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Vicente FerrerCaléndulas para Vicente Ferrer

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He recibido puntual correo de mi Informador. Es muy hábil y demuestra, además de sensibilidad, tener buen corazón. El mensaje comparaba cómo se va a aprovechar la muerte de un mito del pop y la de un hombre que se ha dejado la vida para que otros pudieran tenerla, Vicente Ferrer. Seguramente había pensado: o se le ha olvidado o no se ha enterado. Ninguna de las dos, pero él por si acaso se dejó caer. Estaba esperando a que cesara el ruido. Parece ser que el personal se va ya de vacaciones y nos va a dejar el silencio propicio para ello. Como es natural aquí no se va a hacer nada más que recordar, hablar. Ya se han vertido páginas biográficas y hasta alguna tontería. Claro que las tonterías, como son tontas, a nadie importan. Ya es muy significativo que su cadáver se le cubriese con caléndulas. Ya se sabe que procede del nombre dado por los romanos al primer día del mes: calenda. Pero me interesa más anotar que de la caléndula hacían los pobres azafrán. No lo sé si en Anantapur lo sabrían. Se imagina uno que sí. Mientras que a otros entierran en ataúdes suntuosos, para darles reposo en parterres de similar calidad, a este hombre de bien se le cubre con la alegría del remedio popular para aderezar su hambruna. Otro asunto llama la atención, que no es otro que cualidad de seglar que elige libremente. Parece, verdad, que el religioso de oficio se debe a la caridad. Pero este hombre no necesita de esa condición para dedicarse a paliar el hambre de sus semejantes. Da igual que sean indios, que sean africanos. Además, si algo le maravilla a un servidor es su método, su enseñanza. Se trata de evitar pan para hoy, hambre para mañana; pero con la aportación de todos. El más pobre tiene algo que dar, aunque sólo sea su sonrisa, que no es poco. Este hombre enjuto, de mirada profunda, bien pudiera parecerse a alguno de los retratos que hicieron, de memoria o no, de don Miguel de Cervantes. Decía mi Informador en su comunicado, que de Vicente Ferrer poco provecho van a obtener de su muerte, comparándolo con el de Michael Jackson. Sin embargo convendría recordar lo que sentenció Nietzsche: “Quien no vivió a tiempo no morirá a tiempo”. No hay que dar explicación alguna. Por supuesto que nadie niega las excelencias del cantante, aunque la persona fuera un calavera y su vida un desastre. Qué ha dejado. Qué se lleva. Vicente Ferrer se ha ido humildemente. Ha dejado la vida a una edad en la que ya pesa más lo hecho que lo por hacer. Se lleva todos los pétalos de cada una de las caléndulas que le envolvieron, en prueba de agradecimiento. Y deja lo único que pervive a través del tiempo y del espacio: el amor.