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Oda al Partido Comunista de Chile

Vetustos, añejos, anquilosados, aniquilados
olvidados.
Empolvados, petrificados y nostálgicos.
Luchadores por la nueva era.
Grandes ilusionistas víctimas de una guerra sucia,
jugando al soldado de un juego entremedio de un gran campo de batalla desigual.

Fueron apresados,
la boca del lobo
fue su guarida temporal
y el lecho marino
su destino final.
Jugaban a ser héroes
y el mundo no necesita salvadores.
La crucifixión es de por vida
si se te ocurre cambiar las reglas del juego.
¿Quién les dijo que todos necesitaban un mundo como el vuestro?
La utopía está en los ojos de quien no se hace un lugar a codazos,
en este caldero de la fácil promesa.
Este hervidero pareciera ser soportable
para quienes trepan y encuentran un lugar mejor que el hollín de una chimenea.
(Arrepiéntete, Charles Dickens)
la igualdad y la locura
son sinónimos.
La verdadera lucha es alcanzar el brillo egocéntrico
de tu propio diamante en bruto.
Esa es la falsa promesa del mágico caldero,
que destruye almas,
desprecia la unidad
convierte en caricatura a una estructura,
que se fundió en el nuevo milenio
y son clichés de los señores alternativos desconformes ávidos de poder.

 

El loco

Después de esta vida no hay otra.
Si tuviera que pedir un deseo, elegiría amar, amar infinitamente
hasta fundirme con el universo.
¿Por qué no hacerlo ya en vez de esperar a que suceda?

No soy de las que miran detrás de un árbol
esperando una mirada luminosa
que me diga: ¡mi fantasía es completa!
En vez de eso, me he lanzado al vacío
como el loco niño del tarot.
¿Es peligroso lanzarse hacia el abismo de tus sentimientos?
Cuando te veo, soy como babosa en sal, reprimiéndose,
frente a ese impulso, intenso, vivo, inocente,
libre de todo prejuicio, pulcro sin mancha lascivia.
Hay que ir en busca de lo que se cree es amar.
La respuesta a este deseo no fue correspondido.
Fue un lanzamiento al vacío de punta a las filudas e hirientes rocas,
que se rieron un poco.
Su respuesta era una copia fiel de la inmundicia del mundo corrompido,
ese que desconfía de todo y de todos, que crea mundos perfeccionistas, moralistas, castradores, prejuiciosos, altaneros, ególatras y solitarios.
La respuesta se transformó en un vil congelamiento y reemplazó el cálido saludo
a una pálida sonrisa,
a una descortesía penetrante,
sólo por el miedo a recibir este deseo gratuito sin pedir nada a cambio.
Quien vive como un caballo de feria no puede valorar una entrega de amor tan viva,
puesto que está sumido en una realidad sesgada, oscura, minúscula
se conforma con los posibles paraísos estables e inertes.
¿Aventurémonos a nuevos mundos? El único compromiso es sólo dejarse querer sin nada a cambio.
¿Conversemos de nuevas alegrías, dolores pasajeros, sabiduría popular, medicina alternativa o un viaje a las estrellas?
¿Hay algo malo de eso?
Huiste como un hombre despavorido frente a un sinfín de posibilidades.
No sé qué es peor: el salto al abismo y hallar un desierto
o vivir en un desierto, esquivando tormentas,
que aparecerán una y otra vez, una y otra vez.
Yo el loco te digo que volverá la tentación y tú no podrás con aquella locura.
Déjate seducir y nada malo te pasará, si es que vuelvo a lanzarme.

 

Rezo al padre

Rezo al hijo,
Rezo al espíritu
y a la madre negada
que me salven de este lugar del cual siempre huyo
desde la primera vez que lo conocí.
¿Cuánto tiempo he de estar en el abismo?
Quizás ya salí, pero de tanta costumbre
No veo que ya no estoy allí.
O ya le temo al sol,
Cálido y afectuoso como un roce íntimo,
Que no me di cuenta que el castigo terminó.
O quizás no aguanto en la plenitud de los verdaderos colores,
Y, como un alma masoquista, me lanzo de punta al abismo
Que tanto odio,
Porque me quedo en la queja
Y mi voz resuena como palabras en tiempos equivocados:
¡no debiste hacerlo!
Quedo tumbada como una estatua mortuoria
A ver si el tiempo repara las heridas,
Inmóvil como una piedra,
Sin llanto permitido
Porque no hay agua que merezca esta pena.
Asumo los dolores de un quiebre inevitable.
Inmóvil e impávida espero que pasen las cicatrices,
Que se abren de vez en cuando porque todo me recuerda a todo.
Y anhelo aunque sea un instante, una dosis de nada
Para que, como anestesia, me sirva vivir mientras busco
Otro lugar donde me hará sangrar
Una vez entregado mi corazón
Recién recuperado de la demolición.
Pero vale la pena otro salto.