Letras
Poemas

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Letargo

Revelada la noche
al pie de las ficciones
los inviernos prometen siempre
torres altas
de letras gastadas
y el camino que vamos arando
tercos
con la lengua seca
como la patria
vestida de blanco
muerde mi carne y la de los otros
errantes, rutinarios
cayendo en el vértice
del mismo ojo
que se ahorca con la misma cuerda
desgastada
con las manos sucias
excéntricos, domesticados
los hombres de mi raza
ilusos
culpables
tramitando siempre supervivencia
a esa hora guerrera
rebota el aullido
de muro a infinito
pies de una realidad expuesta
río que fluye
al costado del hombre
certera y tajante
nuestra porción de totalidad
palabra que nace como canto
y aturde las ficciones
de la ira
del que está siendo
palabra de hombre,
ciudad a la deriva
lazos invisibles
entre los ojos miopes
de la inconsciencia.
Culpable, inocente
abandono mi puesto
recluido en mí
soy látigo
soy rienda.

 

Naufragio

Todo el que muere tiene la razón,
asalta el hierro
las dimensiones posibles.
Tregua angustiosa
en el rincón de la memoria.

La realidad se atasca,
habita
cosas cotidianas gastadas.

El temor de las noches era cierto,
un rumor,
piedad terrible
espacio que me niega.

Yo hubiera pensado
en mi cuerpo cubierto por cristales.

Ahora en la ventana
un olor a bestia
                       húmeda,
a punto de morir
devora el cielo
con su cráneo,
como si conociera el fondo
de la intemperie
su tristeza.

 

Tu nombre sin sustancia

El jardín de tus huesos,
ventarrón y chubasco
el sol mi vientre,
tierra desnuda reconciliándome.

Se entreabre el mundo
por las rodillas trepando,
mujer de aguas
corre entre llamaradas
que sostienen las alas del día.

 

Hoy somos noche y nada

Nuestra retórica,
testigo indescifrable
de la noche y del día,
es desconocida llama
que nos justifica,
entre restos de sol y ya sin cuerpo
nos queda un sedimento de mundo
—distrayéndonos—,
un instante solo, quieto,
que nos ata los ojos,
destino que nos hace recuerdos
en pleno cielo, su propio delirio
extravía la noche en profecías.
Acecha un sueño conocido,
laberinto interminable de relojes
tu paso disgregado en la memoria
es sólo palabra, fecha abstracta
corriendo en demora,
sustancia infame, viento petrificado,
incansable avanzo y te retengo,
tu cuerpo confirma
nuestra paria amorosa
esculpiendo instantes contra la tierra.

 

Sombra

I

Mano ligera sobre la palma del suelo,
me abandonas entre las ventanas.
Ánima etérea separada del mundo,
única puerta al infinito.
Fragmentos que parpadean
en eternidad momentánea,
espejismo con sed atormentada,
polvo insípido que se levanta y cae,
en marcha fluye su desnudez
                                   bajo mis ojos.

 

II

Se disuelve bajo sus plantas,
es luz en mediodía,
cada piedra es un pozo
de agua dormida,
silenciosa,
sin huesos
filtrada entre las hojas,
los grises abren sus pasos amortajados,
en espesuras, encrucijada de cielo.
Son mercurio intensamente blanco

 

III

Prisión transparente, cuerpo abandonado,
forma sutil de estar presente,
tú existes de otro modo
sin vida, tampoco muerte.
Gastada por las noches
eres imagen que no pesa,
idea fija, rumor de pliegues,
quietud, danza sutil en línea recta.

 

IV

Arena seca, ya sin tacto,
tu sangre es tierra.
Impalpable secreto de humo,
forma incorpórea que respira,
espejo de una rama,
relámpago geométrico, persistente
muerte petrificada,
aire en el aire.

 

Luna insomne

La lluvia arrastra infatigable
pasos desplomados de la luna,
penetrando a tientas hasta el borde,
llenándose de sí misma
se dispersa, intacta
fluye golpeando anónima,
el fondo inacabable
del agua sin memoria.

Se hunde hasta los pies
que pierden cielo
como marejada de humores.
derramándose extraviada
en espiral de alas y espacios,
es sangre escrita en la tierra.

Puesto que no existe
el retrato de su desnudez,
la luz que la sostiene
es un charco de arena
con los ojos abiertos
agitando sus llamas
para despertar al alba.

El insomnio que la habita
es espejo muerto, hora absoluta
contra sí misma, hacia dentro
se levanta a pulso, esparcida
se hace y deshace,
eje de tiempo, raíz circular
en el cielo cerrado de la tierra,
las horas expandidas se promulgan,
sobre los escombros se vuelven aire
para apagar las grietas reventadas
de la noche hendida que se filtra.

Nunca ha llovido y hoy
llueve,
marasmo de noche,
rincón entumecido de tiempo
muriendo escéptico.

 

Desfase

Recojo a tientas la noche
que entra adelantada,
mi cuerpo, exhalación apenas,
¿estoy muerta?
Esta noche no hay un sitio
la luna arriba,
sola.

Entre las rendijas el enorme silencio
es relámpago que arde,
hablan mis sueños de mareas negras,
redención de tiempo aniquilado.
Pensamiento recién nacido
que arrastra en su corriente.

Señales ambidiestras
desploman sus ojos desplegados,
son vestigios de muros indecisos,
memoria que el espejo desdibuja,
mi propio delirio se levanta
me acaricia,
me ataca.

 

Desasida

Pertenezco a la tarde que me aguarda,
Metamorfosis de años en reposo
deshielo de mi nombre.

Una senda de piedras malgastadas
cuerpo adentro la sangre nos anega,
tiñe mi escritura impenetrable,
mana de mis formas sin sentido.

Hembra suelta al sol reposo
soy naufragio,
eco submarino de la grieta.
rumor de lluvia a tientas me recoge.

¿Qué soy desdibujada?
Escritura rápida en el viento.
Torbellino de las apariciones,
eje que sangra en los solsticios.

Un río de huesos me arrastra,
puñado de sombras abismal,
país interminable de latidos,
médula escamada de tierra.

—Ya fuera de sí mismo
En su vacío
El mundo desasido se contempla.

 

Certeza

Impávida la hora
donde los ecos son respuesta.

Refugio que sumerge
nuestra historia
de memoria desgastada.

También aquí
la puesta de sol
es un vacío incierto.