Letras
Fabiola

Comparte este contenido con tus amigos

1991 / My 25

Hace algunos días conocí a Fabiola. Todo ha cambiado en mí desde el día en que hablé con ella por primera vez. Todavía me parece estar viéndola cuando me hablaba un tanto curiosa y sorprendida. He pensado mucho en ella. La imagino, me parece conversar con ella cuando sé que está muy lejos.

Quiero tener una relación de amistad lo más satisfactoria posible con F. Me ha ayudado muchísimo. Me ha dado una nueva luz sobre la vida. Creo que la amo porque sufro mucho cuando no la veo, cuando no puedo conversar con ella. Quiero relacionarme con F. con éxito, pero veo en mí muchas dificultades para realizar este diálogo creador. En primer lugar, debido a mi educación y por provenir de un hogar en que no se ha sabido dar una acertada educación (moral, sexual, disciplinaria, etc.) tengo una serie de inhibiciones y prejuicios que me impiden seriamente entablar una relación cuya base sea la confianza. Me encuentro esclavizado de mí mismo, del pasado que me trae mis defectos como una corriente de aire fétido cuando sale de una pieza oscura. Tengo que aceptar y asumir mi pasado, mi herencia tal como es. Aceptarme y construir mi ser a partir de mí mismo.

Además, hay otra cosa muy importante: mediante el diálogo sincero con F. puedo tratar de asumir y corregir mi situación e iniciar una etapa de creación de cara al porvenir. Pero tengo que preparar este diálogo y crear el ambiente propicio por medio de una mayor confianza y así hacer más fuerte el amor. Tengo que alimentar esta atracción: tengo que cultivar esta relación e ir creando cada vez más lazos: irme acercando a ella poco a poco, crecer en intimidad para amarla cada vez más plenamente. En una palabra, nos tenemos que domesticar más. Debo tener en cuenta que me estoy entrenando para amar. Por eso tengo que crecer todos los días en mi afecto hacia ella.

He de preguntarle a Ángela, su hermana, muchas cosas sobre F., no para conocer su vida íntima sino para poder comprenderla mejor:

—Ángela, tú que ya has tenido tanta experiencia, por la vida conyugal que tienes, ¿crees que F. pensará casarse algún día, pronto, o ella se salió de la comunidad para vivir más plenamente una vida de hogar, en medio de su familia, liberándose así de unas estructuras caducas como son, en este momento, las de una comunidad religiosa?

—Ángela, tú que la conoces más, ¿qué piensas de ella? ¿Crees que sí podré amarla? Me tiene loco con su conducta, con su amabilidad y condescendencia. Es una gran persona. Me ha enseñado mucho acerca de todo. Dialogando con ella me he enriquecido mucho. Es como si empezara una nueva vida, llena de luz, de emociones intensas, de una gran intimidad. Quiero comprenderme muy bien con ella. Quiero amarla. Necesito su amor. Me hace falta. Es la persona con quien puedo realizarme. Quiero entregármele.

Desde que la conocí he conversado de manera frecuente con ella. He entendido que no le caí del todo mal. Desde que la vi, un íntimo deseo de conocerla, de hablar con ella, me inundó. Quiero verla todos los días. Me ha vencido, me ha herido profundamente. Me ha hecho convencer que soy incompleto, irrealizado. Estoy en proyecto: me ha hecho ver que no puedo destruirme en mi egoísmo. Que mi vida tiene que realizarse en una huída de sí misma para encontrar al otro, a la otra persona que me espera de manera impaciente.

 

My 2

Tengo que ir creando cada vez más nuevos lazos con ella. Tengo que ir creciendo en intimidad para que aumente así nuestra confianza en el trato. Me da realmente gran dificultad comunicarme con F. sobre algunos temas. Creo que se debe más que todo a que he sido educado en un ambiente en el que me he encerrado en mi torre de marfil. Casi no me advertían sobre la necesidad de relacionarme con los demás y durante el bachillerato el estudio era mi exclusivo interés. Ahora es cuando estoy sintiendo esta carencia. No sé cómo remediarla. En todo caso me voy a empeñar en forma seria para que en mi vida entre más el humor y el ambiente de charla informal. Quiero llenar mi vida de amor. Tengo que abrirme al mundo maravilloso de los otros. Éstos me llaman. Debo salir de mí mismo e iniciar el diálogo enriquecedor. Debo prepararme a amar. No consigo esto de manera fácil pues debo estar en continua disposición de entrega y de recepción. Debo abrirme a los otros sin tapujos, sin tabúes e inhibiciones, y estar dispuesto a aceptar al otro tal como es en sí mismo, con sus sentimientos, deseos y necesidades. En una palabra, el juego se basa en el equilibrio entre actividad-pasividad, receptividad-apertura, dar-recibir. Para amar necesito ejercitarme, prepararme. Me ensayo amando, decidiéndome a correr el riesgo de salir de mí mismo.

He bosquejado un posible diálogo con F.:

—F., sabes, tú eres la primera mujer con quien entablo realmente una amistad. No sé cómo lo verás, pero algo inesperado e indecible ha sucedido en mí desde que te conocí. Deseo afianzar más lo que pueda haber entre los dos. Antes veía lo romántico como un valor o dimensión vital desechable o inconcebible de realizarse en una persona como yo. Me parecía que sólo cabía en las novelas donde se idealiza y se da una imagen falseada del amor. He cambiado de manera profunda de parecer desde que te conozco. Me has hecho comprender que el amor es muy humano, más aun, lo que nos muestra lo más esencial del hombre.

Cuando dos personas se enamoran todo cambia radicalmente para ellas. Se comprenden y se dan sin reservas. Se sienten unidos en la inmensidad del universo. Hay una gran armonía fruto de la comprensión. Se degusta la paz. Pero este letargo, esta ensoñación en que caen los amantes tiene que ser encauzada para garantizar y perpetuar este mismo amor.

He comprendido que tenemos un lado o rasgo romántico en el que o por medio del cual vemos todo de un modo diferente con los ojos del corazón. Nos dejamos conmover por los sentimientos más íntimos y extraños no experimentados de manera frecuente. La razón, en este punto, ha quedado vencida o por lo menos, desplazada. Surge sin recelo y con poder creador el sentimiento libre. La afectividad se manifiesta sin restricciones. Nos parece que el universo entero, el sol, el cielo, el aire, los árboles, girasen alrededor nuestro.

Sentimos cruelmente la separación del ser amado. Es como si nos destrozaran la parte más preciosa de nosotros mismos. El universo entero se ha descompuesto. Está presente en la imaginación. Sentimos un gran vacío cuando no está a nuestro lado.

Es más cruel la desazón y el desconsuelo cuando no somos capaces de expresarle todo cuando sentimos por ella. Hay una barrera que impide alcanzarla. Pero qué amor, qué felicidad y satisfacción demuestran sus ojos cuando se dirigen a nosotros. Presentimos que hemos sido aceptados pero no estamos completamente seguros. Creo que el amor se basa en esta íntima ambigüedad que no se descubre en forma abierta y completa. En un momento nos parece que sólo existimos para ella, que somos también su alegría, pero en otros nos parece que ya todo se hubiera derrumbado porque ya no somos el foco de su atención. Exigimos exclusividad en su atención y dedicación a nosotros. Esta es la fuente de los celos que son muy humanos porque se dan o aparecen en todo amor que sea sincero, pero deben ser orientados y, dado el caso, ser aniquilados, porque nos hacen perder lo más hermoso del amor: su espontaneidad y generosidad.

 

Jun. 2

Pertenecemos a una cultura que obra como un sistema de represión: inhibe y nos hace reprimir los más sinceros sentimientos. Es una cultura de represión de lo más humano, de lo que nos hace realmente hombres, como seres especiales en el universo. He sido educado de acuerdo a unos esquemas inhumanos, represivos, caducos y esperpénticos. Ahora es cuando sufro las consecuencias de todo esto.

Hoy he saludado velozmente a F. No imagina cuánto he pensado y recordado su comportamiento y su amabilidad conmigo. La veo como un ángel, como un ser ideal que ha venido a animar mi vida.

Debo tratar de frecuentar su trato para poder así tener más confianza con ella.

Amor, cuánto he llorado gratamente,
tu recuerdo me ilumina y me asombra.
En el silencio de mi cuarto
me parece oír tu voz serena y tierna
y me encojo todo lo posible
como para que no se me escape
el más leve murmullo de tu aliento cordial.

Me tienes vencido con tu misterioso dardo
como a novel soldado caído por tierra.
Como el sol del atardecer
ilumina el follaje de los arbustos,
así tú has alumbrado mis sombras.

 

Jun. 4

Esta noche he pensado en ti. Te siento tan cerca que a veces creo que estoy trastornado. He dejado de verte y de saludarte algunos días y me ha parecido que ya te había perdido. Sentí con dolor que tal vez nuestra breve relación ya había terminado. Pero no era así, porque cuando te vi y te saludé me encendí de nuevo. Como viento recio que hace mover los árboles y nos hace respirar polvo, así ha sido para mí este nuevo encuentro contigo.

¿Cómo hago para manifestarte mi amor? Me has brindado una gran confianza. Tú misma eres la culpable de que ahora sufra tanto por ti. Me abriste tu corazón, me contaste tu vida, me aprisionaste y ahora sufro de modo cruel cuando no te veo. Quiero expresarte todo lo que siento. Eres la única persona en el mundo a quien quiero entregarme. No sé si mirarás bien esta exclusividad

 

Jul. 14

F.: he deseado conversar contigo para que tratemos sobre algo muy importante. “F., ¿cómo estás? No te imaginas la inmensa alegría que me da oírte hoy. ¿No te gustaría, para variar un poco, almorzar hoy por fuera? Confiado en la amabilidad y la confianza que me has mostrado quisiera decirte algo: ¿me podrías hacer el favor más grande que me hayas concedido alguna vez? Te lo pido porque precisamente estaba pensando en ti cuando comprendí que sólo tú me podrías ayudar a resolver un grave problema que se me ha presentado”.

F., cuánto me entristeció cuando ayer me dijiste que no podrías salir nada conmigo, pero no te imaginas cuánto me alegré al mismo tiempo, al escucharte. Te puedo asegurar que después durante todo el día siguió resonando tu amable y dulce voz en mi interior y no me abandonó ni por un momento tu recuerdo. Lo que más animó el trabajo de ayer fue la esperanza que aún no había perdido de poder conversar después, en alguna oportunidad contigo. Ese después fue para mí motivo de angustia, desolación y al mismo tiempo motivo de alegría y de optimismo.

 

Jul. 21

Me sentía hasta hace algunos días en una depresión tan intensa que creía que no iba a terminar nunca. No sé cómo explicar todo lo que sentí y pensé en estos días. Desde hacía algún tiempo venía con una gran preocupación a causa de que no sabía a ciencia cierta en qué iba a terminar todo. Había estado pensando todo el tiempo en ella, pero inútilmente porque supe por ella misma que no tenía esperanza de llegar a amarla como pretendía, porque según comprendí, teníamos intereses y motivos muy distintos. Según F. había una incompatibilidad entre los dos para llegar a algún acuerdo formal, pero lo curioso es que yo no veo la supuesta incompatibilidad por ninguna parte. No sé cómo voy a solucionar todo esto, pero sigo obsesionado por ella todo el día. No sé si será obstinación o necedad de mi parte al seguir insistiendo y persistiendo en la búsqueda de algo que para mí ya es imposible de alcanzar. Me he dicho a mí mismo que tengo que racionalizar esta actitud desenfrenada hacia ella, pero me he dado cuenta que todo lo que he experimentado y sentido en estos días escapa a la razón, al frío razonamiento. No quiero, sin embargo, que este fuego que me consume se acabe y se extinga tan pronto. Es todo mi ser el que está en juego. Prefiero seguir atormentándome pensando que ya no puedo alcanzarla porque así por lo menos la aprisiono en mi mente y al menos ella sigue estando en mí aunque de un modo tan utópico.

 

Jul. 23

Son los días tan amargos cuando uno sueña en un amor imposible. No sé cómo seguirán las cosas de ahora en adelante. No he podido alcanzar lo que más había anhelado, lo que había deseado por encima de todo.

 

Jul. 26

Un hermoso día es el que ha transcurrido hoy. Me parece que es un día más en mi lamentable vida, aunque por lo que sufrí en él, fue diferente. Sí, hoy ha sido un hermoso día pero que no he podido disfrutar de manera completa porque me he sentido solo, muy solo, con un inmenso vacío imposible de llenar. ¿Qué será esto? Por más que me agite en el trabajo y por más que me entusiasme, siempre me sigue faltando algo que siento como esencial. No sé dónde o cómo encontrar lo que me falta para sentirme satisfecho en lo que estoy haciendo.

Cuando nos veíamos, todo como que desaparecía para nosotros a nuestro alrededor. Sólo ha quedado el contorno poético que ahora tristemente evoco.

 

Sept. 21

F., desde hacía varios días deseaba escribirte estas líneas. No me había decidido debido a mi modo de comportarme que es el mismo modo de ser que nos hace a cada uno poder ser personas y tratarnos como tales. Pues bien, aunque casi a diario nos vemos, y también debido a esto, me parece un tanto ridículo escribirte esto; te veía tan lejos como si una barrera se hubiera interpuesto entre los dos. Me parece que me he comportado tan ridículo contigo. Una amistad que empezó tan bien y que se vino a menoscabar por mi imprudencia. F., no sé francamente si apelar a tu amable comprensión o romper esto que te estoy escribiendo, aunque cuánto desearía poder hablar esto contigo y acabar de una vez por todas. Sabes, F., he estado reflexionando mucho en todo esto. Si te imaginaras todo lo que me has ayudado, aunque de un modo indirecto y tal vez, aunque tú no lo supieras, a analizar mi propia vida. Quiero contarte esto con la más buena intención. Qué alegría tengo al solo imaginar la posibilidad de que tal vez llegues a leer esto. Te lo cuento no con la intención de despertar en ti algún malentendido, sino al contrario, con el fin de aclarar todo y para mantener nuestra amistad como tú misma me lo dijiste aquel cruel día en que cometí el error de llamarte por teléfono.

Cuánto desearía que entendieras un poco lo que intento decirte. Te cuento esto con el fin de conservar o preservar nuestra valiosa amistad, pero quizá surta el efecto contrario: que tú me rechaces ya de manera definitiva, creyendo que sigo insistiendo en algo que tú tal vez entendiste como pretensión o posible declaración amorosa. No, F., no tomes el asunto así, te lo ruego por ti misma. Cuando te recuerdo no sé qué admirar más en ti, si tu simpatía y afabilidad o tu belleza, eficiencia y cuidadosa dedicación a tu trabajo. Lo que sí puedo decirte es que desde el principio te he admirado por tu manera de ser, por toda tu personalidad. Siempre me he sentido inferior a ti en todo. Aquí está el núcleo de lo que quiero decirte. F., te pido que trates de comprenderme en este momento, porque veo la posibilidad de que surja una nefasta confusión que derrumbe todo. Precisamente por temor a esto no me había decidido aún a escribirte, pero he querido arriesgarme a afrontarlo por respeto a tu amable persona y porque veía que me estaba distanciando, sin motivo justificable, de todo tu mundo personal. No sabes, F., cuánto me ha dolido esto. Intento que comprendas un poco.