Letras
Poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Eres límpido concierto (versos alejandrinos)

No quiero las migajas de lluvias del desierto,
ni quiero las miserias de fiestas profanadas,
el ego nos soborna con noches estrelladas
y duerme sin saber que siempre está despierto.

Prefiero esa mirada sencilla de tus flores
aromas de verano besando mis inviernos,
blasfemias silenciadas, caricias sin gobiernos,
tus labios en mi boca, perfectos trovadores.

Los versos alquilados disfrazan la mentira
prejuzgan el fracaso cual éxito comprado,
maquillan la victoria que nadie les ha dado
y el alma de los sueños apenas les respira.

Yo quiero tus palabras de límpido concierto
el roce de tu llanto sereno y verdadero,
tu risa contagiosa sabor a pan casero
y el mar que tu presencia derrama en el desierto.

 

El obsceno dulzor del desconsuelo

Qué será de este otoño desparejo
que me arropa desde tu rauda partida
de las manchas del olvido en el espejo
del paisaje derretido en tus banquinas
de tu nombre asfixiado entre mis dedos.

Qué será del oleaje en mis latidos
hoy tan lejos del destino de tus playas
entregado a impúdicos consuelos
rebotando en otros mares sin orillas
engañando las paredes de tu templo.

Qué será de este cretino silencio
que te nombra y no me trae tu cuerpo
de los huesos corrompidos por el tiempo
del futuro desplomado en aguacero
de la risa despojada de argumento.

Qué será del cemento en la memoria
con que enfrento tu recuerdo cada noche
de la música que te hace una parodia
del dolor cediendo al vodka los derroches
de la vida sin gobierno ni custodia.

Qué será de tu foto repetida por el cielo
de los jirones de tu carta enamorada
de tu ausencia hecha tinta en los cuadernos
de mi llanto solitario con la almohada
del delirio embelleciendo mi desvelo.

Qué será entonces
del obsceno dulzor
de este desconsuelo
ahora que tú has vuelto.

 

Sexo sin latidos

En la sucia vereda de mi aliento
tu corazón mendiga una mirada,
tanto gastar la lluvia en la almohada
sembramos las semillas en cemento.

Dejamos el sentir muerto y sediento
sobre una partitura empapada,
la zamba del amor muy mal bailada
y un bostezo del alma bajo el viento.

¿Y crees que el calor nunca envejece?
El sexo sin amor fue placentero
mas no supo admirar lunas del monte,

no pudimos oír cuando anochece
los latidos que buscan un te quiero,
las estrellas quebrando el horizonte.

 

Moscas en nuestra cama

Creí que se me iría la vida en la ventana
que el sur empezaría con éxodo de besos,
partiste afirmando que tosca fue mi espalda
pues no se derretía con trazos de tus dedos.

Dormí con tantas muertes roncando en nuestra almohada
futuros en trinchera sin pájaros ni guerras,
el aire atravesando mi lúgubre garganta
y un sueño despertando tres metros bajo tierra.

Mas pude destaparme las manos sin tu miedo
borré tu indiferencia del mapa de mi carne,
busqué la luz del alba con niños y hasta un ciego
hallé otro sendero sin quejas de tu parte.

¿Y ahora tú pretendes conmigo estar mañana?
¿Después de abandonar mi sol desfalleciendo?
Ahora tengo llena de moscas nuestra cama,
el tiempo fue pudriendo tu farsa y tu recuerdo.

 

Conciencia dormida

El pueblo amanece con tu cachetada
le barres su sueño de otoño molesto
y el diario nos muestra la flor disfrazada
con pétalos grises, semillas de incesto.

Cien calles repletas de pasos inciertos
la carta del justo por siempre marcada,
no ves a tu plebe que incluso en conciertos
vomita esperanza gritando en la grada.

Navegas la patria por mar sin orilla
le alquilas futuro comprando su miedo
docentes y niños son una cuadrilla
que pisan las uvas de tu gris viñedo.

Motores de aviones, guitarras de cobre
tu tonta conciencia recoge esos ruidos
pues no debe oírse si muere aquel pobre,
tu obscena distancia, tus sucios ronquidos.

 

Ha nacido el espanto

Ya quisiera yo
servirle al diablo
                       su última cena
prestarle un fósforo
                       no para las velas
para que incendie sus palabras
y al menos se haga justicia

con la maldad de los vivos
cuando lloramos nuestros muertos
mientras nos sangra el olvido

Ha nacido el espanto
y tiene piernas
y tiene pelo largo

desparrama tumbas en la tierra

y se limpia las manos
se barre la conciencia
con vientos que niegan

su alma hipotecada
su liviana apariencia
en esas noches oscuras

roba la luna sin permiso

y vomita las estrellas
antes que cualquier niño
las termine de contar

Ya quisiera yo decirle
tu nombre
para que se asuste
y te entregue el tridente

el gobierno de los fuegos
no cuenta votos en el mar

ya no trataré de escapar
porque el legado
                       del mal
reconoce a su hijo

Ha nacido el espanto
y tiene rostro
                       tiene oídos descalzos
es un poco callado

me espía en el espejo
cuando me lavo las manos.

 

Así te espero

Así te espero,
como una moneda caída hace tiempo,
detrás del armario,
solitario violín desafinado ajeno a los conciertos,
como un insomnio que ya no reconoce
su propia madrugada.

Así te espero,
como un saco añejo olvidado en algún ropero,
con la piel de zanja que va cubriendo la maleza,
perro callejero sin sentencia ni redención,
como un pueblo condenado a tres casitas,
y un almacén polvoriento.

Así te espero,
con la mirada ciega de tanto soñarte despierto,
y la misma lágrima me marca un surco
en el mismo desvelo,
como una casona de otro siglo,
que la humedad va corrompiendo.

Así te espero,
como el cementerio espera la inevitable huella,
del auto negro y su cortejo,
con el deseo roto por tu efímero ayer,
y llagas en los pies de esas distancias,
que nunca te caminé.

Así te espero,
como un peluche incierto en el basural de mi pueblo,
baldosa ajada en un zaguán abandonado,
como vagabundo tapado con diarios del aguacero,
así te espero, con media alma en el cajón,
y la otra mitad ya casi durmiendo.

Así te espero,
cada año,
en el lúgubre silencio
de un anciano jilguero...
te espero mientras muero,
y finjo no saberlo.