Nemecio Urbano Díaz es un barinés originario de Puerto Nutrias, otrora centro del comercio fluvial de las regiones desprendidas del ande venezolano. Por ese puerto entraba toda clase de mercancías, unas provenientes de Europa y otras de Ciudad Bolívar, y por él salía el mejor tabaco del mundo, cacao, algodón, plumas de garza, pieles de animales y una que otra pieza de alfarería; pero también llegaron por Puerto Nutrias tahúres, criminales, circos, el hielo y lindas muchachas de serpentina y zarzuela (yo no fui testigo de eso, me lo contaron J. E. Guédez y J. E. Ruiz Guevara, que sí lo fueron), y gente de arte y ciencia; según tengo entendido, esto es característico de todo puerto sea fluvial o no.
Total que Puerto Nutrias se hizo un lugar de encuentro de nacionalidades, donde las morocotas y la bulla que traían de sus mundos hicieron posible una memoria para una literatura marcada por el auge y caída de ese puerto. Cuatro nativos de esa población ribereña tienen obra que así lo señalan: José Napoleón Oropeza, Jesús Enrique Guédez, José Esteban Ruiz Guevara y Nemecio Urbano Díaz, el más reciente, aunque su libro de relatos Pueblerías fue editado por el extinto Fondo Editorial Municipal de la Alcaldía de Barinas, finalizando el siglo veinte.
El mundo imaginario que sólo la realidad de la fantasía y de la historia hacen vida en el escritor, se erige como un punto que lo lleva a salirse de los cauces, digamos, naturales de la narrativa contemporánea que siempre ronda lo urbano y los eternos conflictos del hombre, que el amor y la muerte le producen, quiero decir, en sus divagaciones creativas, alcanza la libertad de la fantasía para atrapar el hilo de una historia y no lo suelta hasta que no puebla muchas o pocas páginas en blanco. Eso ha ocurrido en Nemecio Urbano Díaz con su nueva novela Bestiario de los venados, de reciente aparición bajo el sello editorial de Ediciones de la Revista ICAM. Esta vez no son los símbolos de la región de Puerto Nutrias; el autor, como London, se interna en una narración por demás hermosa, recreada en el antiguo hábitat de los indios moromoy que vivieron en la meseta que conocemos con el mismo nombre, hasta que el tiempo quiso que llegaran a ella los hombres de la conquista para llamarla Nueva Trujillo de Barinas; claro, luego del exterminio de unos y el sometimiento de otros para, no pasado mucho tiempo, tomar el nombre que ahora ostenta: Barinitas.
El tema de la novela Bestiario de los venados es una historia de amor protagonizada por dos hermanos de la etnia moromoy, hijos de su poderoso cacique, quien intenta asesinarlos si violan los códigos que su tribu contemplaba para ese tipo de circunstancias, pero interviene un Dios y lo conmina a desechar la idea y le sugiere otras artes de venganza para lavar su honor; Narúa y Guamaré son los nombres de los hermanos amantes, cuyo poderoso padre, el cacique Baramá, quiso castigar con la muerte. Bestiario de los venados alcanza momentos narrativos de fino erotismo, con un lenguaje limpio, podría decirse que lírico, donde la inocencia pareciera ser la atmósfera de la palabra con que el novelista Nemecio Urbano Díaz la construye, dándole sorprendentes giros a sus personajes, planos narrativos en que el lector termina escuchando la historia de la propia voz de Narúa y Guamaré, desde el comienzo de la novela, pero es al final de ésta cuando el lector se llena de asombro al descubrirse interlocutor de los hermanos. Va por Dios y por mí la recomendación de buscarla en los anaqueles.