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Poemas

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El amor solamente

Yo nací para amar y amando vivo.
Yo nací para amar y muero amando.
El amor, con su amor, me está matando
y del amor, constante, soy cautivo.

Buscando mas amor yo me desvivo
y siempre a mí el amor me está faltando.
con más amor, más muerto voy estando,
con menos voy viviendo menos vivo.

Con el amor, en fuego estoy ardiendo,
sin él, me voy de frio consumiendo
y vivo entre dos muertes colocado.

Y, como fiel amante, siempre muero:
dulce tormento del amor, prefiero
morir entre tus brazos abrasado.

 

Mis demonios

Demonios que renacen con el fuego,
desalados, flamígeros, sombríos,
así son todos los demonios míos:
flores del mal que con mi azufre riego.

Demonios para un lúbrico sosiego,
alcahuetes, domésticos, baldíos,
así son todos los demonios míos:
evangélicos frutos de mi ruego.

Son demonios de mística pureza
y en el delirio de su amor empieza
mi corazón su exilio jubiloso.

Son demonios de angélica hermosura,
mosto del vicio que el placer madura:
¡aparceros de un mundo milagroso!

 

Erótica

En tu breve cintura me reclino
y soy de tu cintura el sembrador,
de tus muslos ardientes, peregrino,
de tu pubis de seda, cardador.

De tus uvas maduras soy el vino,
de tu trigo dorado, trigador,
de tu huella viajera soy camino,
de tu entrega amorosa soy temblor.

Cuando duermes tendida junto al fuego
es tu espalda desnuda tibio ruego:
territorio de lúbrico esplendor.

Con mis besos tu savia se prodiga
y me entrego anhelante a la fatiga
lujuriosa y violenta de tu amor.

 

Clarines sordos

De nuevo estás conmigo, siempre en vela,
oliendo a carne tibia. Por tu pecho
duermen clarines sordos al acecho
de las caricias que tu cuerpo anhela.

En tu espalda, la trémula gacela
de mi lujuria azul tiene su lecho:
allí reposo bajo alero y techo
y tu ardiente amenaza me desvela.

En tu sexo mi amor se compromete.
Alondra de la duda: quiero verte
herida en el suplicio que me has dado.

Me deslumbran tus dulces resplandores
y en la lengua me crecen ruiseñores
para decir lo mucho que te he amado.

 

Biografía del mar

¡Y pensar
que el mar es un cadáver
de ríos que se ahogaron..!

 

¡Ay amor!

¡Ay! Amor, como dueles en mi herida,
bandera blanca, palomar al viento,
refugio inútil para el fiel tormento
de haberte amado sin perder la vida.

Amor de mis angustias, preferida
soledad, desalado entendimiento,
molinero trigal del pensamiento,
lamento de mi voz estremecida.

Cuando ardientes tus labios se me ofrecen
mis manos aradoras se estremecen
buscando el surco de tu sexo ansiado.

Y así, los dos, amantes milagrosos,
miraremos pasar los jubilosos
recuerdos de este amor desesperado.

 

Poema Nº 24

Hasta Dios, que fue lucero,
rueda por el polvo
Y todas las torres se mueren
a la hora del crepúsculo.

El sonido de una flauta distante
convoca los anhelos
y aquellas que fueron voces de alegría
son pesados silencios.

Su nombre,
que yo escribí en la arena,
tiene vocales de cemento
Y el amor,
que tuvo anillos de oro,
escondidos temblores de mi aliento,
es una tibia fatiga en mi recuerdo

Ya no corre el fuego por mis venas:
simples gusanos caminan por mis huesos,
sin la fuerza del toro
que tuvo hierba dócil en mi pecho.

Hasta Dios, que tuvo lucero.