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Poemas

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El puente roto

Tiene tórax sin patas,
Como hormiga destituida y disecada por el silencio.
No lleva carga,
Es trono de basura.
Un emblema de nación
Que olvidó la oración primordial
Del conquistador:                                   ¡No existe lo imposible, el mundo es mío!

Abraza el puente viejo sin brazos
Sin conectar Este con Oeste.
Se sostiene todavía
Con orgullo anterior,
Como reliquia original
De un gran Camino real.

Javier me lo mostró
Como metáfora de Venezuela:
Los ladrillos amontonados
En cierta forma reconocible
El legado olvidado
O quizás también repudiado.

Entre el ala corrupta
Y el dorado,
Entre las latas oxidadas
Y la espada asesina,
Entre el perro moribundo
Y el grito ¡Libertad!
Entre camiones en huelga
Y la tarde ahumada agobiante,
Está el puente de Barcelona.

El prestarle atención
Sería una confesión,
Sería una introspección,
Sería empezar a decidir a proteger,
Sería conservar,
Sería decidir a SER,
Sería responsabilidad por lo ajeno,
Que es lo mío también.

Reconocer su existencia
Sería encontrar un espejo
Y ver claro: De dónde vengo, quién soy, y para dónde voy.

Pero todos los espejos están rotos:
En pedacitos multicolores que casi reflejan las estrellas
Como las escamas desechadas en la arena
De un pescado en Falcón.

 

Amor primero, suave y honesto

Es cierto lo que dicen
Del amor suave y honesto,
Del primer beso que se ofreció y recibió sin condiciones.

Es cierto que este amor a ciegas
Comentando con acaricias que se sienten, siempre,
Más sudorosas y limpias que tantas otras,
Reconoce sus orígenes sin tiempo o pecado
En un instante,
En una voz o aroma que se desvanece detrás de tantas caras,
Lentamente, como el gusano deposita su seda o la oveja su lana.

Es cierto, que tu olor, hoy más profundamente que ayer, de niña-mujer,
Con ternura, se posa sobre mi piel
Entra en mis poros
Mece a millones de células a sentir, nuevamente,
Un corazón expandiéndose
Otra-primera-vez, hacia el infinito de lo más reciente.

Es más precipicio cuando DOS recuerdan lo mismo
Cuando DOS se embarcan al pasado para echar red a no tantas memorias,
Pero por ser tan pocas son más dulces y concentradas.
Los DOS multiplicamos las posibilidades, las pervertimos
En cosas grandes que nunca fueron pero pudieron haber sido.

Estas son las semillas de tantas historias sin drama:
Las posibilidades del primer amor que no conoció el duelo
Ni el esperar una carta retrasada...
El amor que nunca tuvo tiempo para el ocio
Porque todos los segundos estaban contados y abarcados.
Amor donde no existía dios o iglesia
Con la decencia de la primera oración: simplemente, amar.

Huyen de este amor, los escorpiones;
Crecen las lilas sin razón o lluvia, en enero y febrero.
Es amor sigiloso como las sandalias del pescador,
O como el jaguar que también pesca.

Es cierto lo que dicen
Del amor suave y honesto,
Del primer beso que se ofreció y recibió sin avaricia.

Es cierto que este amor a ciegas, ciega para siempre.

 

Dos mitades, jamón en el medio

El Dictador nos inspira
Luego nos quita el respirar;
Nos dirige y nos pierde;
Nos excita, nos abandona;
Nos invita a su casa para insultarnos;
Nos cuenta cuentos de ogros —nos asusta:
“Pana, pasa el ron”.

El moralista nos acecha con su dedo índice
Y luego muere en una montaña solitaria, disecado;
Su dedo, una percha para el gavilán
Que mata y come, vuela y goza —porque debe, sin preguntarle a nadie si puede.
El moralista nos mira de reojo
Critica nuestros movimientos;
Sus ojos camuflados por la yerba verde encendida,
Saborea su propio cuerpo a escondidas.

Las verdades en oscuro no son sombras,
Son umbrales para pasar a otro lugar epistemológico;
A entender que lo tierno, lo bueno, lo maduro, lo rojo, todo!
Lo vemos y apreciamos con ojos de simio bruto.

Unos días, más que otros, amanecemos con cerebros entumecidos,
Orientados a negar significados que bailan a flor de piel como hadas en el agua.
En estas mañanas, sobre todo bajo los efectos soporíficos de un trópico lacio,
Nos cae un mango en la cabeza,
El mono nos grita,
Las moscas nos visitan,
Y el olor de un zapato viejo ya no nos molesta,
...no nos perturban las verdades del mundo.

No sé si es bueno o malo apaciguarse dentro de lo peor.
Quizás, en el recóndito de nuestros origines, y todavía hoy en lugares protegidos del Congo,
Nuestros instintos de gorila filósofo nos obligan a contemplar la vida
Desde un nido de hojas recién construido;
Contemplar a las hormigas subiendo nuestro pelaje salvaje,
Subiendo, subiendo hasta el cielo-techo
Preguntando si lo azul es dulce y duro,
Si la luna sabe a limón
Si las nubes son suspiros, de otros simios, o de dios.

Desde el principio hasta el final, quizás el mejor invento,
El simio se contenta con un buen beso.
A veces el beso hace lo imposible:
Nos despierta como el viento.

 

Ser viejo

Ya he llegado a ese lugar y tiempo
(O quizás he estado aquí por mucho tiempo)
Donde los susurros de ella
O los gritos del hombre no me molestan.

Un sabio me lo pronosticó.

Superficialmente es una calma existencial
(Después de muchos fastidios)
Que informa que el pozo interno está lleno:

Que hay desdicha y desconsuelo;
Alegría con terapia o después de un café;
Que los jóvenes saben tanto como yo no sabía nada;
Y los viejos inventamos lo demás;
Cuando todo es una sola ideología
La misma historia de inventar diferencias de buena o mala gana.

Un sabio me lo pronosticó.
Él dijo:

Un día te vas a levantar y no vas a descubrir nada nuevo.
Todo se vuelve repetición, Samsara, la rueda y todos encadenados a ella,
Dando vueltas a lo mismo
Como un pedazo de chicle aplastado en una llanta.

Ya he llegado a ese lugar
Donde el tiempo va para atrás.
Todas las huellas llegan a la misma agua, beben, y se devuelven.
Y cuando sigo estas huellas estas caminan a rincones que ya conozco
O puedo imaginar conocer.

Superficialmente es una calma existencial.
Es calma pues informa que el horizonte no es un plano
Pero tan sólo un punto de convergencia.

Creo que mis hijos han notado este cambio.
Para ellos el arco iris es una revelación, todavía.
Para mí, son colores que nunca cambian, que puedo anticipar y predecir antes de que llueva.
Ellos confunden mi tranquilidad con impaciencia,
Mi desgano con senilidad.

Pero cuando describo cinco mil colores que puedo ver en ese mismo arco iris,
Ellos se callan porque nada más ven cinco.

 

Chica de Mariches

Chica de Mariches con ojos de aceitunas negras o pardas
Con pelo de Moriche fuerte y de golondrinas,
Te fuiste antaño sin besarme.
Pero aquí no ha pasado nada.

Tus ojos, ayer camuflados entre fresas, flores y mariposas,
Entre miel y abejas, fueron como otros salvajes de colores que volaron...

Fui a negarte el otro día.
Fui a tu tierra, nuestro ayer,
Y en vez de un fantasma olvidado,
Te vi detrás de una manga ancha que casi cubría tus senos
Debajo de la luna de Oriente (o era de Occidente)
¡Y tus ojos eran aun más enormes!
Mas grandes que esa luna, más oscuros que su techo de estrellas.

¿Por qué YO no te olvido?

Tengo fe en el vacío final.
Debo creer que esos ojos oscuros y profundos
Serán capturados algún día:
Por ser jaguares cebados y malévolos
Por acariciar mi corazón desde tan lejos.
Debo pensar que tu rostro, como tantos otros sueños bellos,
Deberá esfumarse al roce del alba.

Yo deseaba, en este último intento y viaje,
Que en una de estas tardes, aparentemente finales,
Tus ojos se fueran con el sol
Montados en las alas de una garza negra gigante.

Pero tus ojos de Frida retornaban cada mañana:
Eran las flores de la trinitaria
Eran otras alas, blancas,
De gaviotas regresando al nido.

Me resigno.
Si el final es tal cual como lo describo,
Deseo ver tus ojos una vez más
Antes de perdernos en el vacío.
Deseo que nuestros ojos se reúnan,
Aunque sean unidad forzada por el misterio,
Momentos antes de perdernos en su olvido.

 

El romero y la chuleta

El romero y la chuleta apenas se conocieron.
Él volátil y de Conesa, ella de una vaca de la Gran Sabana.
Su unión fue impuesta por un chef sin paciencia
Ordenado por un cliente hambriento y sin creatividad.

Fue el de ellos un romance pasajero
Con poco tiempo para contemplar suicidios
Sin bocas para platicar
Sin brazos o manos para acariciar.

El romero fue incorporado en la esencia misma de la carne
La carne recibió el filo vegetal y extranjero
Ambos fueron cocinados a fuego alto
En cual intensidad solidificaron su alquimia.

El chef los sirvió en un ataúd de porcelana barata.
Les puso perejil para sugerir un triángulo dramático,
Pero los celos habían muerto con las primeras llamas.
Después del último delito, el plato regresó a la cocina con un perejil confundido.

Después de dos días, cayeron en un bulto amorfo y feo
En un altiplano alto a la orilla de un camino.
Sólo entonces, al aire libre, fueron sus almas atrapadas
Liberadas para reflexionar la brevísima relación, y el romero pensó en voz alta:

“La próxima vez encontrémonos en Italia,
Me llamarán Romeo y tú te llamarás Julieta.
Habrá duelos de espadas,
Momentos donde te recito mi poesía y tú te irritas;
Casi-muertes y muertes de verdad”.

“Hablaremos una lengua educada y linda como la italiana.
La próxima vez, nada de hierbas o de vacas,
Nada de Venezuela, nada de España: todo en Italia”.

“Al fin y al cabo”, dijo el Romero de Conesa,
“La vida sin drama es como una sartén sin llama.
La vida sin trauma es gasa sin sangre, escondida en un gabinete.
Julieta, Julieta, te presento a mi espada”.

El romero y la chuleta apenas se conocían
Pero no había duda de que pronto, muy pronto,
Habría balcones y venenos, duelos y disgustos menores entre las mafias de antaño
Con el amor prohibido primero, cizaña de todos los conflictos.

 

El barco

El latifundio de mar
Se le expone como
Piel humana mojada
Ante los ojos múltiples
De una esponja.
Tanto su madera,
Como los ojos vacíos,
Miran extinguidos
La distancia interminable.
Quizás por su indoloro corcho
O por la ceguedad de un
Olvido más profundo
Este barco mece su roblo
Contra el agua blanca
Y el mástil como péndulo
Marca días sin reconcilio.
Los dos, el barco y el agua,
Conspiran contra la tierra distante
Y contra el hombre de tierra firme
Que no sabe acomodarse
A un tapiz epiléptico-mágico.

Pero otros hombres existen
Entre palo y mar.
Ellos ven el horizonte
De otra forma:
Extendido y con promesa.
Estos huesos de genética delfínica
Y pasado criminal,
Estas pieles de foca dura
Y color botella Fenicia
Han buscado y encontrado
Tierra nueva
Detrás de toda ola.
Pero el barco no los libera:
Son todos prisioneros, madera y músculo,
Del latifundio líquido y solitario.
Incluso cuando la promesa acecha,
Detrás de la niebla, y la tierra grita con olor,
Ellos y el barco se remontan a otro sitio
A mareas cuyo ritmo
Es más sensible
Que el asesinato de la selva.

 

Un sumario corto de un mito largo y elaborado

Y Dios le dijo a Eva, “Aléjate de ese muchacho rojo de barro”
Y Dios le dijo a Adán, “Cuidado con tu costilla, es tu subconsciente”
Y Dios le dijo a la serpiente, “Tú no te metas en esto”

El resto es historia o mito:

Eva se enamoró de Adán el rojo,
A Adán se le paró la verde verga por primera vez,
Y la serpiente se hizo vegetariana,
Le dio por comer manzanas,
A raíz de todo esto.