Letras
Poemas

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Admitiendo que pueda suceder

Cuando yo muera
—admitiendo que ello pueda suceder—
te suplico que seas reservada
no malgastes tu intuición
en comportamientos tercos
no te aferres a ninguna fantasía
de reencarnación posible.
No dejes abiertas las puertas
ni cierres tu corazón.
No tendré voz ni gestos
para advertirte sobre el cambio.
Mis ojos pulverizados
no creo que podrán contemplarte
navegando sin forma en el viento
—sería quizás su única aspiración.
No te aferres a ninguna conjetura
a nada que yo pudiera haber merecido.
Me iré liviano de recursos
con las uñas y la barba laboriosas
que me acompañaran en silencio
en su última expresión de crecimiento.
Desásete de todos los objetos
que yo hacía existir con mi aliento
crea los espacios vacíos que amábamos.
Estoy elaborando sólo una suposición
que me resulta difícil eliminar de las certezas.

 

Al hermano Tu Fu

Me quito la camisa humedecida
y la abandono sobre una rama seca.
El cielo recortado de árboles
deja filtrar pocos rayos de luz.
Percibo el olor de la tierra y sus frutos
la voz del viento entre las hojas,
un recital de pájaros en amor
con vuelos veloces y precisos.
Soy un hombre de ciudad
un pobre hombre de ciudad.
Construyo un claro entre las hojas
y abro el libro con los poemas de Tu Fu
escritos hace mil trescientos años,
en otro mundo en otro universo.
Ha pasado tanto tiempo le pregunto
y él me responde: no.
Canto tus poemas al viento
y descubro que es verdad lo que dices
hermano Tu Fu.

 

Un buen lector

Me considero un buen lector de poesías
siempre abierto al verso que me inquieta
al giro de expresiones que me transforma.
Me han hecho viajar mucho por este mundo
y por otros espacios un tanto desconocidos
que al final se revelaron harto familiares.
Ítaca fue por ejemplo un destino permanente
y Ch’ang-ming donde Li Po pasó su infancia.
Revisité mil veces mi ciudad en otros ojos
y la pastora torre se me metió en los huesos
junto a la fotografía del de la cabeza vendada.
Pero siempre regresé a mi ser melancólico
al punto en donde empieza la aventura real
que tiene también sus rudimentos poéticos.
El lenguaje creció como una selva oscura
llegó a convertirse en una infructuosa fuga
de la que sólo se puede volver fortalecido.
No voy a mencionar la injusticia social
esa clase de lucha de remotos orígenes
que con fuerza guerrera pidió la palabra
pero que no podía cambiar este mundo.
El amor no se aprende pero pude aprender
sumergido en el horror y la resurrección
mientras llegaban los amigos cabalgando
en un paisaje de trascendencia humana.
Con sus monjes y fariseos rocé a veces
el hilo sutil de ciertos hechos invisibles
y escuché voces de un delirio sosegado
que hablaba de un centro permanente.
No todo fue razón ni cordura ni cerebro
hubo momentos de vacíos significativos
intimidades verdaderamente insoportables
ríos de sangre reventando por la boca:
pero sería injusto olvidar tantas fiestas.
La vida terminará como estaba previsto
la poesía encontrará sin duda otro cuerpo.