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Kadaré: el arte no alzará nunca la bandera de la capitulación
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Al recibir el premio Príncipe de Asturias de las Letras, el escritor albanés recordó cómo un español universal, el Quijote, traspasaba las fronteras “despreciando las leyes del mundo”, y burlaba la censura totalitarista de Albania “porque era, entre otras cosas, independiente”.

El escritor albanés Ismail Kadaré recibió el pasado 23 de octubre el premio Príncipe de Asturias de las Letras 2009, en una ceremonia en la que destacó la popularidad del Quijote de Miguel de Cervantes en el régimen comunista albanés, como ejemplo de independencia de la literatura y el arte frente al mundo real, con el que se encuentra en permanente conflicto, según él.

El acto de entrega de los premios, realizado en el Teatro Campoamor de Oviedo (España), se inició a las seis y media de la tarde con la entrada inicial de los Príncipes de Asturias al son del himno nacional interpretado por la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo.

A continuación hicieron su entrada los galardonados a los compases de la obra Two ayres for cornetts and sagbuts, del compositor británico John Adson, interpretada en directo por un conjunto musical integrado por ocho instrumentos de viento metal.

Tras la intervención de Matías Inciarte, presidente de la Fundación Príncipe de Asturias —quien presentó balance y resumen de lo que han sido las actividades de la institución durante todo el año— se procedió a la entrega de los galardones, con la lectura de un pequeño fragmento de cada una de las actas de concesión.

Este año los galardonados fueron el arquitecto británico Norman Foster (Artes); la Organización Mundial de la Salud (OMS; Cooperación Internacional); el naturalista británico David Attenborough (Ciencias Sociales); la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam; Comunicación y Humanidades); los investigadores estadounidenses Martin Cooper y Raymond Samuel Tomlinson (Investigación Científica y Técnica), el escritor albanés Ismaíl Kadaré (Letras), la atleta rusa Yelena Isinbayeva (Deportes) y la Ciudad de Berlín (Concordia), por el vigésimo aniversario de la caída del muro.

En su discurso, Kadaré señaló la resistencia de la literatura y el arte en general ante las “armas” del mundo real en su contra, como son la “censura, las doctrinas y las cárceles”, aspectos que él conoció muy de cerca, cuando vivía bajo el régimen prosoviético albanés.

“Albania, mi país, y el vuestro, España”, explicó el escritor, “excepto una breve amistad en el siglo XV, no tuvieron nunca la menor relación. Aunque la ruptura completa se produjo el siglo pasado, cuando mi país comunista cortó todo vínculo con España”. Sin embargo, explicó que se dio “un milagro”. “Cuando entre mi país y España no iba ni venía nadie, un caballero solitario, despreciando las leyes del mundo, cruzaba cuantas veces se le antojaba la frontera infranqueable. Ya imaginaréis a quién me refiero: a Don Quijote”.

“Fue el único al que no consiguió detener aquel régimen comunista, para el que la cosa más fácil del mundo era precisamente detener, prohibir. Don Quijote, ya como libro ya como personaje vivo, era tan popular en Albania como si lo hubiera engendrado ella misma”, recordó.

Este detalle es, en su opinión, un ejemplo de “la independencia literaria”. “Don Quijote traspasaba la frontera albanesa porque era, entre otras cosas, independiente. Cuando un escritor albanés, por una obra escrita principalmente en un territorio y un tiempo comunistas, viene a recoger un premio de un reino occidental, eso sucede porque la literatura es, por su propia naturaleza, independiente”.

Destacó así la importancia de “comprender que la no dependencia del arte no es cuestión de lujo, un deseo de perfeccionar el arte mismo. Es un condicionante objetivo, es decir obligado. De lo contrario, ese universo paralelo no se sostendría en pie”.

Desde la óptica del galardonado, aceptamos el arte y la literatura “como un mundo paralelo referencial pero, cuando llega la hora de alcanzar una visión completa de ella, a nuestra mente estrecha, conformista, se le plantean problemas para aceptar el paralelismo, la verdadera independencia por tanto”.

Para Kadaré, “no puede descartarse que el arte mantenga vínculos con la vida, aunque sólo parcialmente”, y “una vez que aceptamos que el de la literatura y las artes es un mundo paralelo, referencial, ya hemos admitido también que es un mundo rival. Y en consecuencia, habremos de admitir que entre esos dos mundos, el de la vida y el del arte, habrá conflicto”.

“El mundo real”, prosigue, “posee sus propias armas contra el arte en ese enfrentamiento: la censura, las doctrinas, las cárceles”. “Así como también el arte dispone de sus medios, sus fortalezas, sus herramientas, en fin sus armas, la mayor parte secretas”, añadió.

Desde su punto de vista, “la independencia de la literatura y del arte se torna cada vez más difícil”, pero “nosotros los escritores estamos convencidos de que el arte no alzará nunca la bandera de la capitulación”, recalcó.

A juicio del escritor albanés, “existen muchas diferencias entre ellos, pero hay una de dimensión colosal que se sitúa por encima de todas las demás: mientras que, en su conflicto con el arte, el mundo real llega a tal extremo de furor como para precipitarse a destruirlo, en ningún caso, lo repito, en ningún caso la literatura y el arte atacan al mundo real con intención de dañarlo, sino que, por el contrario, pugnan por tornarlo más bello, más habitable”. “Esa diferencia no viene a constituir sino la más sublime confirmación de la verdadera independencia del arte”, concluyó.

Fuente: EFE