Letras
De villancico y candela

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De villancico y candela

Te regalo cucharadas de sabores,
mermeladas para decorar tu casa,
unos cuadros donde vivan muchos duendes,
noches buenas cada vez que el sol se vaya.
Te regalo una alfombra con poderes,
tres chequeras sin límite de abrazos,
una alcoba con ventanas a la vida,
una huerta donde nazcan los orgasmos.
Te regalo las semillas de las flores,
tierra fértil para cada paso,
un aljibe donde bebas tus anhelos,
toboganes que se lleven la nostalgia.
Te regalo un espejo que te enseñe
a mostrar el alma al semejante,
diccionarios de palabras que no duelan,
amuletos de perdón para actos malos.
Te regalo un árbol navideño
donde cuelgues tu fortuna y la compartas,
una mesa sin límites de asientos
para repartir el amor en rebanadas.

 

De Gabriela y menta

Te regalo caminar sobre la arena,
que los cuerpos se confundan en abrazos,
los besos de almíbar que me broten,
los verbos de ciruelas y naranjas.
Te regalo un frasquito de suspiros,
una olla con verduras de esperanza,
los cubiertos en el césped de la mesa,
los platos en mi ombligo y en tus labios.
Te regalo mi castillo de ilusiones,
los juguetes que atesoro hace años,
las palabras que construyen las paredes,
silencios donde las miradas hablan.
Te regalo el infinito de las fuerzas,
mis creencias para transformar el mundo,
un hechizo que se lleve las tristezas,
una fuente de deseos en tu cama.

 

De pan y canela

Te regalo las porciones de mi cuerpo,
el aroma de los panes elevados,
las migajas esparcidas por la pieza,
la melaza para que untes en mi espalda.
Te regalo las frutillas y cerezas,
que maduras necesitan de tus manos,
convertirse a fuego lento entre los pliegues
en el dulce que se adhiera a tu arrebato.
Te regalo los misterios de mis piernas,
de las curvas los sinuosos escarpados,
de mis dedos las caricias que segregan
de tu sexo la jalea que empalaga.

 

De inocencia arrabalera

Te regalo las llamadas sin motivo,
los días abatidos de mis huesos,
cuando el nudo me silencia la garganta
y el espíritu está en contra de la guerra.
Te regalo la inocencia de mi carne,
la nodriza, también la arrabalera,
con el ruego que me acunes en tus brazos
y en el aire se disipe la tormenta.
Te regalo los minutos que no tengo,
los segundos que ignoras y te pienso,
las palabras sin sentido de las horas,
los verbos que me urgen en la lengua.

 

De yogur y yerbabuena

Te regalo el desayuno de los senos,
las tostadas con manteca de mis manos,
una rosa en el medio de la mesa,
el calor de las pieles que se aman.
Te regalo levantarnos con el alba,
cuando el pueblo todavía está en silencio,
caminar descalzos por la casa,
ducharnos bendiciendo nuestros cuerpos.
Te regalo el trinar de algunos pájaros,
el rocío sobre el césped, el café recién tostado,
medialunas, servilletas de caricias,
unos mates que apasionen a tus labios.

 

De albahaca y pimienta

Te regalo el condimento de mi carne,
los laureles que me hacen de diadema,
la pimienta que deseas por las noches
y la sal que me corre por las piernas.
Te regalo un sobrecito con lavanda,
un pañuelo con aroma de violetas,
un lugar en el centro de la cama,
un espacio en los placares de mi pieza.
Te regalo un día de campo entre cobijas,
que no asistas a las citas de tu agenda,
que me lleves en tus brazos a la luna
y mis dedos acaricien las estrellas.

 

De agua y azúcar

Te regalo el arco iris de mis lunas,
las orillas con sales aromáticas,
un corpiño de colores lujuriosos,
unas ligas en el borde de tu cama.
Te regalo la hojarasca en mi cabello,
el quedarnos cucharita sin horario,
que mis brazos se entrelacen a tu pecho
y tu espalda se acune en mi regazo.
Te regalo un horizonte con estrellas,
un rincón en el bosque de las hadas,
un bonete que dibuje las sonrisas
y pinceles que delineen nuestra casa.
Te regalo los gorriones de mis dedos,
los gusanos que se esconden en mi panza,
las cigarras que deliran en mi mente,
las caricias que cosecho cada año.

 

De jazmín y sortilegio

Te regalo el destello de los sueños,
cada vez que las nubes los opaquen,
una risa que se escuche hasta en el cielo
y un manto de rocío que nos embriague.
Te regalo el convertirme en pequeña
para ir guardadita entre tus manos,
unas flores que germinen en mi cuello
y tu boca lentamente las arranque.
Te regalo la llave de mi cuerpo,
que me habites sin pensar en el mañana,    
que se cumplan los deseos en mi lecho
esos locos que te invaden las entrañas.

 

De locura y muerte

Te regalo el suicidio de las letras
cada vez que se arrojan de las horas.
Los apuros de este mundo,
los minutos que te pienso
y la angustia que me crece en las entrañas.
Te regalo el maquillaje de las citas,              
el perfume de las tardes,
los zapatos taco aguja.
Las jornadas que me paso en el espejo
imaginando que te gusta cada arruga.
Te regalo el aroma de mis pliegues,
las veredas con las huellas de mis pasos,
el sabor de la urgencia por la espera,
los relojes que donaron las agujas.
Te regalo los jazmines de la mesa,
las violetas que nacieron en el patio,
la isla negra, las locuras de la selva
y las pasiones que se ahogaron en la playa.

 

De apetencia y duraznos

Te regalo naufragar siempre en tus costas,
una isla que carezca de maldades,
que los frutos se alimenten de los sueños
y en los árboles crezcan siempre navidades.
Te regalo golondrinas en el pelo,
que se llevan en sus viajes tus pesares,
una cueva recubierta de rubíes
que iluminen el tesoro de tu alma.
Te regalo una canasta de delirios,
un mantel de exquisitas realidades,
una copa infinita de ambrosía,
de las hadas la locura de sus actos.

 

De gaviotas sin fronteras

Te regalo las mañanas del futuro,
un disco con los mantras para el cuerpo,
una jaula como espejo a la memoria,
que percibas que ser libre es lo que cuenta.
Te regalo el entusiasmo de un proyecto,
la certeza que si crees se realiza,
una guía para días empedrados,
un refugio para noches de tormenta.
Te regalo nuevamente la confianza,
el mirar de frente al que se acerca,
el que lleves como escudo la sonrisa,
el latir de la verdad en la palabra.