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Poemas

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La gesta, otra vez

Me disgrego, loca embelesada por los extramuros, lo espurio
y lo nítido, por el sentido del humor más fulminante.
Qué escándalo, tal falta de recato natural. Me pregunto
qué se está gestando esta vez: ¿un ensayo? ¿sobre un poema?
¿desde lo intacto de un intervalo?
Si nada fuera de esto me existe, ni siquiera el
recuerdo del clima donde quedó el esfuerzo.
Y si el tiempo transcurre sin precisar, ¿qué
es lo que se transforma en mis manos
mientras la tarde crispada permanece?
Me obligo a ser trascendental y receptiva, me sé
caída, sin ciclos, y a mi amor lo estudian las estrellas.

 

Este clima

Esta falta de lunas y lloviznas
dibuja espacios, como ramas que bucean
en la oquedad azarosa de lo ausente.
Mi mirada se expande y te enraiza
adentro nuestro o afuera de un abrazo
que roza frutos del árbol sumergido.
Tus nociones regresan a encarnarse
en una sombra común que no comparte
burbujas ni brotes ni temores.
Caverna única. Azul. Que gesta grutas
y se vuelve sustancia transmigrada
por vaivenes intensos de palabras.
Este clima de niños en su juego
es un cielo viscoso sin peligros
que carece a la vez de piel y venas.

 

Varias veces

Sin ganas de tener la piel
que algunos dictadores del desgarro cursi
de mi alma
quieren que tenga, en
una pelea despareja y aburridora con algunas manías y adicciones, soy
empate
como único resultado hasta aquí.
También una cuestión. Me abarco
entre signos elegidos por una memoria pudorosa que escapa de mis alarmantes tendencias y que a la vez usa todo su poder merlinesco para obligarme a que observe los cambios en los demás y hacia mí.
Soy pleonasmos, cuando busco averiguar
qué porción de mi coraje habrá oficiado de dardo tranquilizador
a lo ajeno. Si soy indefensa o inofensiva es consulta de un pasado cuyo vertiginoso olvido ha decretado que pase a formar parte de todo aquello que no importa por falta de respuestas.
Aunque muchas veces lo deseo, no estoy
de paso.
Y a la vez, vestida de sostén
inexistente, corro a formar parte de un instante suspendido que vive sugiriendo que al ser liberado
me liberará.
Varias veces ha pasado. Como
si yo fuera
la misma situación intranquila, la que nunca llega a volverse peligrosa entre perros rabiosos, la que me destierra a lo que está definitivamente lejos, la que nunca
voy
a finalizar.

 

Reconquistando

Ubicado en el horizonte de una extraña historia, mi cuerpo
fue despertando. Entre las secuelas
de tanto tiempo siendo fracción abrazada
por sombras que intentaban que no volviera, muchos
miedos están olvidados
bajo el poder de los deseos propios. Ahora observo
las estaturas
y fijo límites. Lo que antes era alto ya no lo es.
Continúo reconquistándome, alma
extraviada en una pantanosa tristeza.
No necesito mandar cartas. No necesito escuchar voz alguna.
Para renacer debo, primero, morir a lo que nunca he sido
pero que creí ser. Volver, desde un lugar
al que casi no sobrevivo.