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La Hierba de Teresa Moure: novela para curar la racionalidad histórica

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Entre nosotros la yerba mora sigue siendo útil para curar el herpes Zolster. No sé si se trata de la misma Hierba mora que da el título al libro y que, junto con otras hierbas y raíces descritas en la novela, son útiles para los llamados “males” de la mujer: reglas dolorosas, humores cambiantes, menopausia, abortos, partos y amores. Pero lo mejor de esta novela no son las curas, lo mejor es precisamente el contagio. Nos contagiamos con su apasionamiento, su vitalidad, su risa, su esencia de mujer valiente de todas las épocas.

Ante la presencia histórica de René Descartes, su discurso del método, sus aportes a la epistemología, a las matemáticas, la filosofía moderna y a la geometría, ante su duda metódica y las coordenadas cartesianas, la autora opta por la vida, y entra en la corte de la reina Cristina de Suecia —anfitriona del maestro para el momento en que éste murió en 1650— y en la muy modesta casucha de Hélène Jans, madre holandesa de la hija de Descartes, con quien el maestro mantuvo correspondencia durante nueve años. Históricamente soslayadas de la importante vida del filósofo católico, estas mujeres apasionadas por la lectura y el conocimiento, apasionadas al mandar, amar o cocinar, irracionales en sus decisiones y en sus emociones, encarnan en la ficción, sin dejar de sustentarse en la historia.

Otra mujer de este siglo está presente en la novela que usa el pastiche y la intertextualidad en beneficio de la levedad y la gracia del tono, para provecho del lector. Las voces de los personajes nos llegan auténticas, con el color y el sabor de su diversidad, por entre el castellano muy “español”. El hilo conductor de la femineidad —sin estereotipos ni tapujos— florece delicada y firmemente en estas tres mujeres de épocas, edades y oficios diferentes.

René Descartes dijo alguna vez: “No he hallado una mujer cuya belleza pueda compararse a la verdad”.

Trescientos cincuenta y tres años después de su muerte, la verdad brilla desde los ojos de muchas mujeres, lo cual confunde casi tanto como la belleza.