Las mujeres de calle Balmaceda
(A mi abuela que vivió cien años)
Las niñas de Balmaceda no arrullan muñecas Barbie
no promocionan pañales de papel
ni van a la catedral los sábados
a compartir la hostia de los ricos
Las niñas de Balmaceda mecen a sus hermanos
tejen coronas con ramas de sauce
y son inmensamente felices
tanto que se olvidan del hambre y del olvido
Las muchachas de Balmaceda se casan en abril
con hombres que conocieron en marzo
hombres de manos ásperas
que las doblan en edad y en tristeza
Las mujeres de Balmaceda crían hijos en el polvo
y para el polvo
crían los suyos
los de otras
y los lanzan al mundo como plumas al río
/que va a ninguna parte
Las mujeres de Balmaceda aman a hombres de piedra
aman como van al mercado en bicicleta
y luego envejecen alrededor del brasero
cebando mates al anochecer
mates que humedecen e iluminan
las historias simples de la cuadra
Las mujeres de Balmaceda no conocen los espejos
se peinan con esqueletos de pescado
y lloran lloran lloran
para que sus lágrimas renueven los surcos
/resecos de la cara
Las mujeres de Balmaceda no saben de letras
de filosofía ni de liberación
se queman las pestañas zurciendo calcetines
son especialistas en química de ollas
y Mesías para repartir un plato vacío
entre veinte chiquillos hambrientos
Media noche en el Thalia
Voces que se doblan y desdoblan
imitan las acrobacias del humo perdido
/en la boca de los perdidos
Palabras que adoptan los colores sin número del alma
Mesas que no soportan el peso de las botellas
ni los codos tambaleantes de los borrachos
La barra del Thalia florece como callejón de cementerio
/el día de los muertos
Hombres con todos los colores en la piel
con todas las edades en el rostro
y en la espalda una joroba como témpano
¿Acaso la muerte que nos acompaña a todas partes?
¿Acaso el sufrimiento acumulado por años?
Heridas que rebotan contra los espejos
como sonidos de botellas que se destapan
de copas que se encuentran
de cumbias que navegan el aire
y marcan el ritmo sin fondo de la noche
Las calles
1
Las calles dejaron su antigua morada
su inocencia de polvo y pies descalzos
Abortaron sus alamedas y sus plazas de tierra
donde los enamorados se amaban mirándose
/a los ojos verdes
no de hambre sino de gozo
Ahora se maquillan como putas viejas
se adornan con semáforos y otras joyas de neón
Ahora los perros orinan sin ganas el cemento
y la lluvia mezquina
no llega a la raíz del mundo
2
Las calles recogen pasos que pesan y brillan
pasos que cargan la codicia de oficinistas
/con sueños de grandeza
Pasos que pisan a los débiles
a las mujeres solas en casas solas
a los ancianos del abandono
Pasos de asaltantes de poca monta
buscadores de tesoros o lo que fuere
Pasos que olvidaron las fugaces calles de la infancia
la ternura de la madre en los primeros años
Pasos sin brújula
sin la bulla alegre del clandestino
sin la putita que todos amamos
y hundimos al río oscuro del olvido
3
Calles como territorio de feriantes
pozos que ahogan los sueños de la tribu
fronteras que cierran el paso al soñador de La Mancha
memorias que olvidan a la usurera y al joven estudiante
La bella durmiente es una niña muerta
que nadie besa por temor al contagio
y la Cenicienta vendió su inocencia
a las caravanas de mercaderes que asolan los pueblos
La tía Glafira se dejó morir
En una pieza honda
como los pensamientos de personas tristes
se recostó un día y no quiso levantarse
Los ojos se le fueron hacia adentro
y la boca no quiso abrirse más
ni para soplar palabras
ni para tragar alimento
Los médicos hablaron del estómago
los parientes de parálisis
los vecinos de un mal de ojo
Nadie pensó que una vejez prematura
le comía el alma
El giro mañoso del tiempo
la dejó en la esquina de nadie
Los rostros de afuera no eran los rostros de infancia
las voces no eran las queridas
las calles no sostenían las carretas del amanecer
Ni siquiera los recuerdos la visitaban
ni el bastón castigador del padre
ni la madre friendo sopaipillas
ni la lluvia que deja caer sus huestes inofensivas
/sobre los tejados
No volvió a sentir la risa de sus hermanos
ni jugó a las escondidas bajo la luna
entre los limoneros
En una pieza honda
como los pensamientos de personas tristes
la tía Glafira se dejó morir
Reflejos de antaño
El espejo del dormitorio
a pesar de años y muertes
todavía refleja el rostro de la abuela
Tejedoras de sueños
Un patio hondo
Detrás de los adobes
las higueras tejen sueños
Detrás de la puerta
Ese rincón en penumbras
aún retiene el sabor lechoso
del primer beso
Halo del tiempo
La brisa es el tenue soplo
que deja el tiempo cuando pasa
Fragancia del amor
Pasó el amor
de aquel tiempo nos queda
sólo una fragancia
Canción del origen
Anochece sobre tejados y olmos anochece sobre las primeras calles y los primeros habitantes Los viejos sacan sus sillas y sus cuerpos sentados con la fresca Hoy me pareció oír a los niños silbar una canción a los vecinos ancestrales pero el ruido era tan feroz que se comió la melodía tenue del silbo
Nadie supo
Murió la vieja Aurelia y nadie supo
no vinieron sus hijos derramados por el mundo
tampoco los vecinos católicos e hipócritas
No hubo velatorio ni cascada de lágrimas
Su cuerpo se derritió por las tardes calientes de octubre
Alguien dijo que vino del sur
que traía el rostro gastado por la lluvia
/y una risa de pájaro
que sonaba a escupitajo en el rostro de la urbe
Dijeron que se puso sorda como puerta cerrada
pero seguía escuchando en su memoria
las mismas rancheras
y el mismo radioteatro de hace treinta años
Solía alumbrarse con la luna llena
regar un jardín con flores de ajo
ajíes y cebollas
Recogía los desperdicios de otros
y los niños le arrojaban piedras al paso
como a los perros con tiña
Los que la conocieron desde el principio
sabían que la vejez le cortó los puentes colgantes
/de su historia
puentes que guardaron pies descalzos
trenzas dulces de la niñez
Murió la vieja Aurelia y nadie supo
nadie quiso saber
que la devoraban los gusanos de octubre
El abuelo Pancho
1
El abuelo Pancho bailaba tango en casa de putas Pícaro el viejo les pellizcó el traste a las golondrinas en flor Dicen que ganó un campeonato de milonga y se dio a beber una semana entera que le sobraba tristeza en las pupilas y pasaba tardes y tardes oteando el horizonte amargo
2
Nadó en barriles de aguardiente Apostó el dinero que no tuvo en carreras de caballos que no corrieron Se batió a tiros con los gitanos y cayó de bruces a la leyenda Acaso la leyenda y la memoria sean lo mismo una nebulosa que a ratos se confunde con la nada
3
Los que le conocimos sabemos de su bondad a toda prueba de los dulces que llevaba bajo el poncho para los niños que no tuvo Los que sufrimos su partida guardamos de él ciertos momentos ciertos escupos de memoria como visitas fantasmales o quizá un chispazo de neurona en la noche tibia del olvido
4
El abuelo Pancho se movía a velocidad de carreta a tranco de caballos que no conocían el galope Su espalda curvada quiso cargar los fracasos de una estirpe Dijo que bebía para hacer a un lado las carencias del espíritu para huir de las misiones incumplidas para olvidar que nunca pudo acercarse a la imagen perfecta de su padre
(del libro inédito Purgatorio del tiempo).