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Los veneros del diablo: algunas referencias

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Petróleo

“El Niño Dios te escrituró un establo
Y los veneros de petróleo el diablo”.

Del poema “La suave patria” (1921),
Ramón López Velarde (1888-1921).

Así como hay libros que es difícil encontrar, por tratarse de ediciones agotadas y producidas hace varias décadas, los que no necesariamente pueden clasificarse como antiguos pues no tienen más de cien años, también “existen” otros de menor edad pero que tampoco se hallan a la venta y ni siquiera en bibliotecas.

Así por ejemplo, el chileno Guillermo Feliú Cruz (1900-1973) comentó en 1929 acerca de la extrema rareza de la novela El cristiano errante, del guatemalteco Antonio José de Irisarri (1786-1868), a la que califica como un mito bibliográfico.1 Dicha opinión es similar a la expresada en dos oportunidades por el periodista, escritor y poeta guatemalteco César Brañas (1899-1976): la primera en 1955 cuando intituló un artículo periodístico con el nombre de “Libros duendes”, publicado en el periódico El Imparcial el 11 de julio de dicho año, donde trata lo referente al problema de encontrar libros de autores nacionales.2 En una segunda oportunidad, 1963, cuando comenta respecto a la dificultad de encontrar la edición princeps de las Poesías de Juan Diéguez Olaverri (1813-1866), pues la publicada en 1893 no fue precisamente la primera edición; empero, no obstante la búsqueda desarrollada, le fue imposible ubicarla, razón por la cual concluye: “Podría ser uno de nuestros pequeños mitos literarios”.3 En Guatemala, durante el período 2003-2005 la Tipografía Nacional publicó varios libros en su “Serie Libros Duendes”, con el propósito de lograr el rescate de obras nacionales que tuvieron una sola edición y que el público seguía reclamando.

Jorge García Granados
Jorge García Granados.

De libro duende o mito literario podría catalogarse también la novela de Jorge García Granados, Los veneros del diablo (1941), no obstante que tuvo dos ediciones, en razón que no se encuentra en el mercado nacional de Guatemala y lo peor del caso, ni siquiera en los anaqueles de las bibliotecas universitarias.

En efecto. El abogado, escritor y político guatemalteco Jorge García Granados (1900-1961), durante su exilio en México (1934-1944) escribió Los veneros del diablo (México: Liberación, 1941, 206 p.), novela que trata acerca de la expropiación petrolera a las empresas norteamericanas, efectuada por el presidente Lázaro Cárdenas.4 Con motivo de celebrarse los 50 años de la nacionalización del petróleo, fue publicada una edición conmemorativa (México: Pemex, 1988, 151 p.). Sin embargo, continúa siendo un libro raro: pocos lo conocen o lo han leído.

Así como el poeta mexicano Ramón López Velarde, el autor utiliza el término veneros para referirse a los pozos y vetas de petróleo mexicano, causantes de la pobreza de miles de trabajadores en los campos donde se produce el oro negro, mientras las compañías extranjeras se llevaban al exterior los millones de ganancias obtenidas con su producción y venta.

Habida cuenta de que aún no ha sido posible localizar en el mercado guatemalteco ni en bibliotecas dicha novela, se ofrecen a continuación las escasas referencias que se tienen a la mano, con la confianza en que a futuro podrá ofrecerse una reseña completa de la misma, cuando se disponga del ejemplar correspondiente.

El guatemalteco Clemente Marroquín Rojas (1897-1978), periodista, escritor, vicepresidente de la República (1966-1970), hace referencia al tema del petróleo en la publicación que lleva el título satírico de La derrota de una batalla (réplica al libro “La Batalla de Guatemala” del ex canciller Guillermo Toriello) (1956), donde trata de justificar no sólo la obligada renuncia del presidente Jacobo Arbenz Guzmán (1913-1971), sino también la invasión mercenaria de pilotos y aviones norteamericanos patrocinados por el Departamento de Estado norteamericano, que concluyó en la noche del 27 de junio de 1954 cuando Arbenz se vio obligado a entregar el poder. Y como Guillermo Toriello reclama que el gobierno títere de Carlos Castillo Armas (1914-1957), impuesto a partir del 3 de julio de 1954, derogó muchas leyes de carácter social establecidas durante los diez años de gobiernos democráticos (1944-1954), Marroquín Rojas le responde que no es así, que la mayoría seguían vigentes en 1956 y con relación al petróleo indica:

Hasta hoy no ha habido entrega de los recursos nacionales vitales al extranjero. Todavía hoy, cuando escribo esto, no se ha otorgado una sola concesión petrolera. Todavía no se sabe si, en realidad, hay petróleo. ¡Y ojalá que no hubiera..!5

Según se aprecia, para Marroquín Rojas el petróleo más que una bendición para los pueblos que contaran con dicho recurso no renovable, constituía una maldición; mejor que no haya oro negro en Guatemala. Al escribir lo anterior en 1956, no se trata de que el autor esté en contra del progreso material que pudiera traer la existencia y explotación de petróleo, que para ese año aún se encontraba en fase de exploración, y menos que estuviera pensando como los ecologistas de hoy, protectores del medio ambiente. Sencillamente, con su deseo de que “no hubiera”, o por lo menos que no se encuentre petróleo, trata de anticipar posibles problemas económicos y sociales derivados de su explotación.

“Memorias de Jalapa”, de Clemente Marroquín RojasEl “ojalá que no hubiera” petróleo, y si lo hay que no se explote, lo sostiene Marroquín Rojas en su obra autobiográfica Memorias de Jalapa (1977), en la que además de hacer referencia a la novela de Jorge García Granados, comenta el origen de la misma. En efecto, en 1927 sale de viaje hacia París, por barco, el cual pasa por Panamá:

Y aquí en Panamá, cuando el barco reinició su marcha, llegaron como pasajeros muchas personas, de todo color y pelaje, casi todos bien vestidos, alegres, de buenas maneras y fogosos algunos. Era gente de alto trueno que iba hacia Barranca Bermeja, un campo colombiano donde acababa de brotar el oro negro, una manifestación de lo que Jorge García Granados llamara: “Los veneros del diablo”. He aquí lo que entonces escribí sobre este encuentro con un compatriota que fue muy desgraciado en los últimos días de su vida. Por eso yo he pedido siempre a Dios, que no permita la explotación de petróleo en Guatemala, porque este aceite ingrato como útil, acarrea consigo toda clase de vicios; pero en especial, esta clase de gente que vive de continuo entre la aventura y el delito.6

Y qué hizo el compatriota García Granados para que Marroquín Rojas lo llame un desgraciado en los últimos días de su vida. Dicho autor no lo explica, aunque la historia registra lo contrario: un luchador político contra el régimen del dictador Jorge Ubico Castañeda (1878-1946). Como embajador de Guatemala en la Organización de Naciones Unidas se le atribuye la paternidad de la moción para crear el Estado de Israel en 1948,7 y de quien su nieto se preocupara de editar las memorias que escribiera en 1951, relatando su vida durante el período 1900-1922.8

Lo que sí relata Marroquín Rojas es que la novela Los veneros del diablo (1941) fue elaborada por García Granados a petición del presidente mexicano Lázaro Cárdenas (1895-1970), a quien había visitado cuando el presidente (1934-1940) hacía un recorrido por el estado de San Luis Potosí en 1937 —la entrevista fue lograda a instancias del coronel Beteta, uno de los jefes del estado mayor del presidente—, para pedirle que ayudara al grupo de emigrados guatemaltecos que pretendían invadir Guatemala para derrocar a Jorge Ubico. Cárdenas les niega ayuda material pero no impide que se organicen y actúen con libertad para lograr sus fines, además de pedirle que escriba un libro sobre la expropiación del petróleo a las compañías norteamericanas, el cual le pagará muy bien, dando a entender que con el dinero podría financiar el movimiento, lo cual ocasionó después fuertes señalamientos hacia García Granados, endilgándole que se quedó con los pesos que recibió; quizá aquí está lo desgraciado del asunto a que se refiere Marroquín Rojas, y no necesariamente por la vida luchadora del autor de Los veneros del diablo. Véase a continuación lo que describe Marroquín:

El presidente fue terminante: no debíamos esperar ninguna ayuda de parte del gobierno; pero sí la tolerancia de poder movernos libremente por el territorio de la república. Más claro ni el agua: quería decir que podíamos agenciarnos toda ayuda de otras manos, pero que él quería tener limpias las suyas, para cuando tuviera que contestar a las quejas del gobierno de Guatemala.

Mientras, dijo el general Cárdenas, les ayudaré con algo, por ejemplo, escriba usted algo sobre el petróleo y la necesidad de su expropiación a las empresas extranjeras9 y se le editará el libro y se le comprará la edición. Hágalo pronto y entiéndase con el coronel Beteta. Y luego, le obsequió unos cuantos pesos: quizá un par de miles, pero no la suma que luego se dijo, por nuestros propios paisanos.

Resultó que Beteta platicó con Arturo Ramírez y le dijo que el general Cárdenas había enviado a los emigrados guatemaltecos una fuerte suma de dinero. Arturo se lo contó a Miguel García Granados10 y ambos, en una reunión de los guatemaltecos, acusaron a Jorge de haberse apropiado de aquella suma. La cosa fue muy fea y molesta y yo defendí a éste, en cuanto me fue posible. Pero los demás fueron feroces, como si se hubiere tratado de una fortuna personal. Jorge escribió, con algún retardo, el libro solicitado por el presidente, tal obra se llama Los veneros del diablo y fue quizá la mejor que se haya escrito sobre la materia.11

Si originalmente Los veneros del diablo fue una obra elaborada bajo pedido, cuyo pago serviría para financiar parcialmente la revolución de emigrados contra Jorge Ubico, nada cabe señalar a Jorge García Granados; dice mucho de él, por más que Clemente Marroquín Rojas en sus Memorias de Jalapa diga que García Granados se retrasó en la entrega, que no entregó el poco dinero recibido a los emigrados y que hasta lo defendió del infundio referente a que había obtenido muchos miles de pesos; por lo menos cupo de su parte reconocer que es la mejor obra que se haya escrito sobre el tema del petróleo.

 

Notas

  1. Irisarri, Antonio José de; El cristiano errante (novela que tiene mucho de historia). Guatemala: prólogo de Amílcar Echeverría y proemio bibliográfico de Guillermo Feliú Cruz. Biblioteca Guatemalteca de Cultura Popular “15 de Septiembre”, volumen 31. Editorial del Ministerio de Educación Pública, 1960. Página 11.
  2. Cfr. Menton, Seymour; Historia crítica de la novela guatemalteca. Guatemala: Imprenta Universitaria, Editorial Universitaria. Universidad de San Carlos de Guatemala, 1960. Página 6.
  3. Brañas, César; Otras huellas de Juan Diéguez. Con palabras iniciales de Jorge L. Villacorta C. Guatemala: edición patrocinada por la Asociación de Escritores de Guatemala. Imprenta Galindo, 1979. Página 4. Nota: la edición constituye una reproducción de la serie de artículos publicados con dicho título en El Imparcial, durante el año 1963. Véase un ensayo sobre una de las novelas de Brañas en: “Digresiones acerca de la novela de César Brañas: Las guarias de febrero”. Publicado el 30 de septiembre de 2009 en Monografias.com.
  4. García Bauer, Carlos; Jorge García Granados: humanista y político. Edición de homenaje, Embajada de Israel. Editorial “Prensa Libre”. Guatemala, 1967. Página 29.
  5. Marroquín Rojas, Clemente; La derrota de una batalla (réplica al libro “La Batalla de Guatemala”, del ex canciller Guillermo Toriello). Guatemala: Imprenta Moderna, 1956. Página 144.
  6. Marroquín Rojas, Clemente; Memorias de Jalapa o Recuerdos de un remichero. Guatemala: Tomo I. Editorial del Ejército, 1977. Página 322. Nota: el tomo II no fue editado.
  7. García Granados, Jorge; Así nació Israel: cómo se llegó a votar la creación del Estado Judío. Guatemala, Guatemala: Centro Impresor PS, s.f. Nota: dice s.f. (sin fecha), aunque puede anotarse c.2003.
  8. García Granados, Jorge; Cuaderno de memorias 1990-1922. Editado por Sergio García Granados. Guatemala: Artemis y Edinter, 2000.
  9. La expropiación legal del petróleo fue realizada por decreto del 18 de marzo de 1938, creando Petróleos Mexicanos (Pemex), como empresa pública paraestatal.
  10. Se trata del coronel de aviación, primo de Jorge, y quien también se encontraba en México en calidad de emigrado. En 1939 Miguel fue contratado como aviador mercenario para participar en el bando de los republicanos que luchaban contra el régimen de Francisco Franco en España. En la primera incursión en que participó su avión fue derribado por los alemanes que apoyaban al dictador; estuvo preso en Salamanca por varios meses, saliendo libre después de un canje de prisioneros, y hubo de regresar a México. Cfr. Díaz Lozano, Argentina; Aquí viene un hombre: biografía de Clemente Marroquín Rojas; político, periodista y escritor de Guatemala. México: Talleres de B. Costa-Amic, 1968. Página 188.
  11. Marroquín Rojas, Clemente; Memorias de Jalapa o Recuerdos de un remichero. Op. cit., páginas 515 a 516.