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Poemas

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La matanza de Acteal

¿Porqué estoy aquí?, no lo he entendido
tu silencio es más cruel que el vil castigo
al que fui sin merecerlo sometido
pues tu balanza falaz se ha envilecido

Una docena de años es consuelo
si se pasan felices y en familia
pero aquí la inocencia clama al cielo
la venda, aunque te ciegue, si te obliga

Que no fui yo, lo dije y lo repito
nunca estuve en el sitio de los hechos
la matanza de Acteal la hicieron otros
¡los que callaron lo saben segurito!

Ya basta de injusticias, los canallas
de siempre que se salen con la suya
eres La Ley, actúa sin más fallas
que no se diga más, la culpa es tuya

Más de 40 los chivos expiatorios
torturados, masacrados, perseguidos
mientras los reales, verdaderos asesinos
continuaron su vida en gran jolgorio

Si La Corte decide la inocencia
(de la que el pueblo siempre
estuvo muy consciente)
cómo resarcirán a los que fueron
encerrados por gente sin conciencia

Una vez más les dirán: usted perdone,
con pruebas y testigos amañados
encerrados como viles delincuentes
...fue poquito nomás... ¡por 12 años!

 

Esa poesía

Esa poesía que roza la piel sin penetrarla.
Que duele profundamente, cual herida certera.
Es la que me gusta, la que me hace temblar,
recordar... Maldecir a veces.

Es la poesía del camino, la que llevamos al hombro
colgada en bandolera. La de siempre, la eterna,
la poesía sin la cual no hay vida.
La de la juventud y de la vejez,
la poesía del que canta mientras trabaja,
del que llora mirando la cosecha perdida.

Es la poesía de la novia abandonada,
del soldado en batallas ajenas.
Del emigrante en ciudades inhóspitas,
de aquel que quiere ser blanco,
y del blanco que quiere ser rico.

Es la poesía de la chica inocente,
de la viuda solitaria,
del tendero libidinoso,
y del canallita del barrio.

Es la poesía de todos,
la mía, la tuya, la de él.
Es... esa forma especial,
de decir las cosas
más simples o complicadas.
De retar al intelecto,
y de confundir el alma.

 

Tiempo sin tiempo

Veo hacia adentro de la oscuridad.
De mi interior nacen los gritos que escucho a lo lejos,
porque vienen de las voces que no me pertenecen.

La tristeza no emana de mí,
viene de aquellas aves que no saben cantar
porque les arrancaron los ojos.
Su canción es muda y sorda.

Las flautas que suenan lejanas,
atormentan a mi alma que descansa.
¡Oh paz interior que ya no te recuerdo!
...siento los pasos de los hombres
que me acechan día y noche...
Mis ropajes naranjas son
una mueca de alegría;
una burla cruel...

¿Cuántos años aquí?
¿Que sucedió que no puedo recordar?
El tiempo se detuvo sobre las nubes de aquella montaña
que no ha cambiado en años...

Canta ave, canta...
yo prometo reponer tus ojos
que me miran desde la profundidad
del alma de las aves...

La soledad es un mito que me acompaña.
La alegría, una sombra igual
al sonido del tren lejano y cercano.
Resuenan nuevamente los pasos
de los hombres solos
que no duermen nunca...

La sangre se secó, y no puedo seguir escribiendo...