecer de pueblo en el verano
Un frondoso algarrobo cobijando al jornalero
Un grupo de niños curioseando en casa de tío Pedro
Un porongo de chicha dominguero
Por eso quiero que tu sonrisa siga germinando
En el arenal, en el acantilado del camino
Y tu palabra anide en primavera, en verano,
En otoño y en invierno
Sí, Mamita Geno, he venido aquí y estoy cubierto de granizo.
No importa, ya que sólo quise homenajearte,
Darte un beso en la frente y acompañarte
En silencio
Como cuando viajábamos juntos, al Norte, ¿te acuerdas?
Domingo de trenes
La nieve no ha caído
En el bosque de las sonrisas
Y esperando
Florean como jazmines mis heridas
Es domingo de trenes
De luces desoladas
Y del caminar de los relojes
Pienso en la edad de las alondras
En el laberinto burlesco de la vida
Y cientos de veces me pregunto
¿Dónde? ¿Dónde está
La felicidad dormida de las abejas?
Destellos finales
(Sintiendo el calor de la chimenea)
Huellas transitando fronteras
Aves remontando la noche
Hojas verdes, amarillas, rojas
Esparcidas en el sendero eterno y fugaz
De la infancia
El tiempo es un viejo alfarero
Moldeando rostros, manos y voces
O tal vez aquel locuaz arriero
Transportando alforjas
De vientos y sombras
Condensar la luz, el fuego
En páginas cotidianas
Buscando rescatar la memoria
De alondras mutiladas
Trazar, pincelar
La flor, el sol, la lluvia, la escarcha
La vida
En su inagotable marcha
Y ver que a lo lejos
Una cálida brisa se viene acercando
Rodeada de escuelas vacías
Y de niños saltando