Noticias
Falleció el intelectual venezolano Manuel Bermúdez
Comparte este contenido con tus amigos

El académico, profesor, semiólogo y escritor venezolano Manuel Bermúdez falleció la mañana del pasado martes 15 de diciembre de un infarto, a los 82 años, en el Centro Médico Docente de La Trinidad, en Caracas. Sus restos fueron sepultados el miércoles 16 en el Cementerio del Este de la capital venezolana.

Nacido en La Laguna de Perro Seco, San Fernando de Apure, Bermúdez deja tras de sí una obra de gran valor en la docencia y los estudios literarios y de la comunicación. Especialista en un área de la investigación literaria con pocos seguidores en Venezuela, la semiótica, supo leer detrás de los signos culturales los códigos de conducta de los venezolanos. Dedicó vastos estudios académicos a la ciencia que analiza los signos y su estructura, y la aplicó no sólo a la crítica literaria, sino también a la política y la cultura popular, en especial las telenovelas.

Entre sus libros se encuentran Tradición y mestizaje, dos ensayos de aproximación (1974), La ficción narrativa en radio y televisión (1980), Cecilio Acosta, un signo de su tiempo (1984) y Escaneo semiológico sobre textos literarios (2000). Su obra más reciente es Enciclopedia rústica de personajes insignificantes de Apure (2007), comentada por el escritor Alberto Hernández en su avenida Crónicas del olvido, en nuestra Ciudad Letralia.

El mismo Hernández recuerda que Bermúdez “fue alumno de Umberto Eco en Roma, profesor del Pedagógico de Caracas y de varias universidades, insigne conferencista, sabio del monte, aprendiz de malandrín a lo Lazarillo de Tormes, entre otros oficios donde el temple y la sabiduría mostraban sus dones”, en una nota preparada para esta edición.

Bermúdez trabajó en la década de los 70 en el Ministerio de Educación y se desempeñó como docente en todos los niveles educativos. Su aporte a la enseñanza en el Instituto Pedagógico de Caracas, en la investigación de la semiología, y en particular del fenómeno de la telenovela, lo hizo merecedor del reconocimiento público.

También en los 70 fue asiduo de “El Gusano de Luz”, librería regentada por Freddy Cornejo y Néstor Tablante y Garrido en la céntrica avenida México de Caracas, donde alternó con Julio Garmendia —autor del cuento al que aludía el nombre de la librería—, Pedro Francisco Lizardo, Roberto José Lovera de Sola, Augusto Germán Orihuela, Orlando Araujo, Alexis Márquez Rodríguez, Oscar Sambrano Urdaneta, Domingo Miliani y Eduardo Casanova, entre otros.

Hasta hace poco fue secretario de la Academia Venezolana de la Lengua, trabajo ad honorem sobre el cual el escritor y también académico Rafael Arráiz Lucca recuerda: “Sus actas semanales eran piezas literarias, bien escritas, precisas, con esa dicción particular que él tenía. Lo estimé muchísimo, desde hace muchos años en la universidad. Tuvo una vida plena, con su familia y legiones de alumnos. Una vida muy útil y muy bonita, digna de aplaudir y celebrar”.

En su discurso de incorporación a la Academia, en 2002, Bermúdez “intentó representar una situación de formal chateo académico entre él y su antecesor en el sillón Letra E de esa institución, el profesor Augusto Germán Orihuela, sesión de chateo en la que participara además el poeta español Rafael Alberti”, según cuenta el también académico Luis Barrera Linares. “Entre varios aspectos de sumo interés para el estudio del tema, Bermúdez decía en un estilo jocoso lo siguiente: ‘A un óvulo de la cibernética lo fecundó un e-mail secreto de @.com y en la matriz energética de la utopía americana, nació Internet’ ”.

Bermúdez dirigió un Departamento de Estudios Semióticos en el canal televisivo Radio Caracas Televisión (RCTV) para el seguimiento de la telenovela. Allí trabajó por más de quince años, asesorando al programa “Concurso Millonario” o analizando los textos de telenovelas y series culturales como el ciclo de adaptaciones de los cuentos de Rómulo Gallegos o las producciones del dramaturgo José Ignacio Cabrujas.

Aunque destacó por sus méritos como investigador, Bermúdez será siempre recordado por su personalidad humilde y su conversación ocurrente, que le permitía transformar sus diálogos informales en agradable cátedra signada por la sabiduría, de la que nunca estuvieron ausentes los refranes llaneros y su refinado sentido del humor.

Fuentes: El NacionalEl UniversalLiteranovaRCTV