Entrevistas
Eliezer OrtizEntrevista al actor Eliezer Ortiz
“Talento sin esfuerzo y disciplina es tiempo perdido”

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—¿A qué edad empezaste?

—Siempre fue lo que quise hacer desde que tengo uso de razón, participaba en todos los dramas, obras, conciertos desde la escuela elemental, etc. Formalmente comencé mi entrenamiento para el 1989 en el Departamento de Cultura de Caguas en Puerto Rico por la recomendación de Luis Lizardi Solá, mi primer profesor de actuación lo fue Carlos Ruiz y luego Elizabeth Sorando en la Escuela Superior Ana Roqué de Duprey en Humacao, Puerto Rico. Luego me gradué con un bachillerato en drama de la Universidad de Puerto Rico y luego seguí entrenando en el Ateneo Puertorriqueño bajo la dirección de Roberto Ramos Perea y Edgar Quiles, mientras seguía haciendo teatro y cine. También entrené y estudié en mi país con Ernesto González.

—Decides partir de Puerto Rico, enfrentar todo el cambio, la soledad. ¿Cuál fue el momento más difícil de toda la transición al llegar a New York?

—El ser humano tiene una capacidad de integración y adaptación admirable, cuando decido definitivamente radicarme en Nueva York conocía la cuidad como la palma de mi mano. Momentos difíciles hubo varios, pero también muchas satisfacciones, los momentos difíciles o menos buenos prefiero reservármelos, pues todos los hemos tenido y para nada quisiera sonar como la eterna víctima de los cuentos de hadas, lo importante de los momentos difíciles de la vida es lo que tú hagas con ellos, utilizarlos para evolucionar como ser humano y artista, ahí tenemos el famoso periodo azul de Picasso.

—Cuando te conocí pertenecías a una organización cultural llamada Spanic Attack, también fuiste director del grupo teatral que hacía vida en el Julia de Burgos Foundation. ¿Cómo fue tu experiencia en la ciudad de los rascacielos?

—Con Spanic Attack hice una película experimental llamada Razones para el exilio que se presentó en varios festivales de cine, lo que hice en el Centro Cultural Latino Julia de Burgos fue dirigir por dos años la Unidad de Entrenamiento Raúl Juliá del Teatro Rodante Puertorriqueño que dirige Miriam Colón, ahí se dan clases de actuación, dicción, baile, canto, etc., para jóvenes de escasos recursos de las comunidades latinas de Nueva York. Mi experiencia en la ciudad de los rascacielos ha sido vital en mi carrera, allí estudié, hice teatro, cine y creé unas bases artísticas y una ética de trabajo muy sólidas que continúan conmigo hoy día.

—¿Qué te ha impulsado a dedicarte a esta profesión?

—Lo que más me ha impulsado es que esta es una carrera en donde puedes estar en contacto con los seres humanos, ya sea en el escenario, la pantalla o la radio, y puedes tocarlos, decirles y hablarles; algo que parece ser muy difícil en la era tecnológica en donde estamos viviendo. También me impulsa mi fortaleza interna, que es como una voz interior que siempre me habla y me dice “sigue y no pares”, mi eterno deseo de aprendizaje me impulsa mucho pues pienso que un actor nunca está terminado.

—¿Te identificas con algún personaje de los que has interpretado?

—He hecho muchísimos personajes y de todos ellos tengo muy buenos recuerdos, se me viene a la mente rápido Woyzeck de Georg Büchner y Truffaldino de El Pajarillo Verde de Carlo Gozi, uno representa el ser oprimido y el otro la alegría y la supervivencia. En cine hice una nueva versión de Otelo en donde hago el personaje principal pero aún no ha salido. A todos los personajes los he disfrutado mucho.

—¿Un director?

—Deborah Warner, con quien tuve el honor de trabajar, me dirigió en The Angel Project en el Lincoln Center de Nueva York; ella es una de las directoras de teatro más importantes de nuestros tiempos, una persona totalmente visionaria.

—¿Un guionista?

—José Rivera, el guionista de Diarios de motocicleta. José es un extraordinario dramaturgo también.

—Talento o esfuerzo. ¿Qué consideras que tiene más importancia?

—El talento es súper importante porque, como dice el refrán, “lo que natura no da, Salamanca no presta”, pero el esfuerzo y la disciplina son lo que realmente te mantiene motivado a querer hacer más y a lograr tus objetivos. Talento sin esfuerzo y disciplina es tiempo perdido. Como dijo Gilda Navarra, una maestra de mi país: “La disciplina no es una obligación, es la gloria de pertenecer a un arte sagrado al cual uno sirve, es una religión”.

—¿Qué prefieres: el teatro, el cine..?

—Yo prefiero trabajar.

—¿Cuál es la diferencia más notable entre la enseñanza actoral latina y la anglosajona?

—La enseñanza actoral anglosajona es más enfocada en la actuación de adentro hacia fuera, en hacer menos y menos pero a la vez no quiere decir no hacer nada, es una técnica en donde no se te puede ver la costura de que estás actuando, es bien mínima y casi naturalista pero con mucha intensidad detrás de todo. La enseñanza latina tiende a ser un poco más grande y enfocada al escenario, es más teatral, recuerda que somos más expresivos si nos comparamos con una persona anglosajona, pero todas las técnicas y escuela están perfectamente aceptables siempre y cuando hagas tu trabajo como actor y le des a tu público lo que le tienes que ofrecer y que el personaje necesita. El actor debe tener una maleta llena de técnicas y recursos que le ayuden a encontrar lo que el personaje necesita, ninguna técnica es mejor o peor que la otra, es simplemente una herramienta de trabajo.

—Desde que saliste de Puerto Rico has transitado, has vivido en New York y actualmente resides en la ciudad de los Ángeles. ¿Qué reflexiones, que experiencias han hecho madurar a Eliezer Ortiz en el sentido de haber llegado a ser el ganador del premio al mejor actor en el 2008 por la película 2042 en actuación de la Escuela de Teatro de la Universidad de California, los Ángeles?

—Por supuesto, las experiencias de la vida misma te ayudan a moldear un personaje, todo es una eterna escuela, pero para mí el trabajar incansablemente es vital y es siempre lo que me ha proporcionado todo. El entrenamiento ha sido también la espina dorsal de todo mi trabajo, con el entrenamiento que hice en Puerto Rico, en el Teatro de Arte de Moscú, en el British American Drama Academy (BADA) en Oxford University y por supuesto mi maestría en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA) he crecido muchísimo como ser humano y artista. De los premios te tengo que decir que son muy buenos y cuando llegan pues se reciben, pero como dijo Luis Rafael Sánchez: “Los premios como los amores no se buscan, llegan”. Yo no trabajo por los premios, trabajo porque necesito hacerlo.

—¿Qué es lo más complejo y qué lo más placentero de tu carrera?

—Lo más complejo es que vives en una eterna incertidumbre porque no sabes lo que va a pasar, además de que estás lidiando con el rechazo la mayor parte del tiempo, y la gran mayoría de las decisiones para el casting de un proyecto no tienen nada que ver con tu talento. Esta carrera es para personas que son de verdad bien fuertes internamente porque son muchas las tempestades que hay que enfrentar, es una carrera para quien resista más. Lo más placentero es todo el proceso de descubrimiento, que estás haciendo algo diferente todo el tiempo, no es monótono, vives muchas vidas, épocas, etc., te estás alimentando constantemente y conoces personas maravillosas.

—Siempre existe ese alguien que nos inspira. Que nos empuja a recorrer un trecho. ¿A quién o a quiénes admiras en tu profesión?

—He tenido la gracia de contar con mucha gente que me ha apoyado en todo momento como Ernesto González, Luis Lizardi, Mel Shapiro, Ivonne Coll, Gil Cates, Michael Mclain, Sir Anthony Hopkins, mi familia y amigos los cuales no tengo que mencionar porque ellos saben quiénes son. En mi profesión admiro a toda artista que da lo mejor de sí y quien es serio y comprometido con su trabajo. Te tengo que confesar que considero a Judi Dench, Luz Minerva Rodríguez, Javier Bardem y Forest Whitaker una inspiración.

—¿Qué estás haciendo ahora y cuál es tu próximo proyecto?

—Al momento me encuentro ensayando la zarzuela Luisa Fernanda, estoy muy contento porque es mi debut en el género y hace ocho años que no trabajo en español. También me encuentro esperando por alrededor de una decena de proyectos cinematográficos que ya filmé y no han salido todavía.

—¿Cuál ha sido el papel que más has disfrutado y por qué?

—Truffaldino en El Pajarillo Verde, porque era bien travieso, juguetón, astuto, etc. Fue de verdad un placer interpretarlo aunque al final terminaba exhausto porque era bien físico y requería cien por ciento de energía en todo momento.

—En las obras de teatro, como espectáculo en directo, se provocan en muchas ocasiones anécdotas curiosas. ¿Nos recuerdas alguna?

—Cuando estaba haciendo La cantata, los actores íbamos del camerino hacia el escenario y había que tomar un elevador, pues el elevador se detuvo con todo el elenco adentro, no pasó nada finalmente pero esos segundos en donde estuvimos encerrados fueron eternos.

—Una obra de teatro o... dos o tres.

—Tito Andrónico de William Shakespeare, Ana en el trópico de Nilo Cruz y Bodas de sangre de García Lorca.

—¿A dónde te gustaría viajar?

—A Marruecos y Egipto.

—¿Cómo te visualizas en el futuro?

—Como una persona bien exitosa, trabajando todo el tiempo, sin parar y siempre bien ocupado. No quiero ser famoso pero sí grande y respetado, quiero tener la fama de los músicos de música clásica, son bien respetados y queridos en su disciplina pero fuera de ahí nadie sabe quiénes son.

—¿Qué consejos darías a los lectores de esta revista, personas que luchan por materializar sus sueños?

—Que no se detengan, que trabajen y estudien mucho y jamás permitan que nadie les diga que no pueden. Recuerden que nunca nadie va a trabajar por ti más que tú, si alguien está trabajando por ti más que tú hay un gran problema.

—Regálanos unas últimas palabras.

—Soy simplemente un ser humano que hace lo que le gusta, siempre doy lo mejor de mí, trabajo hasta la saciedad y por eso soy muy feliz. Ah, y si me necesitan me llaman o escriben, siempre busco retos y personajes que me digan algo.