Letras
Dos poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Esferas azules

Se revuelcan brumosas
y tangentes abarcables
en la condensación de su camino gaseoso,
que emerge de nuestras venas obstruidas.

Todo se confunde,
el vapor desfigura las ideas
atan cabos en sus taras
y el caos cunde.

Mi camino es un vano silogismo
que, encerado por su rubor,
coligió en flores azules.

La amistad es una circunferencia,
la alegría cromógena de ésta se maquilla
pero su amor, a diferencia,
sólo está en una manecilla.

Deseos imposibles
se hurtan de la razón,
y se esconden pastosos
ante repentina desazón.

Esa luz sonrosada
que emana mi ternura halada
sería camino aurífero para tu aflato,
que de este modo nos arrastraría
hacia la perpetua bicromía.

El horizonte celeste precipita,
el borde del cristal
cruje como gota de sudor en su hoguera,
calmando mi sed;
su copa aún es caliciforme,
pero sus vellos hirsutos
ya no son sagrados.

Los cerebros se arrebozan
en orines y polvos fantásticos,
que con un gemido de púberes estrellas
extingue las ráfagas-ideas
y sus futuros epitafios.

Condena: Nunca morirán.

 

Flotar es precipitar

Al tratar de conjeturar el amor, vi en el camino
su encandilado cuerpecillo encaminar,
y entre sangre y amor,
hacia el poseedor de cabello cano avanzar,
parecía flotar
y sus movimientos sinuosos predecían su futuro engañar.

Mis ojos gélidos de conmoción vieron que
sobre círculos se regocijaba
entre las barbas de aquel provecto ser,
y al girar descubrí que no hay sangre ni amor
porque aunque pueda flotar,
su pasión nunca se acercaría a mi amor.

Esa pasión que la convirtió en animal,
sediento de carne experimentada, putrefacta,
también degolló y cercenó mi amor
en trozos exquisitos del mal, llenos de su olor.

Mis lágrimas inundaron el ámbito fatal
y la despertaron de su éxtasis, de su clímax bestial,
mi sangre y su saliva crearon un elixir
y contra la naturaleza la envenené, trayéndola a mi sufrir.

Reclamé del abismo del sufrimiento
y al sendero de su lujuria y envolvimiento,
me ahogué en mi propia sangre,
sintiendo su sabor dulcemente amargo,
catándome irónicamente en letargo.

Su perdón dejó de ser ironía
y sus pupilas mostraban sinceridad,
percibí su alma como la mía,
sollozando ante un golpe brutal de traición, moribundo
y mi pecho destrozado, lleno de golpes mortales,
no cedió, condenándose a la tortura infinita,
digna de simples obtusos mortales.

No es traición, vociferó, desgarrando las últimas cuerdas vocales
que no habían sido violentadas al momento de flotar
y agotada de llorar arrepentimientos,
dijo con goteante sequedad,
cuando tu corazón vomite su verdad
sabrás por qué me revuelco en el fango que forman tus lágrimas
yo siendo la tierra que pisas.

Entiendo las palabras que escupes sobre mí,
por eso divagaré sembrando en la orilla
y al regresar mi lengua afilada
sabrá podar lo falso,
tu dolor falso.

Mis sentimientos se volcaron inexpugnablemente,
la culpa me abarcó, siendo yo el victimado
y a la faz de la traición y lo saciado
desterré la sexualidad de mi edad lozana,
jugando con la verdad de mi mañana.

Y juré siempre entender que
la única forma de flotar
es precipitar.