Poesía
Fondo Editorial del Caribe
Barcelona, Anzoátegui (Venezuela), 2009
ISBN: 978-980-6540-97-2
60 páginas
Han pasado cinco años desde la aparición del primer libro de la venezolana Ophir Alviárez (Caracas, 1970), titulado Escaleno el triángulo. Tiempo suficiente para que sea copioso el caudal a correr bajo el puente. La lectura de Ordalía o La pasión abreviada lo confirma con creces: mientras algunos elementos de su poesía se han sedimentado, otros corren prestos a la dirección de la corriente, brindando nuevos tonos y significancias.
En efecto, la pluma de Alviárez mantiene muchas de sus virtudes y ahora suma nuevas. Su lenguaje sigue siendo el de una poesía pletórica de imágenes, una poesía que no sólo es para leer sino, además, para entreleer. A los versos libres de un lustro atrás, la autora ha agregado un especial regusto por los espacios vacíos, los que ofrendan a la lectura el significado múltiple que suele tener el silencio:
Manos escrutadoras
boca delitos
cómplices ojos
el día se hinca en el cristal
las pesquisas apenas comienzan
(“Mutato nomine: cazada”).
El lenguaje de Alviárez aparece ahora surcado con frecuencia por toques de coloquialismo, golpes bruscos de timón que parecen ir en contra de los títulos de los poemas —la mayoría en latín— y de las hermosas imágenes:
Temprano quise decirte corola invita y espera
viento engatusa y lesiona vicio de fingir sonriendo
Cantaleta se chorrea conflicto en las reacciones
brama la lengua recelos
sabe de palabras falsas
(“Agonía de la flor”).
La razón de esto quizás estribe en que estos poemas representan la rebelión de la voz poética contra la injusticia, en específico contra las formas de injusticia que se ensañan contra la mujer. Algo que ya ha advertido César Terrero Escalante en el prólogo del libro: “Este poemario es la rebelión de Ophir contra su condición congénita de víctima. Rebelión íntima porque no es documental. Nunca una obra de arte dará una noticia”.
Ordalía o La pasión abreviada no es, sin embargo, el manifiesto de una obsesa que confunde género y sexo, sino la identificación y denuncia de las peores formas de opresión: las que carcomen al individuo desde adentro. Ya en el primer poema vemos esta declaración de intenciones:
Ella que se cree intelecto
muere viviendo en un guacal
(“Ad libitum”).
Con agudeza, sin ambages, la autora señala la vanidad del individuo, la mala costumbre que tienen nuestras limitaciones de hacernos creer que somos el centro de un universo laboriosamente ficticio. Creerse intelecto y vivir encarcelada una vida muy parecida a la muerte, rodeada de otros que a su vez se creen intelecto y miran a sus prójimos sobre los hombros. Pero la voz poética es la de una mujer de mirada certera, capaz de enfrentarse al abismo dentro de sí:
Desnuda de saberes e impedida maternidad
frívola para el mundo Enquistada
Portadora de miedos y comprado usufructo
foránea
(“A minori además maius: distancia”).
La andadura de Ordalía o La pasión abreviada se inició el jueves 21 de enero, tras su presentación en la Biblioteca Alfredo Armas Alfonzo de El Tigre, Anzoátegui.