Artículos y reportajes
Alberto ChimalReinventar la ciudad

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La ciudad es un solo cuerpo enorme.
Tiene las venas repletas de automóviles,
los pulmones hechos árboles,
el corazón poblado de viejos edificios.

Alberto Chimal, La ciudad imaginada...

La ciudad es un organismo que nace, se reproduce y muere. En él somos nosotros las células que la mantienen viva; pero como todo organismo también enferman: célula por célula nos vamos infectando de tráfico y de caos.

Una ciudad es para habitarla, contarla, para vivirla y perecer con ella. Pero imaginemos despojar a la ciudad de todos sus edificios, coches, calles, monumentos... Y sólo nos quedáramos con las personas que la habitan, ¿seguiría siendo una ciudad? Porque, ¿cómo saber si lo esencial de una ciudad son sus habitantes o sus construcciones? Alberto Chimal, en su libro La ciudad imaginada y otras historias, nos dice: “La ciudad es esta carne. La ciudad es esta gente [...], la ciudad es en verdad muchos cuerpos, todos juntos, unidos y a la vez separados”.

Las ciudades al igual que los hombres están destinadas a perecer; pero también son el escenario en donde transcurren innumerables historias: idénticas, falsas, contradictorias y hasta “milagrosas”; muchas de ellas más acopladas a la ficción que a lo real, más apegadas a lo extravagante que a lo cotidiano. Las historias que suceden en las ciudades son el registro mismo de cada ciudad, cada una tiene en sí una memoria que se actualiza al transcurrir del tiempo y de las generaciones; esta memoria también la encontramos en su traza, y en sus construcciones: claras manifestaciones del hombre que reactualizan a cada momento épocas pasadas. De igual manera una ciudad abandonada tendría para nosotros el valor de descubrir las historias y hazañas que allí se realizaron.

Así, una narrativa sobre la ciudad no debe encerarse en un ejercicio testimonial o de registro, puede ser un ejercicio experimental que combine significados y que no agote su multiplicidad de sentidos; puede ser una narrativa que se encuentre abierta al cambio, que intente constituir nuevos mundos imaginarios a través de la representación del lenguaje, y esto es precisamente lo que hace Chimal en este libro.

Los personajes de La ciudad imaginada nos aparecen como la invitación al absurdo, a un mundo caótico, lleno de patologías; son personajes realizables sólo en una mente desbordada, porque cómo podríamos pensar, por ejemplo, en sirenas que se alimentan de recuerdos o que desaparecen de la piel en donde habían sido tatuadas; en un hombre que telefonea consigo mismo desde un celular que había perdido un año atrás; o en una mujer que implora por la vida de su hijo para luego asesinarlo. Estos y otros personajes los encontramos representados en ciudades en donde la imaginación es lo que prevalece.

Construir ciudades e historias a partir de palabras es para Chimal el propósito de este libro; ciudades y personajes imposibles para una razón limitada, historias que sólo podrían ser reales en estos cuentos imaginados.