I
Los trabajos
del amor
bocas acostadas en playas desiertas
aguas saladas que no podemos tomar
barcos llenos de agujeros
dónde
quedarán las colinas
dónde
están las tormentas
cómo aprenderemos a nadar
ahora
que nos convertimos en rocas.
II
Caminábamos por el medio de la calle
un viento triste te mojaba los pantalones
mechones de estrellas se enredaban
en mi pelo
remolinos de ojos
ahuecando los árboles
papeles grises caminaban despacio
sobre el pasto
y los gatos negros
y los autos rozándonos
hasta que apareció
un tibio gato amarillo
ocre
dorado
amanecía
juntamos nuestros pies
y apuramos el paso
y los abrazos.
III
Como una mendiga
escarbando en el tacho de basura
y como los perros cavar
cavar y esconder
para no llorar
no
no hay entradas triunfales aquí
no hay alfombras rojas
ni coronas de flores
ni agua bendita
ni dientes relucientes
sarnosa está la que me mira desde el agua
sus patas se estremecen al oír hablar del sol
y su pelaje oscuro está lleno de cardos
sarnosa y no la reina
sarnosa me asomo al agua y me miro
temblando de frío
sola sobre el hueco
temblando.
IV
El verdadero sentido de las palabras
reposa quizás
en las cáscaras que sobresalen de tus piernas
en la estridencia de las muertes que se empiezan a colar
en los bolsillos hoy
al volver a casa sólo hallé la certeza
de las pisadas de la escarcha en las plantas
no quedó casi nada casi nada
a que aferrarse
nada que tenga las cosas ausentes
rotas perdidas
no están se fueron
desaparecieron quebradas
mis ojos sin ellas mis manos sin ellas
corazón tallo reseco
recuerdo savia que no moja tengo
miedo de usar estas palabras
que uso
ingenuamente creo que las palabras son
lo que nombro ingenuamente intento
no nombrar lo que ya no tiene nombre
lo que ahora es tierra flor
caminito azul entre cipreses
gota que cae y se clava en los recuerdos
ingenuamente
intento no
ponerle nombre ponerle
ingenuamente.
V
Desmembrados
partidos
alejados
solos
un mundo que no se reconoce en sus hijos
una constelación de lágrimas como bandera
charcos de gentes tiradas en la calle
un perro oliendo un pie sin su zapato
trapos sucios cuelgan del cielo
esta mañana
hay que esperar detrás de las trincheras
la noche fue larga
y tu cara
Presagia todas las guerras.
VI
El hueco
eso que va para atrás
y para adelante
esa mañana se erguía con el sol
madre venía caminando desde lejos
y no llegaba nunca
caracoleaba su figura en el camino y los cardos
le susurraban afiladas melodías en sus oídos
hermana miraba asombrada cómo era eso
de ver a madre reducida al tamaño de su mano
madre en la palma de su mano madre
quedándose siempre allí
acunándose en la terrosa mano
calentita mano sin excusas
sol enredándose en el pelo de madre
llenándole de peces dorados los bolsillos
y los peces cayéndose
y el hueco tragándose ese sol
que de ninguna manera es este sol
que de ninguna manera será aquel sol
¿qué cara tendrá madre ahora que no hay peces?
¿qué cara tendrá hermana ahora que cuesta
calentarse las manos?
¿qué cara yo?
¿qué melodías me susurrarán los cardos
mientras atravieso el camino?
VII
Esa mano que cuelga
jadeante
de la mesa
ese pie que agoniza de hastío
debajo de la mesa
esos oídos que se repiten siempre
las mismas palabras que vuelan
sobre la mesa
esa otra mano que se arrastra
en busca de miguitas
agua
cielos azules escondidos
en la mesa
esa cara que se derrama
mezclada con el vapor
de la sopa que descansa
en la mesa
esa cuchara que refleja la cara
derramada
la mano reptil
los sueños agusanados
que gotean
serpentean
aferrados
inútilmente
a los bordes del mantel
que cubre
la mesa.
VIII
Arpones disparó contra mi cuerpo
atravesó la carne los silencios
me deshizo las ganas con un golpe seco
a esa hora, gentes se amontonan en las paradas
se trepan a los micros como monos
se empujan el sueño y es que siempre
hacia el fondo hay lugar
bien al fondo
las risas sonaban más huecas que nunca
las estrellas perecían velas baratas
que se apagan
aun sin soplarlas
arpones disparó contra mi cuerpo
palabras
qué más da
sonidos asesinos
para animales indefensos.