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Carlos Pacheco Pacheco ingresa a la Academia Venezolana de la Lengua
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El ahora académico dedicó su discurso al cuento venezolano del nuevo milenio y a la actividad editorial, y reconoció el papel de Letralia y otros recursos de Internet en el desarrollo y la difusión del género

“Los cuentos han sido pioneros, modelos o estandartes de algunas corrientes fundamentales de nuestra narrativa”, dijo el profesor, crítico e investigador Carlos Pacheco Pacheco el pasado 7 de diciembre, al ser incorporado a la Academia Venezolana de la Lengua en una sesión solemne cuyo discurso de contestación estuvo a cargo del escritor y crítico Luis Barrera Linares.

Pacheco Pacheco es licenciado en filosofía y letras, egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), de Caracas, en 1970, y de la Pontificia Universidad Javeriana, de Bogotá, en 1973. En 1979 obtuvo además una Maestría de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Liverpool, en Inglaterra, y en 1989 un PhD en Literatura Hispanoamericana del King’s College, en Pensilvania (EUA). Entre 1994 y 2000 fue directivo del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg).

Ha publicado Narrativa de la dictadura y crítica literaria (1987), La comarca oral (1992), Del cuento y sus alrededores. Aproximaciones a una teoría del cuento (con Luis Barrera Linares; 1993, 1997), La patria y el parricidio (2001) y Nación y literatura. Itinerarios de la palabra escrita en la cultura venezolana (2006), entre otros títulos, así como artículos en revistas, libros, diarios y actas de congresos.

El nuevo académico, quien ocupa desde ahora el sillón W, hizo un recorrido por el género en un discurso titulado “Persistencia y vigor del cuento venezolano en el nuevo milenio”, en el que se detuvo en la obra de algunos de sus más destacados exponentes, recordó su amistad con el escritor Domingo Miliani (1934-2002), habló del auge de la actividad editorial en Venezuela y mencionó el papel que Letralia, Ficción Breve Venezolana y otros recursos de Internet han tenido en su desarrollo y difusión.

“Ningún otro proceso de formación genérico-discursiva ha resultado tan nítido ni tan paradójico y, justamente por ello, tan atractivo como el del cuento”, dijo el crítico al inicio de su discurso. “No hay pueblo ni nación que no albergue en sus momentos incipientes un manojo de relatos —ya sean orales o ya escritos— destinados a cumplir cruciales operaciones fundacionales, identitarias y patrimoniales. ‘Narrare humanum’, podría decirse por ello, haciendo cierta esta variante de la conocida frase latina sobre la universalidad del error”.

Habló de los autores que lo han marcado como lector, mencionando a Poe, Borges, Chéjov, Cortázar, Quiroga, Meneses, Maupassant, Rulfo, Hemingway, Monterroso, Atxaga, Piglia, Julio Torri y Ednodio Quintero, entre otros. “Estos maestros del relato breve parecían compartir una sola búsqueda, pertinaz, obsesiva; la del cuento perfecto, la de aquel que lograra integrar, con rigor y con vigor, con no menos técnica que magia, de manera tan completa como armónica, redonda a la vez que rotunda, las cualidades o características esenciales de esa entelequia genérica llamada cuento”.

Se refirió también a la afinidad con Barrera Linares, descubierta a fines de los años 80 y que “no sólo dio pie a una indagación que condujo a la publicación en 1993 del volumen Del cuento y sus alrededores, sino que significó el origen de una interacción profesional con frutos que aprecio inmensamente y también y sobre todo de la más fraternal de mis amistades”. Mencionó, asimismo, su colaboración con otros autores, como Beatriz González Stephan, Antonio López Ortega, Miguel Gomes y Carlos Sandoval.

Al hacer un breve resumen de la historia del cuento venezolano del siglo XX, Pacheco Pacheco indicó que el género es “uno de los más claros indicadores o marcadores de las tendencias y los valores estéticos dominantes. En efecto, los cuentos han sido pioneros, modelos o estandartes de algunas corrientes fundamentales de nuestra narrativa”.

Refirió, como ejemplos, textos de Manuel Díaz Rodríguez, Arturo Úslar Pietri, Guillermo Meneses y Alfredo Armas Alfonzo, identificó los que él cree “momentos de particular intensidad cuentística” en la literatura venezolana y destacó la importancia, como “termómetro”, del concurso de cuentos que convoca cada año, desde 1946, el diario El Nacional.

“Lo que llevamos recorrido de este joven tercer milenio debe verse también como uno de esos momentos de gran intensidad cuentística, con numerosas y valiosas manifestaciones del género”, agregó, indicando que tal productividad ficcional “ha sido potenciada por las nutridas y talentosas generaciones de narradores egresadas de los talleres, por nuevos, variados y numerosos certámenes, por la versatilidad, interconectividad y poder de difusión de las nuevas tecnologías y por el desarrollo de colecciones de narrativa venezolana en varias editoriales como Alfaguara, Random House, Equinoccio, Norma, Alfadil y la novedosa Puntocero”.

La polarización política de Venezuela en los últimos años, la significativa reducción de la importación de libros por las restricciones cambiarias y el estancamiento del sistema cultural durante la crisis de 2002 y 2003 fueron otras de las causas señaladas por el nuevo académico como dificultades que han propiciado el impulso de la actividad cuentística en el país.

Asimismo, mencionó los certámenes como el Premio Sacven, el de Autores Inéditos de Monte Ávila, el Premio Nacional Universitario de Literatura y, de nuevo, el concurso de El Nacional, así como la Semana de la Narrativa Urbana organizada desde 2007 por los narradores Ana Teresa Torres y Héctor Torres, con el respaldo del Pen Club y la Fundación Cultural Chacao, y en la que han sido reconocidos los talentos de narradores como Adriana Villanueva, Enza García Arreaza, Gabriel Payares, Fedosy Santaella, Héctor Torres, Krina Ber, María Ángeles Octavio, Pedro Enrique Rodríguez, Roberto Martínez Bachrich, Rodrigo Blanco, Salvador Fleján, José Tomás Angola, Carlos Ávila, Eduardo Cobos, Mario Morenza, Leopoldo Tablante, Leo Campos y Lucas García.

“Es necesario aludir a las novedosas iniciativas de individuos y pequeños grupos potenciadas de manera definitiva por los blogs, las páginas web y las redes sociales como Facebook y Twitter”, continuó. “Entre ellas, destacaría particularmente, en el caso del cuento, el portal Ficción Breve Venezolana, el grupo Re-Lectura con sus eventos, su blog y su programa de radio; algunas revistas electrónicas como Letralia y los numerosos blogs de narradores individuales”.

La parte central del discurso fue dedicada por Pacheco Pacheco a resaltar la obra de siete cuentistas “como manifestación de la persistencia y el vigor del género en la actualidad”: Ednodio Quintero, Antonio López Ortega, Federico Vegas, Miguel Gomes, Krina Ber, Salvador Fleján y Rodrigo Blanco. Mencionó además a otros autores como Oscar Marcano, Julio Miranda, Sael Ibáñez, Silda Cordoliani, José Luis Palacios, Blanca Strepponi, Juan Carlos Méndez Guédez, Nuni Sarmiento, Slavko Zupcic, Milagros Socorro, Rubi Guerra, Gabriel Jiménez Emán, Juan Carlos Chirinos, Sonia Chocrón, Eloy Yagüe y Roberto Echeto, entre otros.

Posteriormente el académico mencionó a diversas personalidades de quienes dijo haber recibido “enseñanzas, apoyo, estímulo y afecto”, deteniéndose especialmente en Domingo Miliani, a quien eligió como “padrino intelectual” en virtud de que no disponía de un académico predecesor al cual referirse, pues el sillón W, que le fue asignado, no había sido ocupado hasta ahora.

“No pocas veces lo visité en su casa-biblioteca de Las Guayabitas, para llevarle con orgullo filial, como pupilo a su maestro, a mis hijos y mis libros para que los conociera”, continuó Pacheco Pacheco refiriéndose a Miliani. “Alguna vez nos recibió en los mismos sembradíos, al lado de un tractor, cumpliendo su sueño de ser un agricultor de verdad, un Cincinato andino, un Thoreau venezolano, sin duda el más erudito agricultor de Hispanoamérica y sus alrededores”.

En la parte final de su discurso, Pacheco Pacheco dedicó unas palabras a la letra W, que identifica el sillón que desde ahora le corresponde. “Debo confesar ante todo que, entre los sillones disponibles y por razones que comprenderán, tenía una definitiva predilección por los identificados con las letras Ñ y CH”, dijo. “Con la W, en cambio, me quedé en principio absoluta y totalmente perplejo. Me dirigí entonces a nuestro fiel DRAE para iniciar mi pequeña indagación por un lugar seguro. Para mi gran desconsuelo, el capítulo a ella asignado no alcanza ni siquiera a llenar el cuarto de un folio. Hasta la X la dobla en tamaño, mientras que la Ñ la triplica”.

Al recordar que la W, repetida tres veces, forma las siglas de World Wide Web, destacó el papel de Internet en la comunicación contemporánea. “La humilde y exigua W alcanza a representar, tanto en español como en cualquiera de las lenguas del universo mundo, un proceso civilizatorio indetenible: el de la comunicación abierta, el del acceso a la información, el de la libertad de elección, el del contacto y la mutua cooperación (...). ¡Aleluya!, me dije. Me tocó una letra relacionada con los procesos de la democratización del conocimiento y la información, el de la pluralidad del pensamiento y la libertad de expresión”.

Por su parte, Luis Barrera Linares en su discurso de contestación presentó la trayectoria de Pacheco Pacheco —a quien definió como “nuevo sillonario”— estableciendo varios “imaginarios enlaces que permitan visualizar lo que ha sido el periplo de un consecuente investigador de la lengua y la literatura”. Habló en principio de su formación profesional y de su trabajo, destacando las ocasiones en que ambos han colaborado.

“Nos ha hermanado el recorrido de una trayectoria que se inicia en la docencia (con interés principal por lo literario y lo lingüístico) y continúa en el ejercicio de la crítica, hasta llegar a las interioridades del mundo editorial, ese territorio magnífico en el que hemos descubierto la luminosidad implícita en contribuir con la producción de los libros que otros han escrito”, dijo Barrera Linares antes de hacer un recorrido por las publicaciones del recién admitido académico.

Habló también de dos proyectos que han tenido ocupado a Pacheco Pacheco en los últimos tiempos: “una antología del cuento venezolano del siglo XX, en preparación para la editorial Alfaguara (realizada conjuntamente con los escritores Antonio López Ortega y Miguel Gomes) y otra relevante iniciativa que, bajo el auspicio de la Fundación para la Cultura Urbana y de dos entusiastas analistas de nuestra literatura, don Rafael Arráiz Lucca y don Joaquín Marta Sosa, busca establecer a partir de estudios rigurosos el canon del cuento venezolano del siglo XX. En esa misión, además de mi persona, participará también el muy disciplinado y riguroso investigador Carlos Sandoval”.

“Insisto en que el regocijo se multiplica cuando en una institución de esta naturaleza aceptamos recibir a quien ha sido amigo y colega solidario”, concluyó Barrera Linares. “Ruego entonces se me disculpe el inevitable sesgo afectuoso que ha marcado estas palabras de recibimiento y no me resta más que agradecer de nuevo tal deferencia y desear larga y fructífera vida académica al nuevo sillonario”.