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Calaveras mexicanasInstrucciones para escribir y escuchar calaveras
(Con dedicatoria especial para los que se toman todo muy a pecho)

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Para Héctor Delgado Hernández

  1. Si su reto es escribir calaveras, haga lo siguiente:
    1. Si usted es incapaz de construir un verso, encienda una veladora a la Virgen para conseguir que un intrépido fulmine con una calavera a su enemigo inmediato.
    2. Si de plano es tanta su dificultad, diga sin titubeos que usted no comulga con esas tonterías.
    3. Si usted escribe calaveras, hágalo como se le antoje. El formato tradicional es defendido sólo por cursis que quieren que todo se haga bien. Usted no está para esas cosas.
    4. Los eufemistas han encontrado la solución para nombrar el verso haragán; le llaman “verso libre”. ¡Aproveche la oferta de la semana!
    5. Si no halla rima para los versos, de todos modos escríbalos; otros escriben cosas peores.
    6. Si usted escribe sólo versos rosados, no se preocupe. Tome en cuenta que para usted son una maravilla.
    7. Si su calavera no provoca el humor y la risa que usted esperaba, dígale a sus escuchas que son unos simples filisteos, interlocutores masa que no entienden cosas profundas.
    8. Si participa en un concurso, escriba excentricidades. Al fin que el jurado (sobre todo si estudió una carrera de Letras) valorará más lo que no se entiende que lo claro.
    9. Si usted ha logrado escribir una calavera, actúe de acuerdo con lo siguiente:
      • Si usted es estudiante, pida un diez por haber logrado escribir una estrofa con versos rimados. Con mucho menos, otros hasta beca obtienen.
      • Si su profesor le dice con cara de torero que la calavera es excelente, no le crea. Mejor póngase a hacer algo que de verdad valga la pena.
      • Si el profesor de Letras empieza con la sangronada de que el escrito tiene muchas faltas de ortografía, puntuación y demás cachivaches, ponga cara de ya vámonos y respóndale que éste es un día de fiesta, no de examen; y, por lo tanto, no tiene por qué escribir con todo rigor. Ya habrá tiempo para pensar en otro pretexto el día del examen.
      • Si usted es el pasadito ése que desparramó toda su furia contra el jefe, no se preocupe: ponga sonrisita de barbero y dígale que no debe creerse de lo escrito en la calavera, que es un día de fiesta y que sólo lo hizo para ganar el premio. Sin embargo, comience a empacar sus tiliches, por si acaso...
  2. Si su compromiso es evaluar las calaveras sujetas a concurso, actúe según los siguientes casos:
    1. Elija como trabajos ganadores las calaveras menos meritorias.
    2. Si una calavera es pelangocha, ¡cuidado! ¡Censúrela cuanto antes, orínese en ella y sáquela del concurso! ¡Qué atrevimiento de expresarse de esa forma en este sacrosanto recinto del saber!
    3. Si tiene ante usted una calavera picosona contra el mero mero, antes de pensar en premiarla, piense en su estabilidad laboral.
  3. Si usted escucha la lectura de calaveras, haga lo siguiente:
    1. Si su novio le ha escrito una calavera de muy mal gusto, acuérdese que hace días le juraron y perjuraron haberlo cachado pavoneándose con la otra; acuérdese también que el día siguiente a la borrachera aquella, el muy sinvergüenza fue a verla sin siquiera haberse lavado el hocico. Y, para colmo, acuérdese que la madre de su novio anda con el chisme de que usted es muy poca cosa para él.
    2. Si su novio le ha escrito una calavera con zalamerías y versos rosados (¡ay, qué tierno!), ponga ojitos de borrego a medio morir, déjese llevar en la espuma de la ilusión. A quien le diga que todos los hombres son iguales, vuélvase furiosa y responda con toda seguridad: “Mi novio no es como todos los demás”.
    3. Tan pronto escuche su nombre en una calavera, diga “Voy al baño”, salga de inmediato y tarde el tiempo que juzgue que ha pasado el aluvión.
    4. Si no le gustaron los resultados del concurso, chifle, patalee y alegue que hubo fraude. Sólo cuide de no hacerlo muy fuerte, podrían notarlo y ponerlo a usted de jurado.
    5. Si en una calavera le pusieron santa paliza, serénese, cuente hasta diez y diga que usted tiene mente abierta a toda crítica.
    6. Si usted es jefe y lo deshicieron con una calavera, quite su cara de comechile, haga un máximo esfuerzo por pelar diente y felicite al intrépido (ya habrá tiempo de desquite en la nómina).
    7. Si usted se puso a mano con todos los gastos de un concurso de calaveras, y encima de todo le pusieron santa paliza de perro bailarín, haga público un discurso en el que exprese su beneplácito por la actividad. Llame en privado al osado y hágale ver que, de acuerdo a las leyes mexicanas no escritas, nadie paga para que le peguen.
    8. Si es profesor de Letras, dígale a sus alumnos que escriben puras porquerías, que no tienen noción del ritmo y de la rima. Pero, por favor, no se le ocurra mostrar sus trabajos, se darían cuenta de toda su farsa.
    9. Si su compañero (quien sólo le simpatiza de dientes para fuera) es aludido en una calavera, no deje pasar la oportunidad, desquítese, hágale sentir que lo han despedazado.
  4. Si escucha una ensarta de calaveras aburridas, actúe de acuerdo con las siguientes circunstancias:
    1. Si está en bola, chifle, grite y patalee para que le corten.
    2. Si está frente al autor, y es su amigo, dígale que tiene mucho ingenio, que esta vez se sacó un diez.
    3. Si todos los demás se ríen y usted no ha entendido nada, también usted pele diente. ¡Imagínese cuántos estarán en su mismo caso!
  5. Si el autor de una calavera con la que usted ha sido destrozado era de su completo agrado hasta este día, actúe según las siguientes consideraciones:
    1. Si usted es el jefe, acuérdese que van dos veces que el autor de la calavera ha faltado, que el otro día por sus propios pantalones el muy sangrón se fue sin aviso a cambiar su cheque. Proceda a un conteo de rayitas rojas que tiene en la lista.
    2. Si el autor de la calavera es su alumno, dese cuenta de que el fulanito ése es un faltista, carente de vocación para su carrera.
    3. Si es su condiscípulo, acuérdese que le han dicho que el mentado amiguito es un comecuandohay, que le va al América, que le gusta el mambo...
    4. Si es su colega, escoja cualquiera de estas modalidades:
      • Si es de otra área, diga que los de aquella carrera no tienen otra forma más productiva (¡Productiva, recalque muy bien el término! En nuestro contexto suena a actualidad, a cultura de altos vuelos) de aprovechar el tiempo.
      • Si es de la misma licenciatura, pregone entre estudiantes y profesores que aquel payasito es un pedante, un iluso sabelotodo, pero que en el fondo es un estúpido (¡duro con él!); que hasta este día usted sólo lo sobrellevaba, que su sonrisa era de dientes para afuera.

Si se sujeta a estas consideraciones, tenga la plena seguridad de que la actividad será todo un éxito.

Incluido en el libro Nadie diga que es mentira (textos escatológicos, íntimos y algo desvergonzados), en proceso de edición por la Universidad Autónoma del Estado de México.