Entrevistas
Adrián AbonizioUn extraño conocido
Entrevista a Adrián Abonizio

Comparte este contenido con tus amigos

Autor de grandes canciones como “El témpano” o “Mirta, de regreso”, entre otras, Adrián Abonizio fue parte de la llamada trova rosarina que asomó en el mundo del rock de los 80. Así se autodefine: “Un fabricante de emociones, un soñador empedernido”. Aquí habla de su manera de componer poesía y música.

—Al componer canciones, ¿suele empezar por la música o cuál es su procedimiento habitual?

—Se empieza normalmente con unas frases ya sean literarias o musicales. O un texto completo —poesía— que tenga el formato para ser musicalizado. O bien tratando de ponerle letra a una melodía que se nos ocurre. Es importante anotar todo para no olvidarse pues las ideas son muy frágiles y se vuelan rápido.

—Dice Sabina que muchos de los que escriben canciones “por lo general leen poco y mal” y que él sabe hacer rimas. ¿Coincide con la afirmación? ¿Cuáles son las dificultades que enfrenta un letrista para hacer buenas rimas? (o buenas letras en general).

—Las “buenas letras” no necesariamente tienen que rimar. Ahora el que sabe rimar corre con ventaja. Hay que leer de todo y mucho, casi como un vicio, pues las ideas que uno genera vendrán de allí y del mundo exterior, de los estímulos externos. El mejor sigue siendo la lectura, no obstante. Y si se puede acceder a anécdotas de cómo fueron hechas las canciones y entonces uno puede comprender que hasta el autor más refinado y superior tuvo las mismas dificultades que uno mismo, y eso alienta pues nos iguala y nos hace sentir cómplices o colegas de quienes admiramos. La dificultad que uno enfrenta es desconocer el trabajo, el oficio, pues no lo enseñan, por ende no se sabe a ciencia cierta por dónde se transita. Es como caminar ciego pero con fe.

—¿Qué importancia tiene la lectura para un letrista?

—Toda. Es la madre fundamental de la inspiración, de la copia de un modelo narrativo. Quien no lee difícilmente podrá transmitir fielmente sus sensaciones. Hay que aplicar la enseñanza de la lectura como un juego, no como una obligación.

—¿Qué escritores han influido en su propia escritura y de qué manera?

—Desde los que se daban en el colegio y eran obligatorios —Horacio Quiroga, Conrado Nalé Roxlo, Alfonsina Storni, José Hernández con el Martín Fierro— hasta las historietas, el diario. Luego al crecer, uno va mechando autores extranjeros con nacionales o regionales de América Latina para ir afirmándose como identidad. Es bueno leer a autores ingleses, pero el estilo al componer algo propio no debe estar dictado por la gramática de otras tierras; debe ser propio de donde uno ha nacido. No hay que descartar lo ajeno, todo lo contrario, pero uno habla, hace sus pausas, cuenta sus dichos nacidos desde dentro de la tierra donde uno ha germinado. El que no lee o ignora o, peor aun, detesta lo propio, es esclavo de los demás. Informarse con buenas fuentes, crearlas, investigarlas es el principio de la liberación cultural. Pensar con ideas propias o parecidas a tu hermano de lugar te hace más fuerte, pues hacia ellos irá dirigido lo que hagas. Nunca hay que avergonzarse: es mejor equivocarse en casa de uno que hacer el papelón opinando sobre las casas que uno no conoce.

Adrián Abonizio—¿Coincide con la opinión de que, en general, los grupos actuales no tienen identidad en letras y en músicas?

—Las generaciones arrastran una pérdida de entusiasmo por la lectura. Los años noventa saquearon o intentaron que no se pensara mientras se regalaba al país. La diversión, el baile pueden tener letras profundas también. Lo profundo no es sinónimo de solemne. Los grupos actuales hacen lo que pueden y están en búsqueda, lo que es muy interesante es que se están animando a mezclar géneros musicales y seguramente ello redundará en, tal vez, un “estilo”.

—¿Qué diferencias hay entre crear un personaje para una canción y en crear un personaje para un cuento?

—En que el espacio temporal para contar algo va a ser más corto, eso es todo. En la canción hay que abreviar a la fuerza y medir las frases.

—Cerati ha dicho que las bandas que hablan literalmente de lo que pasa alrededor parecen un noticiero, que allí no hay creatividad. ¿Cree que las letras deben reflejar la realidad actual o el arte no debe cumplir con esa función?

—El arte tienen muchas funciones que el mismo arte desconoce y cuando se produce “algo” es para analizarlo posteriormente, nunca antes, pues si no de antemano uno está condenado a escribir o narrar para una cosa u otra y eso aleja al arte. El arte es un animal libre.

—¿Podría dar una definición propia de lo que es una canción?

—Es una película, un cuento, sólo que en formato de tres minutos.

—¿Puede contar cómo nació la idea y cómo fue creando su canción “Mirta, de regreso”?

—De ideas, de lo que estaba pasando, de mi trabajo donde yo me consideraba que estaba preso y del momento de represión política, aislamiento y soledad que se viviera por la época de dictadura del 76 en adelante. Y de muchas ganas de gritar.

 

Mirta, de regreso

(Adrián Abonizio)

De regreso, Mirta, ya sabes: tres años a la sombra.
No quiero saber si me fuiste fiel,
yo sé que una mujer valiente se inclina igual
para el lado de la sed.

Servime algo, Mirta, parece mentira el verte como antes,
pero para el que vuelve del infierno
ya no hay más fantasías, sólo quiere un tiempo blando,
pero esto, Mirta, nunca lo sabrás.

No es necesario que estés alegre ni que prendas la luz.
Entré despacio sin que me viera nadie.
La noche se abre como un abrigo, Mirta,
y es un sábado más, como dice el tango.
Mirta, contame cómo andás.

Hacé de cuenta que estuve navegando
es casi lo mismo, sólo cambia el paisaje:
abajo el mar que nunca se ve, arriba el cielo —el cielo raso—
y tu foto en la pared.

La moda ha cambiado un poco, Mirta,
ya no hay un pelo largo, todos parecen soldados.
Me siento parado en un cementerio,
me recibió el frío y un nuevo gobierno.
Mirta, no recuerdo ni tu cuerpo.

Y ahora me voy, Mirta, para vos soy un extraño conocido,
si no estoy llorando, ¿no ves cómo me la aguanto?
Debajo de la cama, asoman sus zapatos,
Mirta, gracias por todo.

Salgo a la verja, parece que ha llovido,
en la estación retumba el “Estrella del Norte”.
“Vení a verme cuando salgas”, me dijo el Turco,
comés todos los días y no hay problemas de laburo.
Sólo algunas noches, sólo algunas noches,
salís a trabajar.