Letras
Poeta Miguel
(Adaptación con cante flamenco con textos de Miguel Hernández)

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Introducción

Cante por toná

Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo,
van por la tenebrosa senda de los juzgados,
buscan a un hombre... lo absorben... se lo tragan.

Cierra la puerta, echa la aldaba
carcelero, ata duro a ese hombre,
no le atarás el alma.

 

Escena I

Esposa, si no me sacáis de aquí me muero. Cossío, Sánchez Mazas, Ridruejo, me ayudan, pero a cambio quieren que abjure de mis creencias. ¡Creen que Miguel Hernández es una puta barata!

Hombres veo que de hombres
solo tienen, sólo gastan
el parecer, el cigarro,
el pantalón y la barba.
En el corazón son liebres,
gallinas en las entrañas,
galgos de rápido vientre
que en épocas de paz ladran
y en épocas de fusiles
desaparecen del mapa.
Estos hombres, estas liebres,
comisarios de la alarma,
cuando escuchan a cien leguas
el estruendo de las balas
con singular heroísmo
a la carrera se lanzan,
se les alborota el ano
y el pelo se les espanta,
valientemente se esconden,
gallardamente se escapan
del campo de los peligros
estas fugitivas cacas
que me duelen hace tiempo
en los cojones del alma.

...Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto, y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

Esposa, me dio mucha pena lo que me contaste sobre nuestro hijo, espero ansioso la libertad para poder abrazarle, abrázale por mí, que no eche en falta a su padre.

 

Cante por nanas

En la cuna del hambre
mi niño estaba
con sangre de cebolla
se amamantaba.

Una mujer morena
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.

Tu risa me hace libre,
me pone alas,
soledades me quita,
cárcel me arranca.

Desperté de ser niño,
¡nunca despiertes!,
Triste llevo la boca,
ríete siempre.

 

Escena II. La infancia

Todo empezó muchos años antes, en Orihuela, en la Calle de Arriba 73. Tendría yo quince años cuando...

“Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos”... ¿Cómo, Miguel? ¿Que dice tu padre que a lo mejor no hay cielo?... Dile a tu padre que venga a hablar conmigo”.

Así acabó el Colegio. Así acabaron para mí las Escuelas del Ave María.

Ya en el campo comencé a leer todo lo que caía en mis manos: Gabriel y Galán, Vicente Medina, Fray Luis de León... Con todos ellos comencé a escribir mis primeros poemas... Uno tras otro los iba después desgranando en nuestra pobre tertulia en casa de los Fenoll. Allí Ramón Sijé, con su voz espesa, grave, conocedora de todos los registros, me decía entre padre y amigo:

“Miguel. Los nuevos poetas de la nueva España, han encontrado en Góngora la fórmula para dejar de parecer ser poetas y serlo realmente. Si de verdad quieres dedicar tu vida a la poesía vete a Madrid, aquí en Orihuela sólo irías agonizando lentamente”.

Le hice caso, cogí mi pobre maleta de cartón y me fui del pueblo. Era un 7 de diciembre de 1931.

 

Cante por Seguiriya

Carne de yugo ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Contar sus años no sabe
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

¡Quién salvará a este chiquillo,
menor que un grano de avena,
de donde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

 

Escena III. Madrid

Llegué a Madrid cargado aún de huertas y naranjas. De campo y sol entre mis manos.

Llegué a Madrid y conocí el mundo e la incomprensión del que me había hablado Sijé.

Buscaba trabajo como un loco. Me pateé todo Madrid, pero la escena parecía repetirse:

¡No hay trabajo, joven, márchese!

¡No hay trabajo, márchese!

¡Márchese, márchese, márchese!

¡Qué confusión, Babel de los babeles,
gran ciudad, gran demontre, gran puñeta
y su desequilibrio en bicicleta!
¡Rascacielos, qué risa, rascaleches!
Lo que haya de venir aquí lo espero
cultivando el romero y la pobreza...

Volví a Orihuela tras una breve estancia en la capital. Allí pude por fin en 1933 editar mi primer libro, Perito en lunas.

“No se merece Perito en lunas —escribió Lorca— un silencio estúpido, no. Se merece la atención y el amor de los buenos”.

Animado por estas palabras, volví de nuevo a Madrid.

Allí todo había cambiado. Imparable había crecido el movimiento fascista, frente a él se alzaba la voz del pueblo: sindicatos y partidos de izquierda se unían frente al ruido sordo de tan amenazantes cadenas.

 

Cante por romance

Vientos del pueblo me llevan.
Vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente
impotentemente mansa
delante de los castigos,
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su pavorosa zarpa.

¡Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España!

 

Escena IV. La guerra

Como preludiando futuros sufrimientos, mi querido amigo, mi compañero del alma Ramón Sijé, con quien tanto quería, cerraba sus ojos definitivamente en la nochebuena del año 33... Pero, amigo, yo sé que...

Volverás a mi huerto y a mi higuera.
Por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma, colmenera
de angelicales sedas y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas
compañero del alma, compañero.

 

Cante por Peteneras

Quiero arrancar la tierra con mis dientes,
Quiero escarbar la tierra parte a parte
A dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
Y besarte la noble calavera
Y desamordazarte y regresarte.

 

Escena V. En el frente

Lorca fue asesinado poco después de iniciada la sublevación militar en Marruecos...

“Federico García
hasta ayer se llamó,
polvo hoy se llama”.

Y es su sangre bestialmente vertida la que me hace escribir a Valentín González, “El Campesino”, para decirle: “Yo seré el poeta dispuesto a empuñar el fusil y a empuñar el romance cuando lo creas oportuno”.

Ingreso en el 5º Regimiento y recorro el frente dando mítines:

“Compañeros, vivimos una gran época de sangre. En el territorio de España hay más ríos de sangre que de agua y más sementeras de sangre que de trigo.

”La España joven y jornalera, la del trabajo excesivo y el pan menguado, tiene la suerte, que no la desgracia de vivir estos momentos de duro encuentro entre dos mundos: el del explotador y el del explotado.

”Campesinos, jornaleros que hoy empuñáis el fusil, sabéis poco o sabéis nada de lo que significa derrotar a las clases adineradas, que están frente a nuestras trincheras bajo el nombre de fascismo.

”¡Compañeros! ¡Que en vuestros corazones no haya otro sentimiento que este: hacer la Revolución!

”¡Que en vuestras frentes no haya otro pensamiento que este: ganar la guerra!

”¡Campesinos, trabajadores, jornaleros, viva la República, viva el Frente Popular, abajo el fascismo!”.

 

Cante por romance

Que mi voz suba a los montes,
que baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.

Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas
y eco de la mala suerte.

No desfallezcan tus huesos,
castiga a quien te malhiere
mientras que te queden puños,
uñas, saliva y te quede
corazón, entrañas, tripas,
cosas de varón y dientes.

Asesina al que asesina,
aborrece al que aborrece
la paz de tu corazón
y el vientre de tus mujeres.
Varios tragos es la vida
y un solo trago la muerte.

 

Escena VI. Amor en las trincheras

Avanzaba la guerra. También desde las trincheras escribía cartas a Josefina, mi novia:

Eres la noche, esposa. La noche en el instante
de su potencia lunar y femenina.
Eres la medianoche, la sombra culminante,
donde culmina el sueño, donde el amor culmina
Daré sobre tu cuerpo, cuando la sombra arroje
su avaricioso anhelo de imán y poderío.
Un astral sentimiento febril me sobrecoge,
incendia mi osamenta como un escalofrío.
La sombra pide, exige, seres que se entrelacen,
bocas que la constelen de relámpagos largos,
bocas embravecidas, batidas, que atenacen,
silencios que hagan música de sus mudos letargos.
Pide que nos echemos tu y yo sobre una manta,
tu y yo sobre la luna, tu y yo sobre la vida.
Tu eres el alba, esposa.
Tu eres la noche, esposa,
Yo soy el mediodía.

 

Cante por romance

El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.

 

Escena VII. La cárcel

De nada sirvió. Al terminar la guerra intenté cruzar a Portugal con mi mujer y mi segundo hijo, Manuel Miguel. Pero fui detenido por la policía política de Salazar y entregado a la Guardia Civil.

Comenzó para mí un largo recorrido de cárceles, Madrid, Valencia, Ocaña, Alicante...

 

OFF

Nombre del fallecido: Miguel Hernández Gilabert.
Profesión: poeta.
Hora de la muerte: 5:30
Fecha de la muerte: 28 de marzo de 1942.
Lugar de entierro: Cementerio Nuestra Señora de la Almudena, Nicho 1009.

Jornaleros que habeis cobrado en plomo
Sufrimientos, trabajos y dinero,
Cuerpos de sometido y alto lomo,
Jornaleros.

Españoles que España habeis ganado,
Labrándola entre lluvias y entre soles,
Rabadanes del hambre y del arado.
Españoles.

¿Dejaremos robar cobardemente
riquezas que han forjado nuestros remos,
campos que humedecieron nuestras frentes,
dejaremos?

 

Cante por fandangos

Fuera, fuera ladrones de naciones,
Guardianes de la cúpula banquera,
Cluecas del capital y sus doblones.
¡Fuera, fuera!

Arrojados seréis como basura
De todas partes y de todos lados,
No habrá para vosotros sepultura,
Arrojados.

Jornaleros, que España loma a loma,
Es de gañanes, pobres y braceros,
No permitáis que el rico se la coma.
Jornaleros.

 

Telón