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Textos del poemario inédito Noches de Escandivia

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Perspicacia del dolor

vivir es irreal

son muy pocas las cosas
que pueden ser rescatadas de tu ausencia

de este horror
de no ser yo misma

 

Haikú de la soledad

como en un largo escalofrío
            te llevo
                        cumplido a golpes
                                   en las sílabas de este grito

 

Erótica de un hombre y una mujer
que se separan en la noche
como un nudo en la garganta

despertar es sentir
que el rostro se da vuelta
con la comprensión exacta
de que el sueño ha terminado

la mano dibujando la apertura del párpado
el cuerpo encallado en algún sitio de uno mismo
para el nuevo día
que como un laberinto de lo amargo y de lo dulce
cambia tu nombre y la frescura generosa de tu piel
por este nudo en la garganta

 

Trabajos de la lluvia

la lluvia cae
y uno recoge al mundo de costado

naufragio de pies
agua que arrastra torpe
la carne cerrada del silencio
la gris melancolía de Caracas

la lluvia
escindiendo

desarmando las cosas
como frutos de un árbol
crecido en lo absurdo de las horas

lluvia igualándolo todo
como una nueva e impersonal manera de ser Dios

deshilvanando
esta vida en borrador
de cuyo fondo volverán tus ojos

 

Mecánica celeste

siento
y no quiero olvidarlo
la noche espléndida tras la persiana
la quietud mansa de tu pelo negrísimo
esta lluvia como cielo duro que cae envolviéndonos
mientras te oigo debajo de mí
y regreso a tu corazón salvaje
decidido a latir
            en la curvatura dulce de mi cuerpo
que despierta

 

Estrecha jaula del abrazo

a Julio Miranda
por el filo de la navaja

como un saurio que bebe
en el fondo oscuro y vegetal de tu sexo

como lobo de paso

así revive
mi hambre imposible de tu cuerpo
lengua de sal
y gemido oscuro de la carne

bocanada a bocanada
aspiro tu piel
y me hundo
en esta tierna ferocidad
que es la estrecha jaula del abrazo

erótica
de un hombre y una mujer
que se separan

 

Shoah

a mi abuela Sofía Oppenheimer
muerta en las cámaras de gas
de Auschwitz-Birkenau
con un retrato de su amado entre las manos

Señor. / Hemos bebido, Señor. /
La sangre y la imagen que estaba en la sangre.

Paul Celan

desde la plataforma del último vagón
Sofía y nosotros
la generación del desierto
secuestrados de todos los lugares
vamos absortos en la huida del paisaje
el viaje persiste por días
en medio del terror y la peste
nadie habla
todos rezamos

en los vagones atestados
comerciantes
niños
viejos
familias inconsolables
y mis tías
que aún repiten en el eco de los años
“somos alemanas
no nos harán nada”

a 60 km de Cracovia
advertimos cómo el tren parece entrar
en una especie de catedral alambrada
olorosa a miedo y a fiebre
es la entrada al infierno
con letras de sangre
nos recibe la frase
“El trabajo los hará libres”

a miles
han ido descendiendo
hacia las ardientes horas del tiempo detenido
las aguas exhiben una nata verdinosa
que denuncia la presencia de los uniformes
los guardas    los perros asesinos
la estación final
con su fruto perverso de piel marchita y alba pulpa

te llaman judío
en todos los nombres de la tierra
no has esperado en vano
en el breve dintel de la cámara de gas
entras a la eternidad
amparado por el amor
de los que nunca olvidamos.