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Murió la poeta uruguaya Ulalume González de León
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Poeta, narradora, ensayista y editora, Ulalume González de León falleció el pasado viernes 17 de julio, alrededor del mediodía, en una clínica de Querétaro, México. La escritora “padecía de Alzheimer desde hace tiempo y murió de insuficiencia respiratoria”, informó su sobrina, Berenice González de León.

Nacida en Montevideo, Uruguay, en 1932, y naturalizada mexicana en 1948, González de León perteneció a una generación de mujeres poetas entre las que figuran Carmen Alardín, Isabel Fraire y Thelma Nava, cuyo quehacer “en los años 70 destacó por enfrentar nuevas problemáticas de la mujer, el amor y la relación de pareja”.

“Ulalume fue la poeta más sugerente de esa generación en cuanto a su propuesta poética”, apuntó la investigadora Gloria Vergara, autora del volumen Identidad y memoria en las poetas mexicanas del siglo XX.

Su obra —destaca Vergara en su estudio— “parte de la idea de que todo está dicho, lo que hace la poesía es un reacomodo, un plagio. En su poética el verdadero sujeto es la memoria, los cuerpos son sólo célula del cuerpo de la memoria, la memoria es el cuerpo lleno y vacío de sí. Todo se revierte en ella, todo se contrae, los cuerpos van y vienen: el cuerpo de la escritura, el cuerpo del tiempo, su cuerpo”.

Para el poeta Eduardo Hurtado, el fallecimiento de González de León es una lamentable pérdida. “Entre los varones poetas de su generación, entre los que se podría mencionar a Gabriel Zaid, Eduardo Lizalde, Marco Antonio Montes de Oca, todos ellos, al igual que González de León, representan el primer intento de crear una sana distancia con la poética predominante, la cual predicaba Octavio Paz”, comentó Hurtado.

“La originalidad de Ulalume fue el haber reconocido que los poetas siempre estamos haciendo rescrituras, que el mito de la originalidad, el cual provenía de las vanguardias, no es tal. La idea de Ulalume es que estamos escribiendo un mismo, largo poema, y que en realidad hay una permanente continuidad y una permanente rescritura en la literatura, particularmente en la poesía”.

“Ella llevó a cabo las rescrituras más interesantes y más cumplidas, y paradójicamente más novedosas, con un sello personal de cuantos pudo haber producido esa generación. El concepto de plagio, en cuanto a las rescrituras, era una palabra cara a Ulalume”, agregó Hurtado.

Fue autora, entre otros libros, de A cada rato lunes (cuentos, 1970), Las tres manzanas de naranja (1996), de los libros de ensayo y traducción: El uno y el innumerable quién (sobre la obra de E. E. Cummings), El riesgo del placer (sobre la obra de Lewis Carroll), y Plagios, donde reúne los siete libros de poemas escritos de 1968 a 1979.

Fue distinguida con los premios Xavier Villaurrutia, 1978; de poesía La Flor de Laura, 1979, otorgado por el Centro de Estudios Internacionales sobre Petrarca, de París, y Premio Alfonso X, en 1991, por su trayectoria como traductora (compartido con Julio Pimentel).

Como editora fue integrante del consejo de redacción de las revistas Plural, Vuelta y Letras Libres, labor que también la distinguió, “pues jugó un papel muy importante, en la época de la revista Vuelta, para convocar a los poetas de todo el país y de otras latitudes, para establecer juegos con la poesía, a dejar la solemnidad y devolverle al trabajo de la escritura del poema su espíritu lúdico”.

Fuente: La Jornada